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Beirut: “Una buena melodía pop puede darle significado a tu vida”

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Ambulante 2024

Zach Condon, responsable de darle vida a Beirut, acaba de publicar un trabajo transitorio. El más importante de toda su carrera. Hadsel (Pompeii Records, 2023) es la sexta placa que el músico registra en estudio y nos sitúa en un momento agridulce en la existencia de su autor, quien en entrevista profundiza a raíz sobre el sucesor de Gallipoli (4AD, 2019).

Primero hay que tomar en cuenta que el disco surgió en un periodo caótico para Condon, quien, luego de una serie de afectaciones en sus cuerdas vocales, se vio obligado a parar su itinerario definitivamente, dejando incompleta una gira (que incluía dos fechas en el extinto Plaza Condesa de la CDMX). A esto seguiría la pandemia y su incertidumbre; aunque el desorden también atrajo un puñado de canciones, las que dieron como resultado Hadsel

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¿En qué momento del proceso de recuperación de tu voz decidiste retomar la música como medio de sanación?

Es la única forma que conozco para hacer las cosas. Todavía tengo algunas molestias en la garganta y la mayoría vienen del estrés, ya que soy un tanto neurótico. Desde muy joven, como a los 14 años de edad, comencé a hacer música que me ayudó a superar los años más oscuros de mi adolescencia, en los que fui muy solitario y me sentía bastante jodido. Sufrí insomnio, incluso padecí mis primeros ataques y descompensaciones a los 19 años de edad; desafortunadamente fueron bastantes, eso es hereditario.

Después me di cuenta de que eso mismo no me dejaba saber quién era cuando despertaba, porque sufría episodios de despersonalización pero, incluso mucho antes de saber de lo que se trataba realmente y cuál era mi propósito en la vida, desde entonces ya estaba haciendo música, porque siempre ha sido la forma más terapéutica que he hallado para enfrentar mis demonios. Ahora ni siquiera tuve que esperar a que el doctor me diera indicaciones para volver a cantar; desde antes ya estaba trabajando con modulares y sintetizadores.

El disco tiene un tono de inflexión bastante suave y sanador. ¿Lograste dar la vuelta a todo lo que arrastrabas y sentías de forma física y mental?

Así fue, pero el problema no está del todo acabado. Cuando terminé lo estructuré de forma en la cual se pudieran percibir las subidas y las bajadas con tal de llegar a lo más alto de la oscuridad para luego salir de ahí. Todo para darte cuenta de que las últimas canciones son mucho más optimistas. Sin embargo, la realidad es que, y lo he dicho mucho últimamente, la gente que batalla con problemas de salud mental ha entendido que no es tanto que superes o deseches esos padecimientos, sino que aprendas a vivir con ellos. Con este disco logré identificar todo lo que estaba mal y lo que me estaba deteniendo, aprendí a aceptar que es algo con lo que tengo que lidiar de ahora en adelante. Puedo vivir con ello.

Me gusta pensar que el disco plantea una reinvención total de tu carrera.

En muchos sentidos sí. Lo mejor es que por primera vez en mucho tiempo no sentí presión respecto a concretar el concepto del disco ni sobre la gente que siempre está juzgando la forma en la que dirijo mis álbumes. Creo que eso es lo más interesante, porque precisamente le da frescura y hasta ingenuidad, en el buen sentido, a mi trabajo. Pensé tanto en todo lo que me pasó que en algún punto vi cómo mi carrera se estaba desvaneciendo, por eso me di permiso para ser un niño de nuevo y explorar por primera vez en mucho tiempo. 

Recuerdo que en todos los discos que hice después de The rip tide (Pompeii Records, 2011) tuve visiones muy claras de que la gente que escuchaba lo que yo hacía estaba realmente neurótica. Y desde ese momento analizaba bien cada paso a seguir, cómo se iba a percibir, cuánto me iba a tomar conseguirlo. Asumía quién se pondría feliz o quién se enojaría. Es una forma horrible de trabajar y no quisiera volver a hacerlo así. Para este álbum quité todo eso, pero de todos modos me encontraba en un estado raro, de total desolación. Quiero decir, simplemente sucedió, no fue intencional.

