Música

“Curvatura” de Leslie García + Rogelio Sosa

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Rogelio Sosa, Leslie García
Ambulante 2024

 

Darse el permiso de explorar y entrar en un trance creativo

 

TXT: Jesús Pacheco (@peach_melba)

 

Este texto es publicado por cortesía de Ensamble.

 

 

 

El álbum Curvatura, de Leslie García y Rogelio Sosa, es el primer trabajo que firman en conjunto, el resultado de algo descrito por Sosa como “un ejercicio de exploración mutua en tiempo real”.

 

¿Cómo surge esa colaboración? De una manera casi azarosa. Aunque Leslie sabía del trabajo de Rogelio desde hace varios años, no había convivido con él, hasta que, en 2017, compartieron la residencia de Aki Aora y los encuentros del Fonca durante el periodo en que Rogelio era tutor de música y Leslie realizaba un proyecto en nuevas tecnologías con Manrico Montero como tutor. Desde ese momento tuvieron mucha afinidad creativa y surgió la idea de tocar juntxs en algún momento. En 2021 pudieron concretarlo. Sin embargo, no tenían planeado hacer un disco. Los movía únicamente el interés de tocar juntxs. Al final, terminaron generando material para dos discos. El primero de ellos es Curvatura.

En la construcción del lenguaje musical que alcanzamos a escuchar en este material se menciona la intuición. ¿De qué manera intervino la intuición en su creación?

“Fue algo que nos dimos cuenta posterior al proceso de componer las piezas”, cuenta Leslie. “Cuando terminamos de grabar, nos dimos cuenta que generamos material para al menos dos discos, y que todo eso había pasado sin que nadie estableciera ningún concepto, ningún acuerdo; simplemente estábamos en la zona y dejamos que la música sucediera”.

Rogelio, por su parte, llama a esta colaboración “un ejercicio de exploración mutua en tiempo real; de escuchar y confiar en el otro para ir abriendo poco a poco caminos que ninguno de los dos conocíamos en nuestro propio trabajo. Creo que la intuición solamente emerge confiando en uno mismo y en el otro”.

 

Se habla de que buscaron que no hubiera acuerdos previos o fórmulas definidas. ¿De qué manera invocaron entonces la confluencia de ambos universos, el de Leslie y el de Rogelio? ¿Cómo fue el punto de partida?

Leslie García: Creo que todo ocurrió de forma muy orgánica, montamos nuestros instrumentos en el estudio de Rogelio. De entrada, la imagen de esa gran mesa que parecía un centro de control de alguna nave espacial ya marcaba mucho lo que sucedería. El hecho de que la nave estaba estacionada en algún lugar de Valle de Bravo entre árboles y agua. Estuvimos cerca de cinco días completamente inmersxs, día y noche, en este proceso que iniciaba por las mañanas con el ejercicio de sintonizar nuestros instrumentos de forma paralela, y en ese proceso comenzaban a emerger formas sonoras muy interesantes. En algún punto del proceso, alguien decía “grabemos”, y eso podía tomar entre 15  y 20 minutos, tomar un café y repetir el proceso. Algo curioso es que en esos procesos, muy raramente hablamos; realmente era entrar en el mundo sonoro y comunicarnos desde ese lenguaje. No recuerdo que definiéramos un concepto, solo nos dimos permiso de explorar.

Rogelio Sosa: Fue un momento muy especial. Tuvimos la oportunidad de sumergirnos durante varios días en hacer música fuera de la ciudad. Siento que este disco —y uno más que vendrá pronto— funcionaron bien, porque logramos entrar en una especie de trance creativo. Si bien comenzamos improvisando, muy rápidamente logramos convertir ese caudal en un ejercicio de composición en vivo en el que las reglas del juego se delimitaron rápidamente y logramos acotar el flujo de ideas para dar homogeneidad y coherencia a la música.

 

Podemos imaginar que las colaboraciones más interesantes surgen del encuentro de visiones aparentemente alejadas entre sí. ¿Qué les atrajo a cada unx de la idea de colaborar con alguien más? ¿Y qué les atrajo de la perspectiva del otrx, que les resultaba estimulante la idea de colaborar?

Leslie: Siempre me ha parecido muy potente la forma de generar sonido a partir de efectos casi exclusivamente que utiliza Rogelio, y su forma de performar en vivo, de crear vórtices y rituales con su sonido. Creo que para el punto donde inició esta colaboración ya lo había escuchado en vivo en momentos muy especiales; además, tenía referencias de su trabajo anterior. Pero sobre todo, mucho respeto por su práctica y mucho cariño. Rogelio es un gran amigo. <3

Rogelio: En los últimos años me comenzaron a parecer muy conflictivas las músicas que basan la mayoría de su discurso y propuesta en la espontaneidad y el ruido. A pesar de haber visto crecer a mi propia música en ese universo durante muchos años, llegó un momento en el que sentí que debía de mutar. En esa búsqueda me identifiqué con el trabajo de Leslie. No solo por la originalidad y el oficio que tiene en su práctica musical, sino también por la sinceridad y humildad con la que crea.

