Cultura Pop

Fiebre por los vinilos, ¿cómo llegamos hasta aquí?

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Ambulante 2024

Desde su aparición a finales de la década de los años 40 del siglo pasado, los discos de vinil se convirtieron en un objeto cotidiano en muchos hogares alrededor del mundo. Hasta los últimos días de la década de los años 80 era común hallar colecciones familiares conformadas por los famosos LP’s, mismos que fueron desapareciendo gracias a la portabilidad del CD. Recuerdo ese sentimiento de obsolescencia al comparar los vinilos con los cedés, el molesto ruido entre canción y canción de los long plays contra la “claridad” sonora de los discos compactos. El futuro lucía brillante, como el reflejo de nuestros rostros ante el nuevo formato. 

Hay muchas historias de personas que literalmente tiraron sus vinilos a la basura, otras los malbarataron y no faltaron los que simplemente los regalaron. Aunque aparentemente la promesa de un mejor sonido se había cumplido, la de que los cedés fueran más baratos nunca llegó, al menos en esos años. A la distancia, resulta interesante ver cómo la industria condiciona los gustos y las tendencias, porque no recuerdo en esos momentos a la gente quejándose por las portadas pequeñas, o poniendo en tela de juicio cuál formato tenía mejor sonido o si los vinilos tenían más calidez. Al contrario, se consideraba que las ediciones en digipack eran verdaderas obras de arte. 

“No, amigo, sólo tenemos cedés

Hubo quienes fueron cautelosos y guardaron sus vinilos, aunque como muchos, también cayeron en la tendencia y compraban discos compactos. Algunos afirman que el final de los años 90 fue uno de los mejores momentos para comprar vinilos a precios prácticamente de regalo, ya que se creía que el formato estaba muerto y que hacerse de esos objetos era comparable a acumular basura, sin ningún valor. Hay una anécdota personal de un viaje a Londres en 1998. Pregunté en la tienda Tower Records de aquella ciudad si había vinilos a la venta y un empleado me respondió con tremenda carcajada; “no, amigo, sólo tenemos cedés”. Sin embargo, en ese mismo viaje, visitando algunas librerías de viejo, encontré algunos discos de Gary Numan y Ultravox al precio de  una libra esterlina (unos quince pesos de aquella época). 

En los dosmiles, con la aparición de Napster comenzó la marea de descargas de música en formato Mp3. El origen de las plataformas de streaming de hoy en día y el “final” del último sobreviviente del formato físico, el todopoderoso disco compacto. Poco a poco la gente se fue acostumbrando a la intangibilidad de la música, tal como menciona David Byrne en su libro Cómo funciona la música (2012). Ante la revolución digital sobrevino la lenta extinción de la piratería, algo muy notorio principalmente en Tepito y el Tianguis Cultural del Chopo. En la segunda mitad de la primera década del Siglo XXI, algunas disqueras independientes como Elefant Records, en España, comenzaron a editar en formato vinilo títulos de su catálogo, tirajes limitados que atendían a un sector muy particular de su público. 

Fue en 2008, con la primera edición del Record Store Day, que se nacería la chispa que encendería la fiebre por el vinilo que vivimos en la actualidad. Si bien para ese año tiendas como Amoeba mantenían un stock compuesto principalmente por vinilos usados intercalados con algunas novedades editadas en vinilo, los precios reflejaban todavía una incertidumbre por el futuro del formato. Aún se podían encontrar discos de uno o dos dólares, y ciertos títulos considerados de culto a quizá unos diez o quince dólares. Esta situación se repetía por esos años en Europa. Por ejemplo, en una tienda en la ciudad de Liverpool llamada Hairy Records se podían encontrar sencillos de Depeche Mode de 7” en cincuenta centavos de libra (unos diez pesos de aquellos años).

El aprovechamiento del hype

Algunos coleccionistas en México señalan que 2017 marcó el inicio de la fiebre del vinilo a nivel mundial. Esto debido a varios factores, entre ellos la consolidación de las plataformas de streaming, la cual generó un efecto de revaloración de los formatos físicos. Ahora, si bien las plataformas son prácticas y proporcionan un amplio catálogo de artistas y de música, con ellas se empezó a valorar, citando nuevamente a David Byrne, “la tangibilidad” de la música. Sobrevino una resistencia. Evitar sucumbir ante un formato que carece de soporte físico. La industria del disco vio aquí una gran oportunidad para atrapar, además de los coleccionistas de toda la vida, a nuevas generaciones, ávidas por productos de sus artistas favoritos, en este caso sus discos con sendas ediciones principalmente con vinilos de colores. Tiendas como Amoeba empezaron a albergar en sus anaqueles una cantidad importante de discos nuevos, junto a muchas reediciones de clásicos firmados por The Beatles, The Doors, Metallica y Nirvana, entre otros. Hoy en día, visitar Amoeba se ha convertido, además de una excursión paradisiaca para los melómanos, en un visita turística obligada en Los Ángeles.

En pleno 2024 podemos afirmar que a pesar de que el 91% de la música se consume a través del streaming, los vinilos han alcanzado un nivel de popularidad bastante alto, al igual que sus precios. Ya se habla de una burbuja que en cualquier momento se podría reventar. Mientras que en el documental Vinyl Nation (2020) se menciona que el costo de los discos en Estados Unidos ha aumentado de manera proporcional a la inflación (es decir, que el precio de un disco es proporcionalmente igual en los 70 a nuestra época actual), en México nos encontramos ante precios que se elevan principalmente por el costo de la importación, y por otro lado debido a las exigencias de un mercado que tiende a la reventa entre los mismos vendedores. Son estos quienes se aprovechan el hype, sobre todo el generado por los nuevos fanáticos del formato, con ganchos como primeras ediciones, vinilos de color y ediciones nacionales sobrevaloradas. Esto da como resultado un mercado cada vez menos accesible para un público más amplio. En este sentido, el futuro del vinil luce incierto, resta disfrutar de la música mientras la aguja siga recorriendo los surcos.

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Jacobo Vázquez

Jacobo Vázquez

Nació en la Ciudad de México. Fue locutor en Ibero 90.9 FM del programa Mole Mogollón. Es autor del libro El rock fue su idioma, una crónica sobre el boom del rock en español en los años 80.

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