¿Qué te llevó específicamente a refugiarte en la isla Hadsel, en Noruega, y por qué se convirtió en la principal fuente de inspiración para las canciones de tu nuevo álbum?

Estoy aquí ahora mismo. Cuando vivía en Nueva York, solía ir cada invierno a unas cabañas en el bosque. Me encanta la nieve y encender fogatas. Para mí, es lo más cercano a la paz en todos los sentidos. Siempre busco experiencias y escenarios similares. Viví en Berlín casi siete años. Llevo mucho tiempo intentando arrastrar a mi banda a este tipo de lugares tan lejanos, glaciales, porque para mí es el ambiente ideal para desarrollar mi trabajo; pero todos me dicen que no, que van a volverse locos en la oscuridad y el frío, lo que me resulta raro porque, ¿en qué otro lugar del mundo podrías sentir esa sensación de refugio?

Los inviernos siempre me han parecido atractivos, esenciales, siempre me han gustado los extremos. Cuando estoy ahí, con la nieve y la noche, me siento seguro. Y esa era la idea, porque en realidad quería recuperarme. Entonces tuve que deshacer a mi banda, y simplemente informé que ya no podría completar el resto del tour y a toda esta gente que dependía de mí y que puso mucho esfuerzo y empeño en mi proyecto le tuve que enviar a casa, prácticamente con las manos vacías. ¿Sabes? Sé que no es fue muy agradable, pero tuve que aceptar que simplemente ya no podía hacerlo. Eso me hizo sentirme como una especie de animal herido, buscando un refugio; lo que de algún modo me atrajo más de este lugar donde me encuentro.

Para el disco colaboraste con un personaje local de Hadsel llamado Oddvar, con quien pudiste utilizar un órgano del siglo XIX. ¿Cómo fue esta experiencia?

Él era el organista de una iglesia hermosa a la que empecé a ir todos los días. Nos dio acceso a todo lo que hay ahí mientras preparaba el lugar antes de ingresar a los funerales que se realizaban durante el día. Me acostumbré a esto bastante rápido. Él me permitió utilizar sus órganos, los cuales son muy especiales y no pueden conseguirse hoy en día. De hecho, tomé varias fotos de su colección, ¡tiene una habitación llena de ellos, su familia le ha pedido que deje de coleccionarlos!

Utilizamos muchos de sus órganos de bomba, nos obsesionamos. Finalmente entendí el sonido tan envolvente que sale de ellos. De hecho, yo tengo uno muy parecido desde los 15 años de edad, en Nuevo México; la gente simplemente se aparecía con ese tipo de cosas en mi casa, creían que estaba bien ir a botarlas ahí. Fue divertido volver a recordar lo vivido con esos órganos.

Hablemos de “So many plans”. Para mí, tiene una conexión especial con la música mexicana, ya que el uso de la trompeta se alinea 100% con el sentimiento del mariachi.

Tienes razón, la trompeta en esa canción está inspirada totalmente en el mariachi, la vibración, la intensidad con la que se tocó y el tono, pueden apreciarse tal cual en la mezcla. Toma en cuenta que al crecer en Nuevo México estaba rodeado de mariachis, y la verdad esa es la razón por la que aprendí a tocar la trompeta. Solía ir a ver mariachis en las plazas de Santa Fe durante las fiestas. Recuerdo haber pensado que para mí esos eran verdaderos rockstars. Era como cuando de chavito vas a un concierto de rock y ves al guitarrista ejecutar un solo; yo pensaba que quería hacer lo mismo, pero con la trompeta. Creo que es lo que mejor me sale, y de forma más natural. Desearía poder viajar más estos días porque en realidad extraño mucho a México.

En el otro extremo tenemos canciones de Beirut como “Island life”, “The tern” y “Regulatory”, canciones pop perfectas que adornan una suerte de caos musical.

¡Gracias por eso! También me gusta llamarlas así, porque crecí con una dieta musical muy estricta de canciones de los Beach Boys y los Beatles. Si escuchas lo que hacía Brian Wilson, notarás que es algo muy similar. Se la pasaba soñando despierto y conectaba con otros a través de la música y su obra. Para ser completamente honesto, no sé cómo funciona todo esto, sólo entiendo que la música siempre fue mi único interés. 