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¿Y qué hallazgos personales encontraron en el proceso sobre sus propias maneras de trabajar y de concebir la música? O dicho de otro modo, ¿qué descubrieron sobre la marcha y qué tan distintxs se encontraron a sí mismxs una vez transcurrida la colaboración?

Leslie: Para mí, lo más interesante fue que, a pesar de tener formaciones muy distintas, Rogelio como pianista y compositor, yo como artista sonora, hay mucho en común en cuanto a nuestra relación con el sonido y la tecnología y sobre la forma en que concebimos lo musical. Y eso nos permitió crear desde una postura completamente libre y abierta a lo que fuera emergiendo en el proceso.

Rogelio: En mi caso particular, utilicé por primera vez estrategias y herramientas que nunca había utilizado. En particular, sintetizadores modulares y sincronía de pulso global con alguien más. Mi especialidad durante los últimos años fue la síntesis por feedback procesado, así que incluir estos dos nuevos elementos a mis estrategias compositivas amplió considerablemente el rango expresivo de mi música.

 

¿Se plantearon que la máquina fuera una tercera colaboradora en este trabajo en conjunto?

Leslie: La máquina y la electricidad son inherentes a la música electrónica, es nuestro medio y es indivisible de quien ejecuta.

Rogelio: Si bien cada vez utilizo más instrumentos acústicos en mi música, las máquinas, las señales de audio, las perillas y los cables son las bases de mi trabajo.

 

Si en un trabajo solista la llegada del momento de nombrar las piezas suele ser complicado, podemos intuir que al tratarse de una colaboración, debe ser doblemente difícil. ¿Fue así? ¿Cómo fue ese proceso con Curvatura? ¿Cómo deciden llamarle así? ¿Y cómo fue la decisión de nombrar cada uno de los tracks?

Leslie: Para nombrar el disco y los tracks seguimos un proceso creativo a manera de correspondencia muy poético. Escuchamos cada track, y cada quien propuso un nombre o una idea. Luego lo revisamos entre ambos hasta que llegamos al punto que se sentía correcto. Reducir el gesto a lo mínimo y que cada track fuera solo un concepto, una palabra que describiera su naturaleza por completo.

Rogelio: Ponerle nombre o títulos a la música siempre me ha parecido uno de los ejercicios más interesantes dentro de la música. El título complementa esa parte no verbalizable de la música y dirige en gran medida la interpretación de quien escucha. Siento que este disco es muy redondo en ese sentido.

 

En varios de los tracks hay por ahí latidos queriendo manifestarse, por decirlo de alguna manera. Como si algo de ellos quisiera inclinarse por el movimiento, aunque ese impulso termine apagándose. Y el material termina con un track que alude a un trastorno del movimiento, una falta de coordinación que afecta el caminar, las extremidades, el habla… ¿Qué tanto Curvatura fue una reflexión sobre el movimiento o la falta de él en tiempos de encierro?

Leslie: El material de Curvatura tiene una naturaleza muy electroacústica, y al ser los primeros tracks de nuestro ejercicio de composición, están cargados del proceso que cada uno vivió de forma individual durante la pandemia, y posiblemente se trata de ese paisaje sonoro de la vida interna de cada uno. El ritmo aquí es despertar de un letargo, un ritmo que refiere a nuestras vidas internas, más allá de la idea estética o estructural de la música. 

Rogelio: Efectivamente, la dimensión periódica del disco está más basada en el latido y la sincronicidad que en el ritmo. Creo que hubo un interés por no dejar de lado estos aspectos y se manifiestan de forma muy orgánica. Como dice Leslie, hay una suerte de despertar o resurgimiento de pulso de vida en todo el disco.

 

Finalmente, cuéntenme sobre la pieza visual de Sofía Papadópulos. ¿Cómo fue el proceso creativo con ella hasta llegar al arte para Curvatura?

Sofía es una colaboradora habitual de Ensamble. Índigo nos puso en contacto con ella. Después de escuchar el álbum y darle algunas referencias de su propio trabajo comenzó a generar algunas propuestas. A ambos nos gustó lo orgánico y, al mismo tiempo, su forma de proyectar imágenes desde la ruptura y ambigüedad de las mismas. Definitivamente nuestro sonido es una oscuridad contenida en luz y su trabajo expresa muy bien esa naturaleza.


 

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