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Candelabrum: El metal mexicano saca la casta

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Ambulante 2024

Persiste entre los metaleros un mito que es difícil sacudirse de encima. Ese que relaciona cantidad con calidad. El éxito de Candelabrum Metal Fest, lo he escrito antes, no debe medirse en boletos vendidos sino en la satisfacción de la gente. Es labor de los promotores preocuparse por los números. Al público, en un mundo en el que prevalezca la lógica, le toca nada más ocuparse de su felicidad.

FOT::Joselyn Gómez

Desde 2022, Candelabrum ofrece una experiencia y no tanto un rosario de bandas. No es, y de acuerdo con lo expresado por el productor general, Kezhia Quintero en charla con #SangreDeMetal, ni será un festival pensado para las masas, sino un espacio que invita al descubrimiento de bandas poco difundidas, que rescata ciertos subgéneros que normalmente no caben en otros festivales y que tiene como meta proveer a la gente de un espacio en el que se haga comunidad. No necesita vender 30 mil boletos; necesita dejarle una sonrisa a su público, y eso lo consiguió con calificativo de sobresaliente.

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Ya que sólo se monta un escenario, eso implica que hay un set de backline (amplificadores, batería) y un PA (consola, bocinas por las que sale el audio) parejo para todos. Hay algunas opciones de marcas de amplis y de baterías, pero el equipo es el mismo para cada banda, incluidas las nacionales. Por esa razón, las que tienen con qué, encienden al público desde el inicio. En Candelabrum todas las bandas mexicana mostraron gran nivel. Algunas como Black Mask y Starforce tienen un enorme futuro por delante; otras como For Centuries, Annapura y Cathartic ya establecieron su marca. Pero hubo dos particularmente que dejaron a muchos con la boca abierta. 

Agony Lords, con 30 años de historia y su death melódico invitan a maldecir la década que estuvieron en silencio porque fueron años en que privaron a la gente de su enorme talento. Presentación de muy alto nivel que también muestra que en pleno Siglo XXI, México no deja de ser un país centralizado. Si dependiera exclusivamente de la calidad, los de Irapuato deberían ser más conocidos, pero hay muchos factores que juegan en contra que requerirían todo un análisis aparte. Y claro, Majestic Downfall está en otro nivel. En este espacio se ha dicho antes y hoy se reitera, es una banda excelsa que está en un sitio de élite junto con otras cuatro o cinco mexicanas que son intocables por su calidad.

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Los Majestic, con Jesús Bravo en la consola, mostraron que el audio dependería del trabajo de los ingenieros y pusieron la vara realmente alta. Esto porque siempre se debe tener en cuenta que cuando todo el equipo es el mismo para todas las bandas, que una suene mejor que otra depende de la capacidad del ingeniero de transmitir ese sonido desde la consola hacia el público. No, ninguna banda (nacional o internacional) sonó mal, pero no todas lo hicieron a ese nivel. Tan solo con la mención de las bandas nacionales queda también claro el leitmotiv del festival. El heavy (y variantes), death (y variantes) y doom (y variantes) llevan mano, al igual que lo hacen el black y thrash

Para muchos, el Candelabrum es un lugar ideal para descubrir bandas. En mi caso (y valga para efectos de este texto romper la regla de no hablar en primera persona), la primera fue In The Woods… Más allá de que solo queda un miembro original y que la banda nació con miembros de Green Carnation, su mezcla de prog metal y goth rock extasiaron a quienes los conocían, que no eran pocos, y dejaron sumidos en la miseria de haberlos evadido a quienes los descubrimos de la mejor manera que se puede con bandas de metal: en vivo.

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Imposible no mencionar a Satan. Una de las grandes glorias del New Wave Of British Heavy Metal. El trabajo de guitarras gemelas de Russ Tippins y Steve Ramsey es legendario pero nunca se había visto en México. La cátedra fue fantástica, uno de esos raros placeres que sin ánimo de ser reiterativo, son los que dan su esencia al festival leonés. Más o menos fue el caso con Sacramentum con su mezcla de black y death metal con el extra del formato melódico. Había muchas personas que iban por ellos y no salieron decepcionados. Incluso al día siguiente, Nisse, el cantante anduvo entre la audiencia y se tomó fotos con todos los que se lo pidieron. Él y varios más estuvieron ahí, con la gente, y lo hicieron porque también a ellos les atrajo el cartel y porque se dieron cuenta de que el ánimo en la audiencia era de respeto y pasión.