En Berlín me involucré en la escena musical vanguardista, esa era la única constante y en lo que realmente me interesaba. Pero ese mundo no me movió de la misma forma que lo hicieron las canciones pop. Para mí, una canción y un sonido realmente deben contar con una razón de ser, demandar atención, interés. Sólo una buena melodía pop puede lograr eso. Es mucho más profundo para mí atender ese tipo de música, es como encontrar el significado de la vida. Pero, además, ¿quién podría explicar realmente por qué una melodía pop es tan buena? Ni siquiera tendría sentido, nadie puede hacerlo.

Además de ser un disco de Beirut que te regresa a las raíces, por haberlo grabado y compuesto completamente por tu cuenta, vas a lanzarlo bajo tu propio sello, Pompeii Records. ¿Qué sucedió con la 4AD?

A veces me da la impresión de que estoy lidiando con más cosas de las que puedo. Fue una decisión consciente y se derivó completamente de mi situación en 2019, cuando le pedía a la banda que nos separáramos. Igual estaba buscando respuestas en mis discos anteriores, pensando que había delegado muchas ocupaciones a los demás alrededor de mi música. Entonces quise saber qué pasaría si comenzaba a hacer lo opuesto, encargándome absolutamente de todo.

Lo siguiente que pasó con el sello discográfico es que tuve las quejas comunes que cualquier otro músico llega a tener; por más que me gustara formar parte de 4AD los del sello seguían presionándome para hacer todo más comercial. Además, me pedían cambios específicos en mi obra, básicamente cosas que no quería hacer: más videos, por ejemplo. Yo no me sentía inspirado y a ellos no les importaba, tenía que entregarles un video. Ese tipo de cosas me movieron de ahí. Quería obtener de nuevo cierta libertad artística.

De hecho, March of the Zapotec (Ba Da Bing, 2009) fue el primer disco de Beirut que lancé por mi cuenta, porque quería trabajar de otra forma. Le dije lo mismo a las personas de 4AD, y respondieron que estaba bien, pero que tendrían que mandar a gente a supervisarme. Evidentemente no lo permití. Les dije que estaba en mi idea más arriesgada y que correría el riesgo por mi cuenta. Me hice cargo de todos los gastos y, de hecho, he seguido haciendo lo mismo desde ese momento. Manejar un sello es bastante estresante en realidad, tienes que lidiar con un montón de asuntos sin terminar y, sobre todo, eres tú quien pone todo en juego, incluso tu propio cuello.

La portada del disco define muy bien el momento que vives, es muy sencilla y directa, pero no por ello simple…

El edifico de la portada lo dibujó mi socio, lo que lo hace aún más personal. Lo que era extremadamente importante para mí con el disco era transmitir la energía y la belleza de este lugar. Tiene unos paisajes que te quitan el aliento, además son súper inspiradores. Quería evitar a toda costa que se sintiera ajeno, que se notara que era el punto de vista de un turista, ya sabes, con una narrativa de influencer o de fotógrafo de Instagram. Era vital mantener un espacio en blanco o abierto, para que cualquier persona que se acercara al disco tuviera su interpretación abierta. Por eso mantuve todo lo más minimalista posible. 

Admito que al inicio me aterró un poco hacerlo así, porque llegué a pensar que igual la gente lo iba a ignorar. Pero me alegra haberlo hecho porque de lo contrario habría revelado mucho con cualquier otro diseño y eso hubiera arrastrado a la gente a la dirección incorrecta, en lugar de permitirles crear una experiencia por sí misma. El otro elemento que encaja a la perfección es la soledad que hay en la portada. Me gusta la idea de que todo pueda estar debajo de un mismo techo enorme.

Escucha Hadsel, el nuevo disco de Beirut

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Joel Rodríguez

Joel Rodríguez

Es mercadólogo, periodista y baterista entregado totalmente a la cultura pop, el cine y la literatura (con especial debilidad por las biografías musicales). Colecciona vinilos, discos compactos, devedés y blurays. Su director favorito es Jim Jarmusch, su chela preferida es la estilo Pilsner y su mejor taco es el de pastor.

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