Música

Vivirás en mi playlist por siempre

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Ambulante 2024

Conectarte con una persona que ya no está y rememorar lo que te hacía sentir es entender el poder que tiene la música. Su influencia se vibra en las notas que escuchas y en las letras que tarareas mientras tus emociones entretejen instantes pasados que se experimentan tan vívidos como el presente.

TXT:: Valeria León

El soundtrack de una etapa se esgrime como un rompecabezas que aflora retazos de memorias radiantes. No sólo es la canción que te recuerda a alguien, sino la manera en la que te permite acercarte a ese ser al que ya no ves o con quien rompiste lazos.

La música disuelve los tiempos para conformar lo que el compositor Philip Glass bautizó como “el momento exquisito”; una forma de pensar en la memoria en la que presente, pasado y futuro embonan en un instante. La conocida reina del soul Aretha Franklin lo confirma: “te transporta al momento preciso cuando las cosas sucedieron”.

Desde la canción que te unió a alguien hasta esa selección musical que te acompañó en un proceso, siempre hay un tema que te abre los ojos y el corazón, como también existe otra que te permite sanar durante una ruptura o un duelo. Ahí reside su poder, te llevan de una primavera eterna a un infierno chiquito.

Un músico me confesó algo que se convirtió en su mantra: “Cuando haces pública una canción ya no eres su dueño. Ya no te pertenece, es de quien la hace suya”.

Esa persona que te enseña el poder de la música, permanecerá. Como el que hoy no está pero vivirá en mi playlist por siempre.

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“Muchos músicos cuentan con un entendimiento instintivo sobre cómo los sonidos interactúan en el cuerpo. Ellos saben y sienten cómo la música impacta de una manera en la que ningún otro arte puede hacerlo”, detalla Elena Mannes en su libro El poder de la música. “Es un acto íntimo”, así lo describe el violinista Daniel Bernard Roumain; “Literalmente te penetra”. Es por eso que hay canciones que creemos que nos tocan y nos desnudan, arrancan sentimientos y desbordan emociones contenidas, dolores no necesariamente físicos, como la sensación de impotencia que genera no poder estar con alguien.

Con la pandemia el duelo se convirtió en un asunto cotidiano, de relaciones rotas y partidas inesperadas. Durante los últimos meses, Taylor Swift trabajó en su más reciente álbum, Evermore, nominado a cinco premios Grammy, incluyendo Mejor álbum del año. Al anunciar el lanzamiento, Swift publicó una dedicatoria especial: “A quienes se apoyan en la música para afrontar la ausencia de seres queridos. Hice esto para ustedes”.

Escuchar una canción te permite llorar y sanar. Incluso hay estudios científicos que van más allá al demostrar que la música puede cambiar nuestros estados de ánimo, combatir la depresión y mejorar nuestro flujo sanguíneo. Una reciente investigación, publicada en la revista científica Nature Neuroscience, demuestra el incremento de los niveles de dopamina hasta en un 90 por ciento cuando una persona escucha una melodía que disfruta.

Las canciones se convierten en un bálsamo para el alma llenando vacíos que espinan.

“La música descubre cosas que ya estaban ahí, ayuda a que salgan en una especie de renacimiento”, relata el autor de How to stop time, Matt Haig.

El director de ópera Jonathan Miller coincide al afirmar que “el verdadero rol de la música no es evadirnos de nosotros mismos, sino llevarnos a nuestro interior”.

Para los músicos es aún más sanadora la experiencia musical, pues es una forma de drenar y ordenar su sentir. Para el famoso compositor y productor inglés Ed Sheeran hacer música significa convertir una experiencia negativa en una positiva. En una entrevista concedida a la BBC en el podcast “Desert Island” en 2017, explicó que si algo le sucede, su manera de entenderlo es escribiendo canciones, como una forma de terapia.

Para quienes no tenemos el don de escribir canciones pero si de sentirlas, trabajamos con nuestros músculos. Un intenso efecto surge cuando se hace en colectivo. En su libro Music and the mind, el psicoanalista Anthony Storr afirma que una de las funciones primarias de la música en todas las culturas es hacer que la gente se una, hasta alcanzar un estado de trance a través del ritmo. La música puede ser tan poderosa como una droga que acompañe tu duelo emocional, encontrando expresiones que no puedes poner en palabras o explicaciones para una despedida. La música esboza sonrisas nostálgicas pero también imprime sentimientos futuros, así se aventura a decirlo la filósofa americana, Suzanne Langer: “Tiene el poder de evocar pasiones que ni siquiera hemos experimentado”.

En ese sentido, la música nos brinda nuevas oportunidades para escribir una historia diferente. Una que aún no sucede y que podemos, a través de sonidos, imaginar en un mejor escenario, desde donde nos gustaría seguir construyendo esa playlist de la mano de ese ser especial que en el mejor de los futuros permanece a tu lado y no sólo en remembranzas de lo que fue. En una incierta playlist, aún por definirse.

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Staff

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