Un domingo de marzo de 2004 pudimos presenciar en directo en el zócalo capitalino a uno de los artistas que mejor representaba a la Francia Árabe; como parte del Festival Radikal Mestizo, que organizaba Pacho, contemplamos la desmadrosa actuación de Rachid Taha, entusiasmado aquel día con vestirse de charro y que subió al escenario con varios tequilas encima.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Rachid Taha es una figura de culto (fallecido en 2018), pues supo amalgamar al raï argelino con la fuerza del rock y hasta un poco de electrónica hacia el final de su carrera; he allí el punto de contacto con lo que hacen Acid Arab, un proyecto de entrecruzamiento entre la tradición musical árabe con la electrónica más potente.
En su nuevo álbum, titulado precisamente Trois (Tres) y representado también por un símbolo árabe, se escucha la voz de Rachid Taha; precisamente en el octavo corte de un total de 10 y al que han titulado, nada menos, que “Rachid Trip”.
Este tercer disco celebra 10 años de un colectivo que va variando el número de sus miembros por temporada, pero que tiene en su núcleo a Guido Minisky y Hervé Carvalho, además de centrarse en la inclusión de voces procedentes del Magreb, Turquía y Siria (países estos últimos afectados por un reciente terremoto).
La presencia de esas líneas vocales invitadas es notoria desde la inicial “Leila” a cargo de Sofiane Saidi y prosigue con Cem Yildiz que hace “Döne Döne”. Pero la mejor parte de la entrega viene con las siguientes dos canciones: “Ya Mahla” que canta Wael Alkak y “Halim Guelil”, interpretada por Cheb Halim.
Acid Arab hacen una estupenda mezcla de voces de diferentes rangos y las aplican a un conjunto de temas que está ocasión aceleran y tienen a mayores bpm, Ellos parten desde París, pero vaya que hacen una minuciosa búsqueda de registros vocales, que en esta ocasión ocupan de una manera que nos encontramos en el pináculo de un rave.
Ese frenesí salvaje que producía Rachid Taha emana también de lo que hacen Acid Arab, una iniciativa muy seria y lograda a la hora de propiciar el diálogo musical entre Occidente y la tradición árabe; en esta ocasión es más el techno quien impone sus reglas en cuanto al ritmo y son las voces las que provocan el trance y el encanto.
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