La penúltima de esa noche fue Immolation. Ellos sí tienen historia con México. Comenzó en 1992. Luego han venido en cinco años distintos e incluso estuvieron en León en 1995. Eso no implica que cuando se puede atender una de sus presentaciones no valga la pena. Valió y con creces. Su death metal con denominación de origen en la ciudad de Nueva York es de manufactura precisa y clásica. Fue de las bandas que marcó el rumbo en los 90 y casi un cuarto de siglo más tarde no ha perdido contundencia. Sin duda, de las favoritas del público.

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Para el domingo había presagios nebulosos porque Grave canceló su presentación un día antes, según ellos, por culpa de la aerolínea que los traería a México. Las nubes se disiparon rápidamente con la calidad desde el escenario. Muchos trasnochados que amanecieron de fiesta llegaron tarde. Parecía que no habría una entrada sólida como el sábado y la cruda le costó a varios perderse de presentaciones como la de Deceased, una banda con energía suficiente para iluminar una ciudad pequeña. El sábado, Immolation mencionó a Kingsley Fowley (cantante de Deceased) y él les devolvió el guiño desde el escenario, al tiempo que Greg Wilkinson, bajista de Autopsy, miraba el concierto desde el público. 

Para cuando tocó turno a Vio-Lence ya había nuevamente un sólido contingente de cabezas de sonaja frente al escenario. Brutal desde el inicio, los thrasheros sanfranciscanos no daban crédito de la entrega de la audiencia. No era para menos, Sean Killian tenía esa mirada de asombro y respeto que se provoca cuando el público enloquece gracias a lo que recibe desde el escenario. Thrash de la vieja escuela, de la cuna del movimiento que sumado a lo que había presentado Heathen el día anterior justificó los decenios de chalecos con parches que se veían en la Velaria de la Feria de León.

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Esa noche la cerraron Paradise Lost, que había venido a México solo en tres ocasiones, la primera de ellas como banda soporte de Ozzy Osbourne, y Autopsy, que solo había estado acá en 1992 en un concierto en el Auditorio Lomas Verdes. Los primeros entregaron casi una hora de su doom aderezado con goth rock, una mezcla exquisita entregada con la autoridad que les da ser los pioneros y que fue ampliamente reconocida por la gente. Los segundos con un death metal al estilo californiano que muchos ansiaban palpitar en vivo y que nadie ha desacreditado. Comentarios tipo “por fin se me hizo verlos” abundan en redes y muestran que un headliner debe ser el que mejor quede en el concepto que maneje el festival, no el que las masas quisieran ver y que eventualmente tendrán en otros festivales.

Finalmente, y de nuevo apelo al perdón por usar la primera persona, esta reseña no es posible sin destacar la maravillosa presentación de Officium Triste. Los neerlandeses (u holandeses si se gusta) ofrecieron una clase magistral de cómo mezclar el doom lento y denso con algunas atmósferas derivadas de un teclado y ciertos toques de death. Nunca habían tocado en México, varios los conocían y los esperaban con ansia y otros teníamos una curiosidad sana sin expectativa real. Gracias a la clara visión del festival, los que estábamos en ese limbo de ignorancia salimos con lágrimas de satisfacción tras haber vivido, y sentido literalmente en el cuerpo esos riffs llenos de magia pesada y melancolía. 

Candelabrum dio un paso firme hacia su propio futuro y mientras no se deje llevar por la multitud de comentarios que piden bandas de renombre, en detrimento de las de calidad, se establecerá como una fantástica opción que no busca competir con nadie sino crear su propio camino, y eso es justamente lo más difícil. Que así sea.

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Luis Jasso

Luis Jasso

Le dicen “Chico Migraña”. Es periodista, locutor, columnista y promotor. Es también responsable de la Wacken Metal Battle México. Le gusta todo lo que tiene que ver con el metal y le apasionan el soccer y el americano.

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