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Wilco en el Frontón México: Corrosión, Valium, muerte, rock & roll, etc.

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Ambulante 2024

Es bueno estar vivo. Es bueno saber que morimos. Es bueno saber. Concentra así su sapiencia Wilco, sus ya casi treinta años de existencia fonográfica. La sentencia, po(n)derosa, está incluida en el track que abre su álbum más reciente, Cousin. Una oración relente que, inherente, arranca el encuentro de Jeff Tweedy y sus camaradas ante la audiencia capitalina en el Frontón México. Y desde ahí, con las prudentes líneas de “Infinite surprise”, sí, se sabe, que el corazón no hará más que irse quebrando a lo ancho de la cita. Exactamente en 22 pedacitos. Canción tras canción.

Recinto repleto, y desde donde se esté es posible apreciar cada detalle escénico. Todo en su sitio, todo a la mano sobre un tapete guinda. Con ello a favor, se piensa, “hombre, qué bien se le dan a Tweedy esa clase de cavilaciones, las que considera en “Infinite surprise” (casi seis minutos de desplazamiento)”. Lleva rato practicándolas, finalmente; un modelo cercano sería “On and on and on”. Pero allá el piano marca el pulso (en el impecable Sky blue sky), mientras que en el tema que nos dice “hola” este domingo frío de diciembre, es Glenn Kotche quien emula el trote de las manecillas de un reloj titánico mientras John Sirratt lo persigue sereno sobre el bajo; al tiempo, Pat Sansore y Mikael Jorgensen rellenan con armonías los espacios entre segundos y Nels Cline halla el modo de mostrarnos el caos que atrae notar el paso del tiempo mientras se va al fondo de otra mirada.

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Wilco / Foto: Liliana Estrada / OCESA

Dice Jeff al micrófono que hace tres años estuvo bajo este mismo cielo citadino. Cierto. Ocurrió apenas unos días antes de que el infierno dejara abiertas sus puertas y terminásemos encerrados por meses, con el miedo de perder la vida en las calles. Cuando recuerda esto, el músico sonríe brevemente, se muestra así cómplice. Es que compartimos respiros, todavía. Es bueno estar vivo, recalca. Con esto adentro va a ir cambiando de guitarras, quitándose el sombrero únicamente para avisar que va a rompernos el corazón, o para reverenciar la impecable labor de Cline. Jeff Tweedy, el sobreviviente, se merece palmas de pie. Cómo no, si pasó de beber refresco de dieta y fumar cigarrillos a consumir Valium para luego a escurrirse en farmacias de poca monta con tal de cambiar entradas para ver a Wilco por puños de analgésicos de todos colores.

Así es que, más o menos lejos de dolores adormecidos, hoy los de Chicago desbordan sus dotes en la colonia Tabacalera. Se van tendidos y nos tunden. Abogan por lo más reverenciado de su repertorio. Se llevan largas ovaciones “Missunderstood” (muy por delante), “Jesus, etc.” (con la ayuda vocal de Mint Field, la banda abridora), “I´m trying to break your heart” y las narcóticas “Handshake drugs” y “A shot in the arm”. Aunque “Impossible Germany” jamás deja clientes sin levitar y la muy beatle “Hummingbird” siempre acude a picotear el cuello a quienes están por extraviar sus mejores memorias. Por su parte, palpar en directo composiciones como “Pittsburgh” o “How to fight loneliness” reitera que las bandas que importan dominan diversos matices, y que los discos poseen texturas jamás replicadas bajo reflectores. La fineza se expande, y al hacerlo arde.

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Wilco / Foto: Liliana Estrada / OCESA

Tras echar chispas con “California stars”, el sexteto se faja con “Spiders (kidsmoke)”. Besos humeantes. Poesía telescópica. La bondadosa soledad. Se alcanza allí el clímax. Con arañas patonas masajeando nuestras cabezas. Con todos imitando los rasgueos de esas guitarras que más allá de estar filtradas por la distorsión parecieran operar bajo las leyes de la corrosión. Es el encore. No va a quedar de otra que huir de ahí con el Monumento a la Revolución como testigo de nuestra existencia. Agradecidos por estar vivos, entendiendo que estar al tanto que vamos a morir no va tan mal finalmente. Es bueno saber, dijo el del sombrero. Y nos pelamos con eso echo bola en la cabeza.

Wilco anda tras las cortinas del foro, con todo y sus 800 canciones encima, allá van los músicos contentos tras terminar el año ejecutando sin fisuras; nosotros andamos hacia casa asintiendo en silencio entre pasos, con las manos en los bolsillos, dándole scroll mental a las postales que quedarán guardadas en nuestras cabezas luego de esta cita magnífica, ideal para cerrar el año. Contestándole así a Tweedy la pregunta que lanzó antes de alcanzar la médula de “Missunderstood”: “Sí, Jeff, todavía, todavía nos gusta el rock & roll. Tu rock & roll”. 

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Wilco / Foto: Liliana Estrada / OCESA

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Alejandro González Castillo

Alejandro González Castillo

Periodista, y escritor también (porque parece que no es lo mismo). Cruza párrafos con compases. Le gustan las olas, leer y chelear chachareando; además de escuchar discos dejando salir el humo por los ojos.

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