“Quedando quieto y con una diadema escarlata en el piso. Donde a los pocos minutos llegaron insectos voladores y reptantes a cumplir su función de la descomposición”; así termina uno los cuentos de Omar Durán Guerra, que llevó a la Editorial Gato Blanco a formularse el siguiente planteamiento: ¿Qué puede salir de la pluma de un autor mexicano que radica en Canadá, realizando investigaciones biológicas y que lidera un proyecto que construye un puente entre la música, la literatura y la ciencia?
Y para resolverlo compilaron la antología de cuentos Quince cuentos inusuales, una serie de textos que se despegan de las convenciones del género y que cuentan con pasajes que, sin esbozos de falsa timidez, nos remiten a la ciencia ficción al estilo Stanisłav Lem, al escalofrío del relato de terror que se contonea entre la voz de Edgar Allan Poe y el gótico sureño, con sus oprimentes paisajes característicos.
En este recorrido, a través de varios submundos, nos topamos con distintos registros narrativos que también se muestran apenas como murmullos de monólogos personales, pero también como construcciones complejas con dos o más vueltas de tuerca integradas en un mismo cuento; piezas de un retorcido rompecabezas que tienen títulos como Gris desconocido, El vientre y el mar y Mascotas y esclavos.
Lo que permanece de principio a fin es una peculiar voz de autor, una con la que Omar Durán Guerra se expresa a sus anchas en cada uno de estos quince anómalos cuentos. Al final su deseo es tender un halo escritural que va envolviendo poco a poco todo el entorno.
Para completar el trabajo editorial de parte de Gato Blanco, Quince cuentos inusuales cuenta con cinco portadas, realizadas por la ilustradora Boli Nolasco y que exprimen hasta la última gota la visión de esta inusual atmósfera literaria y la llevan hasta un mundo gráfico igual de atractivo.
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