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Yoss Bones: “Lo doy todo: bailo, canto y perreo”

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Ambulante 2024

Se trata de dos personalidades distintas. No hay que confundirse. La que acá nos tiene es Yoss Bones; aunque, bajo su piel, quien habita y desde el fondo de su sentir habla es Jesica Yocelín Martínez Montiel. La primera es una mujer que “jamás será grosera ni altanera; pero sí exigente, porque como Yoss lo doy todo: bailo, canto y perreo”. Hablamos de quien está por presentarse en el Lunario para así dar un paso definitivo en su carrera. Aunque es la segunda quien responde esta vez las preguntas. Es ella, la “Yocelín hogareña, la loquita-tranquilona y antisocial” quien nos cuenta de sus demonios, así como se refiere a profetas y canciones, espiritualidad y muerte.   

“Muchas raspadas, muchas caídas con los hermanos y mucho deporte, atletismo y básquetbol, desde los cuatro años de edad”. Así fue la infancia de Yocelín en su natal Salamanca. Por esos días a su padre le gustaba dibujar, tenía un estudio donde trabajaba y ponía música. Aquella niñita iba allá para quedarse cerca de él, oyendo algo que iba a definir su futuro. Mucho jazz, harto soul. Aunque desde que la madre de Jocelín estaba embarazada pegaba los audífonos a su vientre. Joss Bones es quien es debido a que estuvo en contacto con la música incluso antes de adquirir consciencia.  

“Desde siempre canté, en la iglesia. Mis abuelos fueron pastores, entonces estaba en el coro. Luego tuve la oportunidad de presentarme en bares, para ganarme algo de dinero. Me fogueé mucho en ese ambiente, aprendí lo que significa dar show, con gente poniéndote atención. Porque en la iglesia tú no importas; puedes cantar muy bonito pero allá todo es Dios. En cambio, en los bares hay que cotorrear con la banda y yo siendo antisocial pues, sí, aprendí mucho”. Nacía Yoss Bones de esta manera. Mientras, Yocelín pasaba de la iglesia al antro en un chasquido, interpretando al micrófono “música muy de bar, rockerona“. Aunque ella misma acepta: “y me gustaba hacerlo, pero no era una actividad que me llenara”.

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Yoss Bones

Hubo que cambiar entonces. Moverse. Dirigirse a Alzada era una opción que significaba mudarse a Guadalajara. “Tuve que decidir si la mía sería una vida normal o me dedicaría a la cantada. Yo estudiaba diseño de moda cuando me salió la oportunidad de irme a Guadalajara. Tenía veinte años de edad.  Mis padres me apoyaron cuando no estaba segura de irme, de profesionalizarme. Allí estuvieron, diciéndome: “dale, nosotros estamos aquí”. Tenía que hacerlo, y hacerlo bien. Me fui a Alzada a chambear de verdad, a quedarme en el estudio escribiendo, haciendo canciones, aprendiendo cómo funciona este negocio. Yo no sabía de regalías ni de armonías ni de nada. Contaba con el don del canto; nada más. El resto lo aprendí con los muchachos de la Alzada”. 

Su llegada a Guadalajara fue definitiva. Todo parecía encajar. “A mí me ayudó ser mujer y desenvolverme en un ámbito de hombres. Porque relucía, todos me veían más. Hasta cierto punto, para mí fue una ventaja. Sí, cuando llegué a Alzada yo era la única mujer, y por eso era a la que más miraban. Lo supe aprovechar. Era la consentida”. De tal modo, buscó la manera de conciliar sus gustos e influencias musicales con tal de hacerse de una impronta personal. “Crecí en el ambiente cristiano, aunque paralelamente escuchando lo que oía mi hermano: mucho metal. Me crié con dos variantes. R&B y metal. Pero finalmente todo lo que hago con mis canciones es real. Hablo de cosas que he pasado, que he vivido. A veces sad, medio raras, pero reales”.

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Yoss Bones

Esas composiciones son las que le han permitido a Yoss vaciarse en un álbum, Bones, así como en más de cuarenta sencillos que la han llevado a extender su alcance a toda América de la mano de personajes como Santa Fe Klan, McKlopedia, Caloncho, AB Quintanilla III, Neto Peña, Samantha Barrón o Akapellah. En tal andar, la de “Debo entender” dice mantenerse “en una búsqueda constante, porque nadie sabe nada. ¿Dios existe? Hasta que nos muramos tendremos alguna noción. Yo por eso siempre estoy preguntándome cosas que me ayuden a mejorar como persona. Mis canciones me auxilian en ese sentido, a canalizar. Mi espiritualidad me permite balancear el cotorreo para no volverme loca”.

Hablando de espiritualidad y futuro, Yoss Bones platica de espacios sagrados mientras recuerda cuándo supo de la existencia de “las profetas. Mujeres que se preparan para darle La Palabra a la gente, para ser el conducto de Dios. A mí desde chiquita me decían que iba a llegar a eso, que cuando cantara los demonios iban a salir huyendo. Cosas fuertes. Y pues cerraba los ojos y me veía en una tarima, frente a mucha gente. Nomás fluía. Desde entonces dejé que mi cuerpo soñara. Y mira ahora dónde estamos”. Y sí, gran pregunta, ¿dónde está ahora mismo Yoss Bones? Ella misma cuenta que justo donde prefiere quedarse, donde auténticamente se halla, es en el estudio de grabación:

“Para mí, estar en el estudio es como cantar en la iglesia. Porque el templo es zona santa, hay que quitarse los zapatos para entrar, por ejemplo. Y yo así veo el estudio de grabación. No es un lugar de trabajo, en realidad es un sitio donde sacas todo lo que traes, por eso está cargado de tanta energía”. Bones reflexiona desde el temor al llegar a este punto; se da la oportunidad de pensar en demonios que acechan e inmovilizan. ¿Cuál es el suyo ahora mismo? “El demonio del fracaso me persigue. El miedo a que lo que estoy haciendo no valga la pena. Ese demonio es el que me pregunta: ¿Y si no la armas? Y yo le digo: ¡cállate ya, cállate!”.

A un sexenio de trabajo, con un Lunario (17 de agosto, 20:30 hrs) aguardando y todo el pasado y presente que acá se ha desmenuzado, Yoss Bones se anuncia lista para lo que venga. “Estos seis años han sido gratificantes. Me he caído un montón de veces, pero voy por buen camino. Veo hacia atrás y agradezco. Y miro el presente con amor. He dado un paso gigantesco. Trato de no fantasear, procuro que mi cabeza esté centrada. Aunque siempre termino sorprendiéndome”. La chica cierra recio, manifestándose sin espacio para las dudas: “No me arrepiento de nada. En la vida, todo sirve para aprender. Y sé que quiero matar a ese demonio del que hablé. Fluir. No sé si mañana estaré. Todo es efímero. Somos polvo”.

Alejandro González Castillo

Alejandro González Castillo

Periodista, y escritor también (porque parece que no es lo mismo). Cruza párrafos con compases. Le gustan las olas, leer y chelear chachareando; además de escuchar discos dejando salir el humo por los ojos.

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