Pocas figuras tras los tambores han brillado tanto por sí mismas como la que encarnó Charlie Watts durante décadas allá, al fondo del escenario, junto a sus entrañables Rolling Stones. Empuñando las baquetas, cada golpe dado a sus tambores resuena hasta el día de hoy; inmenso, titánico, tal como los pasos que da Satanás mientras camina hacia su infernal morada. Una de nuestras Satánicas Majestades ha partido y no tenemos más que hincarnos ante su legado rítmico con cinco temas donde sus tambores, forjados con lava, nos hacen sentirnos calientes, bien vivos.
TXT:: Alejandro González Castillo
“Paint it black“. Esos mazazos abridores que siguen a los arpegios de Keith Richards, ufff… simple y llanamente carecen de madre:
“Satisfaction“. Dos compases de tambores solitarios anteceden los ¡hey, hey, hey! revulsivos de Mick Jagger. Y a la fecha marcan la ruta de los rebeldes que no hallan alivio ni medicándose:
“Miss you“. Acá Charlie se cuela entre la guitarra de Ron Wood y el bajazo de Bill Wyman para mostrar lo atento que solía estar a la hora de elegir el matiz adecuado. Puro gozo lubricado a lengüetazos:
“Let´s spend the night together“. Equilibrio, eficiencia y, lo más importante en este caso: finura. Watts mueve el engranaje rítmico de este himno a placer; aprieta y relaja tuercas con maestría. Relojero cabrón:
“She´s a rainbow“. Aquí todo coincide armoniosamente. Y no hablamos exclusivamente de la ejecución de la banda con Brian Jones en estado beatífico, sino del universo en su totalidad. Belleza labrada a mano en una sola pieza, con cincel. Escuchemos este tema y recordemos la sonrisa de Charlie y el modo en que siempre empuñó las baquetas, con amor: