Lo tienen bien claro, por eso dicen que “no hay más”. Su música suena a “Violencia, amor y euforia”. Así lo explica Salvador Urbaneja, quien en entrevista toma el mando filosofal de VVV (Trippin´you) previo a su presentación en la CDMX el próximo 30 de septiembre, en Supremo, al lado de Prismatic Shapes, Vacíos Cuerpos, Nueve Desconocidos y Martyrxxs. Aquí la invitación del músico: “Gente, por favor, venid a vernos, porque de lo contrario jamás podríamos volver y os queremos mucho. Gente de Guadalajara, CDMX, Toluca y Puebla: gracias por escucharnos y hacernos sentir tan bien. Hacer música adquiere sentido gracias a ustedes”.
“Nos escriben mucho por mensaje privado, personas de México pidiendo que vayamos para allá. Estuvimos en aquellas tierras el año pasado y nos sentimos muy bienvenidos. Se notaba que el público estaba ilusionado, y era recíproco. Si nos muestran ese interés, esto se traduce en una pasión nuestra por repetir. Así todo tiene todo una justificación”. Urbaneja habla de esta manera de lo que VVV (Tripin´you) encuentra al pensar en México y sus oyentes (a lo lejos, Elinor Almenara y Adrián Bremmer asienten) y luego, a modo de contraste, explica cuál ha sido la peor experiencia de la banda en directo: “La primera vez que tocamos luego del Covid, estábamos frente a gente sentada, a una distancia absurda, usando mascarillas. Nadie podía moverse, apenas era posible aplaudir. Muy extraño. Nuestra peor experiencia encima de una escenario, sin duda”.
¿Y la mejor? A la fecha, cuál ha sido el momento más sublime que VVV (Tripin´you) ha experimentado en directo? Salvador responde: “Cuando tocamos hace poco en Madrid, en el Ochoymedio, una sala que cuando yo me mudé a los 19 años de edad a Madrid visitaba para ir de fiesta, cada fin de semana. Tengo un montón de historias ahí, siendo chaval, y más viniendo de un pueblo muy pequeño. El hecho de conocer una sala tan grande fue algo especial; estaba acostumbrado a discotecas para 100 personas. Y luego el círculo se cerró hace poco: acabé dedicándome a la música, dando un concierto completamente lleno, ahí mismo, con todos gritando nuestras canciones. Cerré una trama de mi vida de forma muy emocionante, tanto que me hizo llorar”.
Y algo similar sucederá en Supremo próximamente. Obvio, tendrá lugar con esas tres palabras que la banda proclama como efectivas para calificar su sonido rondando el aire: “violencia, amor y euforia”. Un trio de cuidado que, tal como ocurre con Almenara, Bremmer y Urbaneja, es importante atender con los sentidos afilados. Mientras la fecha se acerca, leamos al mismo Salvador desarrollar cada uno de estos vocablos, todo con tal de acercarse más al sentir de sus escuchas.
Violencia
“Todo lo que viene derivado del estilo de vida turbocapitalista es violento. La forma en que las clases obreras especialmente son obligadas a acatar, con tal de comer y pagar la renta, lo es. ¿Por qué deberíamos pagar para tener una casa o comida? Esas cosas básicas para sobrevivencia. Las clases bajas sufren por conseguir todo esto, y en realidad debería completamente al revés. Para nosotros, ésta es una forma muy clara de violencia, tanto como una pelea física, por ejemplo”.
Amor
“El amor significa precisamente escapar de todo lo que acabo de decir previamente. Hay muchas formas de ver al amor, pero finalmente se trata de la justificación que encontramos para sobrellevar ciertas circunstancias, pues solemos justificar el dolor gracias a que existe el amor. Vivimos en un mundo cruel, esto es prácticamente un matadero; aunque finalmente encontramos esa luz que hace que la condición humana valga la pena. Puedes localizarla en una pareja, una amistad o la música misma. A pesar de la maldad del mundo, el amor nos hace seguir adelante. Así olvidamos un poco el resto, que es horrible. Sin amor no funciona el mundo”.
Euforia
“¿Qué es la euforia? Pues son esos picos amorosos de la vida. Los momentos donde el amor se manifiesta de modo vehemente, cuando todo explota. Ocurre si das un concierto ante un montón de personas, al enamorarte de alguien o al momento en que estás en un club y, con alcohol o drogas encima, todo adquiere sentido y es maravilloso. Uno se aferra a eso, a los momentos donde todo tiene sentido, se vive por y para eso. Nosotros vivimos así, en busca de la euforia, constantemente, nos gusta sentir aquello a través de lo cual nos reconciliamos con la vida. Trabajamos a diario y cuando llega el fin se semana buscamos desahogo, bailando en una sala oscura, sacando todo lo acumulado tras pasarla mal. La euforia es la explosión de todo lo que nos vamos guardando”.
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