El aspecto multi-cultural ayuda a nutrir la propuesta de una banda y revestirla de un interés especial; aquí nos encontramos ante Yin Yin, una banda holandesa -particularmente de la ciudad de Maastricht- que tiende hacia el funk psicodélico, pero con una marcada obsesión por Asia, tal como lo refleja el título de su nuevo y tercer álbum: Mount Matsu.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Ahora convertidos en cuarteto, se vuelcan en un acto de invención, dado que el mencionado monte es producto de un ejercicio de creación sobre el que volcaron sus obsesiones, muy enfocadas a la astrología china y es por ello que abren con “The Year of Rabbit”, que combina exotismo y misterio de principio a fin.
Yin Yin hacen música casi completamente instrumental (salvo por algunas estrofas juguetonas) que conoce del jazz, matices electrónicos y que se deja llevar por diferentes registros étnicos (en el pasado lo fueron los sonidos andinos) mezclados incluso con música disco, tal como ocurre en “Takahashi Timing”, en la que el sintetizador se da vuelo.
Mount Matsu no fue grabado en el lejano Oriente, sino en el país vecino; trabajaron en Bélgica desde donde pueden evocar a una discoteca neoyorquina o japonesa -como en “Tokyo Disco” (que es un festín percusivo) – o bien evocar a personajes creados por ellos mismos, como ocurre en “The Perseverance of Sano”, que nos lleva hasta el terreno del surf y por ende hasta una magnífica guitarra.
En total, 11 canciones que arman un viajesote con un itinerario impredecible que incluye momentos de remanso como en “Komori Uta”, pero que en general arma un carnaval intenso y multicolor, tal como sucede en “Tam Tam” y “Pia Dance”, que hasta se antoja un tanto lounge.
Yin Yin es un buen descubrimiento que demuestra como desde lo profundo de los Países Bajos es posible acercarse a las estéticas musicales de diversas latitudes y hasta inventarse su propio mundo.
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