En una reciente entrevista el escritor francés Pierre Lemaitre señaló: “Hemos perdido la memoria como instrumento para entender el mundo”. Y esto también es aplicable al revisar el pasado reciente de la música. Nuestro actual modo de vida -con su sesgo generacional- nos hacer pensar que hace tan sólo 20 años es algo parecido a remontarse a 2 siglos atrás… un símil de un tiempo muy lejano del que guardamos apenas recuerdos nebulosos.
El ejercicio memorioso es útil también, en función de la revisión musical, para exaltar la multiplicidad y simultaneidad de tendencias y escenas. Por mucho que hubiera existido un estilo predominante en determinado momento siempre se están dando a la par otras propuestas excitantes y novedosas.
Ante el estallido de la música electrónica que venía creciendo desde comienzos de la década de los noventa se dio un proceso que la fue diversificando; una de las rutas posibles fue la de unirla a sonidos provenientes desde diversas fuentes étnicas pertenecientes a culturas milenarias. Lo atractivo de utilizar estos elementos -para algunos considerados “exóticos”- le aportaba una mayor paleta sonora y abría una amplia exploración rítmica, ya que en otras tradiciones siguen formas y ritmos distintos. En algún punto a esta corriente se le comenzó a llamar Etno-techno, pero lo cierto es que no se ciñó únicamente al patrón del techno sino que podía subir hasta el house, el big beat y el drum & bass o disminuir y acercarse al downtempo -ahí se encuentra también la dubtrónica-.
Este año se cumplen 20 años de la aparición de Igizeh, el tercer álbum de distribución masiva del proyecto encabezado por el inglés Toby Marks. Este disco fue el sucesor de los exitosos Maya (1994) y Last Train to Lhasa (1995) y trae consigo la peculiaridad de centrarse en la cultura egipcia, su mitología y el ámbito de los faraones.
En pleno 2020 hay que reconocer lo bien que le ha sentado el paso del tiempo a esta forma de música; en modo alguno se siente demodé y ciertas figuras del R&B y el soul digital acusan cierta influencia de tal combinación. Incluso se evidencia en el sountrack de la película Pi y muchos scores procedentes de Bollywood.
Igizeh representó su saltó a la disquera Six Deegress Records, asentada en San Francisco, California, y que fuera una plataforma crucial para impulsar a este eclecticismo sonoro. Basta señalar que desde ahí también despegaron Natacha Atlas (de origen egipcio y radicada en Bélgica, quien un año antes lanzó el influyente Gedida), y el Dj Cheb i Sabbah (fallecido en 2013), que más orientado al trance y el downtempo extremo pusiera en circulación ese mítico año Maha Maya-Shri Durga Remixed.
Banco de Gaia comenzó en 1989 y consiguió insertarse en la escena rave e incluso se presentó en el Festival Glastonbury. A partir del 2003 bajó de manera notable su actividad, pero la ha retomado en los últimos años siempre acompañada de espectaculares presentaciones audiovisuales, gran técnica para el sampleo y la incorporación de instrumentos acústicos.
La edición de aniversario, se da después del relanzamiento de Maya, e incluye el álbum original del 2000 y un segundo disco con remixes y material antes únicamente lanzado en vinyl a cargo de Jack Dangers y artistas del colectivo Disco Gecko, como Dr. Trippy y Andrw Heath.
De está manera podemos regresar a temas que evocan al faraón “Seti I” y a la pirámide de “Gizeh” a través de una edición numerada y de corto tiraje. De esta manera la aventura de exploración musical del Etno-techno cobra nuevamente actualidad y conecta con nuevas generaciones dispuestas a incursionar en un viaje a través de estéticas fascinantes y milenarias.
Algunas otras referencias al Etno-techno
Natacha Atlas, Halim (1997)
Astralasia, The Seven Pointed Star (1997)
Transglobal Underground, Rejoice Rejoice (1998)
Dj Cheb I Sabbah, Shri Durga (1999)
Table Beat Science, Tala Matrix (2000)
Asian Dub Foundation, Community Music (2000)
Karsh Kale, Realize (2001)
Talvin Singh, Ha (2001)
MIDIval Punditz, MIDIval Punditz (2002)
