Música

Tres ejemplos de jazz made in México para exportar

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Ambulante 2024

La actividad jazzística crece en el país. Si bien la CDMX se mantiene como el epicentro, también es cierto que sus ecos los podemos encontrar en lugares tan lejanos como Berlín. A continuación se aborda la labor de tres proyectos donde búsqueda artística y alto grado interpretativo se mezclan para crear música de primer orden con calidad de exportación, totalmente Made in México. Nos referimos a Adriana Camacho & Stefan Christoff, Losbienraros y Tom Kessler.

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Adriana Camacho

La contrabajista Adriana Camacho, cuya luz alumbra intensamente la escena, se une al pianista canadiense Stefan Christoff para bordar Años y minutos (Moon Villain, 2023), disco introspectivo, suave y melódico, marcado por un diálogo fluido. La pareja se permite explorar, aunque la tónica general es la de tejer siete cuadros impresionistas cuyo corte inicial es un poco de tanteo, pero cuando arribamos al segundo tema (“¿Los amigos son eléctricos?”), ambos se muestran ya muy compenetrados y en “Un pájaro azul”, mientras Camacho pulsa su instrumento y lo toca con el arco, Christoff se explaya con suavidad y crean un paisaje relajante, sensación que también aflora en “Notas en la sombra”.

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Stefan Christoff

La improvisación se da en el jugueteo instrumental de “Praying for the aliens”; “En el parque”, Camacho usa la flauta en la intro, mientras Christoff toca uno de los pasajes más idílicos del disco al que se le unirá el contrabajo de ella más adelante. ¿Cómo se mira la mar desde la urbe?, parecen preguntarse estos dos y la respuesta llega en el corte final de la obra: “Thinking of the sea”. Camacho crea al comienzo del tema un efecto de vendaval y Christoff marca el ritmo del oleaje, no embravecido, aunque sí vivo; y cuando el contrabajo se le une, se entra en un periodo de calma que conforme nos acercamos al final se torna un poco, sólo un poco, agitado. 

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Losbienraros / FOT:: Rafael Arriaga

El saxofonista Ernesto Andriano es otra presencia constante en los sitios en los cuales nace la música in situ. El grupo Losbienraros, del que es integrante, entrega Suena como descompuesto (Edición de autor, 2022), una grabación muy cruda, registrada en directo al lado del mercado de Zicatela y que, a propósito, se escucha como si se reprodujera mediante un radio desvencijado y con las bocinas en mal estado. El cuarteto (lo complementan Jesu Piceno, batería, objetos, glockenspiel; Pech, bajo; y Klaus Sour, guitarra) se acerca en momentos a la fusión, especialmente cuando a Sour le da por hacer rápidas incursiones como puede ser el caso de “Tris tras” o el corte que da título al álbum.

Sin embargo, la esencia de Losbienraros está en la improvisación y el free jazz. Es en esas vertientes, que se confunden a cada instante, en las cuales consiguen los momentos más interesantes de la placa: “Violeta glitch”, “Marea en altas”. Incluso en los temas lentos (“Amar solo al mar”) o en aquellos en donde se trasluce un poco del folclor de la región (“Máquinas de hacer baro”) se mantiene esa tónica. Suena como descompuesto cierra con “Amapolas” el corte más largo del álbum y también el más arriesgado, interesante y en donde a la improvisación se une la experimentación. Hay mucho que esperar de esta agrupación.

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Tom Kessler / FOT:: Marisela Pérez

Por su parte, Tom Kessler es oriundo de Guadalajara pero radica en Berlín desde hace cuatro años. En Ajolote (2023) se vale de la guitarra y una caja de ritmos/sintetizador construido con software y hardware de código abierto para crear una obra marcada por la música latinoamericana, la electrónica experimental y el free jazz, aunque no a partes iguales. “Carraca” comienza con percusión a la cual se agregan instrumentos disonantes poco a poco; la guitarra toma un papel de liderazgo, primero de una manera lúdica, aunque cuando la disonancia inicial  se “reconfigura” adquiere la forma de un ritmo de inflexiones latinas que lleva a la guitarra a practicar una manera más melódica con rasgos de son, que sigue siendo juguetón e incluso bailable.

Festín” es un corte breve, una dislocación de circuitos cibernoides aderezada rítmicamente que se extiende y explaya de mejor manera en “Hoy dame” y en donde nuevamente encontramos la influencia de los ritmos latinos, aunque ésta se da de forma “tergiversada” por la experimentación que derrocha Kessler con sus artilugios. “Piedrita” podría ser una balada, pero en realidad lo único que la ata a este género es el medio tiempo en el cual se desarrolla. La “extraña” fusión practicada por el guitarrista si bien funciona porque en su simiente lo que a él le interesa es combinar esos dos mundos en los que se ha movido, el jazz melódico y la experimentación, consigue mejores resultados en algunos temas. Tal es el caso de “La cincuenta y cinco”; “Río”, en donde a la latinidad se unen la electrónica dando al corte un tono robótico por momentos que después toma un tono muy cadencioso; o “San Juan Cosala”, melancólica composición con resabios de bolero.

Ajolote cierra con “Viogani Refegoa”,  un colofón experimental a este disco que, el propio Kessler dice, “surgió de una búsqueda personal que empujo los límites de lo que puedo expresar a través de la improvisación, la composición y la programación; es la culminación de años de experimentación, de la necesidad de crear algo honesto”.

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Losbineraros / FOT:: Rafael Arriaga
David Cortés

David Cortés

Escritor, periodista, melómano, escucha insaciable de rock mexicano y del mundo. Tiene la sospecha de que detrás de una buena canción, libro o película, siempre hay una historia de amor.

Auditorio BB