Música

Rafael Catana: “tengo una veladora para el rock mexicano”

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un cantautor a quien bien le podemos poner el calificativo de legendario. No sólo formó parte de aquel movimiento rupestre
Ambulante 2024

Rafael Catana es un cantautor a quien bien le podemos poner el calificativo de legendario. No sólo formó parte de aquel movimiento rupestre que a mediados de los ochenta fue importante para propulsar nuevamente el rock mexicano, también ha llevado un “invisible” activismo en diferentes comunidades y apoyado a distintos movimientos sociales. Desde hace 20 años, además, conduce Pueblo de patinetas en Radio Educación. Hace unos días, al lado de la Rooster Band (Luis Corro, batería; Damián Martínez Martínez, bajo; Gustavo Beltrán, piano y teclado; y Miguel “Gallo” Esparza, guitarra), presentó  Ruido en el corazón, su séptimo disco, en donde conjunta músicos de diferentes generaciones. Pretexto ideal para charlar con él.

TXT:: David Cortés / FOT:: Shidharta Naranjo

Tienes una larga trayectoria como cantautor, pero también te preocupa la memoria. No es usual que los músicos lo hagan, ¿por qué tú sí?

Tiene que ver con qué le vamos a dejar a nuestros hijos, a las nuevas generaciones.  El neoliberalismo borra todo y una de las cosas interesantes de todo esto es recordar nuestras raíces y éstas a veces son muy frágiles porque no tenemos memoria. 

Este disco es un quiénes somos y hacia dónde vamos. Trabajaste con productores de diferentes generaciones, ¿por qué?

En medio de la pandemia de pronto me quedé solo, en una ciudad apocalíptica, con montones de muertos.  Tuve una conversación con Óscar Fuentes y me dijo, vamos a trabajar, y después se picó y así empecé a buscar a los hermanos Ernick y Adolfo Romero [El Zapotal, La Barranca], a Mauricio Sotelo [Cabezas de Cera]. Pero el que se encargó de organizar todo, junto conmigo, es Lorenzo Lagrava.
Con Christian López, un productor argentino, hice un tema: “Ando buscando”, entonces tuve la suerte de que el guitarrista de Fito Páez tocara en él y así empezó esta vorágine. Volví a trabajar con José Luis Montiel, con quien hice El nagual, pero él vive en Bélgica; y con Luis Gerardo Márquez… es allí donde viene la memoria, cuando era chavito vi una vez a Árbol, en un hoyo fonqui terrible. Era una época extraña, pensábamos que el rock mexicano no tenía futuro. Allí hay una raíz: Luis Gerardo Márquez, con su hijo, hace el arreglo de “Sierra Madre”. 

A pesar de que son diversos productores, hay un eje, lograste darle unidad al disco.

Aunque no lo quiera, tengo un sello y ese sello es mi voz, pero también es característico lo minimalistas que son mis canciones, son muy sencillas. Aquí hay dos cosas que sí quisiera comentar: invito a componer a Federico Schmucler, (“San Salvador”) y también hay una canción que rescaté e hice con Toño Canica (“Pachuco Portola”). Es la primera vez que invito a componer a alguien, pero es terrible, te das cuenta de que está mi sello, lo cual es horrible.

“San Salvador” es una canción muy triste, hay mucho dolor vertido allí…

Tiene que ver con el desamor que hemos vivido, qué te cuento yo a ti, cabrón. A la hora de la hora, el desamor nos persigue, siempre buscamos a alguien que de pronto aparece y desaparece. El Salvador es una memoria, pero yo quería un sonido actual. 

 “Gringo” me recordó a Malcolm Lowry, en “El vado” invitas a Iván Rosas…

Lo que pasa es que en este rollo de la memoria se nos olvida que hay muchos músicos mexicanos que están allí, olvidados, abandonados, con talento, pero como ellos no se mueven, entonces hay que moverlos.

La canción 12 es “Toncho”. Abiertamente has confesado tu admiración por él. ¿Es uno de los grupos de los setenta que más te marcó?

Hubo varios, pero Toncho, como dice la canción, es un ángel con el torso roto, porque murió muy joven y su hermano también. Yo los vi en el Auditorio Nacional hace cincuenta años, le abrieron a Christie y luego los vi en los hoyos fonkis. Tal vez las grabaciones ya no funcionan porque son de otra época, nadie se ha preocupado por remasterizarlas… hablo de mí, de mis necesidades artísticas y el caso de Toncho es mi raíz… ¿Y por qué no tenemos esa memoria? Nos dan pena nuestras raíces, aunque no a todos.

¿Pena o un complejo de inferioridad muy fuerte que no hemos podido superar?

Las dos cosas. Ese complejo tiene que ver con la racialización que está pasado ahora. Tal vez Charlie Monttana era güero de rancho, pero era un tipo talentoso, aunque muy feo; pero era maravilloso, a lo mejor no te gustaba, pero lo disfrutabas por su kitsch. En el caso de Toncho, con alguien que diga quién es este wey y lo escuche, ya gané. 

¿Por qué dejaste el activismo?

De pronto la energía se gasta y dices, voy a concentrarme en la música, pero eso no quiere decir que no vaya a tocar a algún lado; ahora nos estamos pronunciando porque la policía de la CDMX agredió a Belafonte Sensacional y eso no puede pasar.  También tiene que ver con el caso de “San Salvador”, la revolución nicaragüense se fue al carajo, pero eso no quiere decir que uno deje de pensar en la libertad, porque sí creo que el trabajo colectivo es importante. Más que tocar, el patín es seguir haciendo música, el trabajo profesional de compositor.

¿Cómo es que después de tantos años aún tienes fe en el rock?

Porque es rock subterráneo, independiente. Hay muchas bandas triunfadoras, pero sigo creyendo en el rock mexicano porque está La Barranca, Belafonte Sensacional, el Haragán y Compañía y tal vez porque hay una historia y esa historia es parte de la mía. Tengo fe en este rock mexicano independiente, autogestivo, que va siempre a contracorriente.

Pero a veces uno se cansa…

Yo lo sé, pero lo tomo con buen humor.

Ahora que mencionas el buen humor, ¿cómo te definirías: romántico u optimista incorregible?

Creo que valgo madre porque soy un optimista excesivo. La onda es primero creer en tu trabajo y creo en el mío y en ese sentido lo tomo con buen humor. Sé que un día los rusos se volverán locos e invadirán América Latina, pero el rock mexicano se quedará en la nube y alguien lo escuchará.

¿Crees?

Tengo una veladora. En esta época en donde todo es individualismo, este apocalipsis no será permanente. Y tengo un problema, no me puedo retirar porque tengo un ejemplo muy fuerte en mi vida: León Chávez Texeiro, quien acaba de cumplir 86 años. Algún día tendremos que irnos, pero por lo pronto tenemos que hacer algunos discos más.

Staff

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