TXT:: Juan Carlos Hidalgo
La historia del rock español no sería la misma sin un compositor y guitarrista tan excelso como Antonio Vega, un tipo de una sensibilidad extraordinaria y un sutil sentido poético, que desparramó primero en Nacha Pop y luego como solista. Su capítulo existencial se cerró en mayo de 2009, cuando tenía 51 años, a causa de un cáncer, pero su salud había mermado por su fuerte adicción a las drogas.
Nacha Pop editó su primer disco en 1980 y antes de separarse en 1988 ya habían lanzaso 6 álbumes de estudio y un directo; su nombre siempre estaría ligado a los mejores años de La movida madrileña, un estallido que dio nombre y apellido a la cultura juvenil española tras el franquismo.
En esos años, el escritor Alfonso J. Ussía lo que quería era ser musico y se acerca a Vega para convertirse en su amigo, aprendiz y asistente personal. Establecen una relación de estrecha complicidad y se adentran en el mundo del arte y los excesos.
A la postre, el novelista decidió hacerse llamar Andy y convertir a Antonio Vega en Polo Targo para darle amplitud a una historia que es completamente de No ficción, pues fue armada con los recuerdos de su inserción en la escena rockera y adicta de aquel momento.
Es así que aparece Vatio, editada por Coba Fina, y cuya estructura y prosa están muy influidas por Gay Talase y Tom Wolfe; del libro ha escrito el periodista Arcadio Falcón: “Es una novela intensa, basada en hechos reales y llena de música, drogas, tristeza y redención… Yo no entendía, por ejemplo, cómo una persona puede estar en el cielo y en el infierno el mismo día, y eso era alguno común en la vida y el círculo de Antonio”.
Ussía no descarta llevar la novela a la pantalla, por lo que no utilizar los nombres reales le dio más libertad de movimientos, y es así como pudo contar con soltura total los problemas con los vendedores de droga, sus visitas a las favelas más peligrosas y los viajes -de todo tipo- en condiciones paupérrimas.
Por supuesto que también hay pasajes dedicados a plasmar su relación con la música y la composición; para Alfonso J. Ussía también hay que destacar en Antonio Vega su gran capacidad como guitarrista y no sólo como autor de grandísimas letras -que es por lo que más se le valora-.
En Vatio el telón de fondo es un Madrid que ya no existe -el de La movida– y ello le aporta al libro un tono nostálgico, que se suma al aspecto vivencial del narrador. Antonio Vega es visto a través del cristal de los años tal como era el hombre de carne y hueso, y no la leyenda maldita que ha perdurado. Una vez más, la literatura puede ser más fidedigna que lo que cuenta la historia oficial; he aquí una vertiginosa novela que evoca a Nacha Pop, el rock y sus excesos. No en vano Alfonso J. Ussía ha contado durante la promoción del libro: “Antonio Vega me llevó al infierno y me trajo de vuelta”.