La contundencia le gana al lugar común. Decir que Los Bunkers lograron dos noches históricas en el Estadio Nacional de Santiago de Chile no es una frase hecha, sino verdad pura. A dos años de su reencuentro, dieron cierre majestuoso al tour Ven aquí en su país, el sábado 27 y el domingo 28 de abril, con un par de citas masivas y eufóricas ante 50 mil personas por noche.
TXT:: Alberto Castillo / FOT:: Cortesía de Los Bunkers
Con conciencia plena de la relevancia de llegar a ese coloso (que sólo Los Prisioneros habían llenado también dos veces, en 2001) para los recitales más grandes de su carrera, el quinteto de Concepción aprovechó a tope los recursos sonoros, visuales y sobre todo emotivos que el recinto les dio y ofreció una experiencia de alta clase y un componente político potente.

Ante un estadio rendido y entusiasta, Álvaro López, Gonzalo López, Francisco Durán, Mauricio Durán y el refuerzo valiosísimo de Cancamusa en la batería, pasaron lista a 34 de sus canciones en tres horas sin desperdicio. Es así que Los Bunkers reflejaron fielmente en la cancha de Nuñoa la dualidad que los ha marcado: son capaces de concebir fascinantes himnos pop y otros de furia rockera y, por otro lado, nunca abandonar su combatividad con canciones de recio reclamo social, siempre adorando el legado musical de su nación.

Con sus mayores éxitos agitaron a la masa (y dedicaron βLa velocidad de la luzβ a su compañero ausente, Mauricio Basualto, en recuperación por un episodio de hipertensión), pero regalaron también momentos pensados para esta cita de alto presupuesto audiovisual: una genial colaboración con los personajes de 31 Minutos en βUna nube cuelga sobre míβ o la invitación a Pedropiedra en los teclados y a una sección de vientos y cuerdas para una versión delirante y psicodélica de la suite formada por βEl mismo lugarβ, βTardeβ y βAbrilβ, de Barrio estación, que no tocaban desde 2009.

Otros dos momentos sellaron especialmente estas noches en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos (usado como campo de concentración para prisioneros políticos en el golpe militar pinochetista de 1973): el uso del memorial a los desaparecidos por la dictadura para cantar un set acústico con βLa exiliada del surβ, de Violeta Parra, además de βCalles de Talcahuanoβ, βEl detenidoβ y βEntre mis brazosβ. En el ocaso del recital llegó el otro instante de alto simbolismo: un dueto virtual con Víctor Jara en βEl derecho de vivir en pazβ. Para la parte final reservaron βCanción para mañanaβ (también inspirada en la oscura etapa de dictadura) y armaron una fiesta de despedida con βNo me hables de sufrirβ y βLlueve sobre la ciudadβ.

Fue un fin de semana emblemático para el rock chileno, marcado porque también Los Tres tocaron ambos días en una arena de Santiago (y aún tienen dos noches pendientes). Pero el hito conseguido por Los Bunkers en el Estadio Nacional merece una valoración histórica a otra escala.

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