El talento de Kae Tempest es inconmensurable, no sólo cuando tira del spoken word musicalizado que le caracteriza, sino también cuando escribe novela, teatro, no-ficción y en los espléndidos cinco libros de poesía con los que ya cuenta. Ahora tiene un álbum nuevo, The Line is a Curve -el quinto también- y el alto nivel se conserva y permea de principio a fin.
Atrás ha quedado su trabajo como Kate Tempest, ha decidido pronunciarse como No binaria y ello conlleva el mostrar su cuerpo e identidad desde la portada misma del disco; un asunto que emana a lo largo de los 12 cortes que integran la obra y entre los que “I Saw Light” con Grian Chatten de Fontaines D.C. y “Nothing to Prove” funcionan como auténticos y poderosos manifiestos.
Kae Tempest sabe muy bien como equilibrar la parte musical y tiende a bases muy simples que redundan en conjuntos minimalistas, dado que sabe que su voz y sus palabras son lo más importante… más aún en una obra tan confesional que va armando un rompecabezas acerca de la manera en que encaja o no en el mundo y la posibilidad de seguir luchando o no.
En The Line Is a Curve se plasma todo el peso del mundo alrededor de alguien que apuntala su identidad; por ejemplo, en “No prizes” hay más canto que nunca -aportación de Lianne La Havas-, pero el basamento musical se conserva esencial y sin regalarse.
Kae Tempest se busca a sí misma… busca también a su cuerpo y su concepto, y así lo explicita en una obra bella y llena de gran fortalece de ideas y de carácter. Ha cambiado y quiere que la acompañemos en el viaje. Y además tiene detrás que fue grabado como si fuera una pieza de arte conceptual.
Hizo 3 tomas a lo largo de un mismo día y para ello convocó a un señor de 78 completamente desconocido, también a la poeta Bridget Minamore y cerró con tres jóvenes de 12, 15 y 16 años. Desplegó su arte delante de estos espectadores y de esas sesiones se eligieron las partes que irían a la versión definitiva de The Line is a Curve (Republic Records, 2022).
Aprovecha “Salt Coast” para bordear la compleja relación con su país -Inglaterra- y cómo es que la gente se relaciona con el tiempo -unos quieren aparentar más edad; otros beben para aparentar juventud eterna-.
Para tomarnos por sorpresa, en “These Are The Days” -que no niega su esencia poética- incluye algunos pasajes de rock clásico y hasta dejar explayarse a la guitarra -un poco-, además de instrumentos de viento.
Ya había mostrado también en “No pressure” que puede acelerar, pero este subidón rítmico no es tan frecuente en el disco -aunque está en “Move”-, como si lo es el manejo de la intensidad y el flujo de palabras.
Kae Tempest posee un prodigioso control narrativo y es por ello que se planta en diversos personajes y voces -hombres, mujeres o bien un más abierto “they”-. Una vez más se coloca en lo más alto y maravilla con un arte total que abreva de distintas disciplinas. Y aún así las canciones sobresalen y se imponen.
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