¡Vaya manera en que la teoría de los vasos comunicantes funciona para el arte! Y la música no es excepción. Una cosa te lleva a otra igual de extraordinaria y en este caso la develación de una artista extraordinaria se la debo a Romy, ya que en Mid Air, el tema que da título a su disco debut, samplea a Beverly Gleen-Copeland.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Se trata de una mujer trans, nacida en Filadelfia en 1944, pero con pasaporte canadiense, lugar donde reside con su pareja y desde también promueve el orgullo afroamericano. Todavía para agregar mayor interés a su carrera se cuenta que en 1986 editó Keyboard Fantasies, un casete grabado únicamente con el sintetizador Yamaha DX7 y la caja de ritmos Roland TR-707.
Con el tiempo, se volvió una figura de culto para la escena electrónica por lo que le dedicaron el documental Keyboard Fantasies. The Beverly Glenn-Copeland Story (2019) y luego apareció el recopilatorio Transmissions (2020) y el álbum de recreaciones Keyboards Fantasies Reimagined, en el que participaron Bon Iver, Julia Holter, Arca y Blood Orange, entre otros.
Pero no sólo hay una evocación del pasado, Beverly Glenn-Copeland asume el presente de forma vigorosa y tiene un disco nuevo en el que se muestra como una peculiar mezcla entre Nina Simone y Anonhi & The Johnsons; The One Ahead es su primera entrega desde que en 2004 publicará Primal Prayer, bajo el seudónimo de Phynix.
Y sorprende desde el comienzo del disco con “Africa Calling”, que demuestra que sabe acercarse a la world music, entre un repertorio en el que aparecen combinados blues, jazz, pop y hasta música clásica, pues tiene a Bach y Chopin como grandes influencias -¡Vamos, que hasta el Copeland de su nombre es un referencia a Aaron Copeland!-.
The One Ahead prosigue con la hermosa balada “Harbour (Song for Elizabeth)”, que es una oda amorosa dedicada a su pareja y que exhibe a la perfección una voz grave acompañada de piano y bajo (por supuesto que tenemos a Benjamin Clementine en la memoria).
En total 9 canciones estupendas y profundas, entre las que debemos mencionar “Stand Anthem” y la que le da nombre a la obra… a lo largo del disco hay mucha sobriedad y algo de épica salpicándolo todo, pues también le interesa recurrir al gospel.
Beverly Gleen-Copeland es una revelación; roza ya los ochenta años, pero trasmina una vitalidad sorprendente. Se trata de una gran artista para descubrir y apreciar… no importan el lugar y la hora, el momento es ahora. ¡Dejémonos inundar por el milagro del arte!
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