En mi anterior novela llamada Ya no más canciones de amor tomé como personaje a una derivación del músico español Bravo Fisher, que en 2016 había editado su álbum Solos, y en el que había un synth pop algo oscuro y deudor del trip-hop, que alimentó tanto mi estado de ánimo como mi rumbo escritural.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
En aquel tiempo establecí un estrecho vínculo emocional entre ese disco de Bravo Fisher y lo que ocurre al interior de la historia, en la que un músico sin nombre enfrenta una depresión profunda que le lleva a perder a su pareja mientras que también debe hacer frente a la enfermedad terminal de su padre; las canciones de Solos aparecen a lo largo y ancho de toda la novela.
Es por ello que no me sorprende que esa conexión espontánea con lo que hace Bravo Fisher se repita; ahora surge una vez más cuando decide hacer una versión de “Corazón contento”, una canción editada en 1968 por Palito Ortega, una enorme figura del pop hispanoamericano, cuyas canciones y películas contribuyeron de forma decisiva a la formación sentimental y amorosa de muchos de nosotros.
Por su parte, Guillermo Galguera –Bravo Fisher– refiere que a él le llegó por Marisol, quien fuera muy exitosa en el medio español, y que hiciera una aparición para RTVE precisamente junto a Palito Ortega, totalmente memorable.
Ahora es traída al siglo XXI a través del juego de sintetizadores que nutre el pop electrónico de Bravo Fisher; la nueva versión comienza lenta y conserva la alternancia de voces -masculina y femenina-, pero que sorprende cuando tira de un ritmo latino (casi un reguetón triste) por un fragmento para luego volver a convertirse en una torch song electrosa.
Mentiría si no anoto que me emociona la aparición inesperada de este cover, con todo y su renovado tratamiento musical -mucho más downtempo que la original-; una vez más el pasado emerge para inyectarle vértigo al presente.
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