Durante la primera edición del californiano Festival Coachella tuve la suerte de presenciar una seguidilla prodigiosa que incluyó a The Art of Noise, Underworld y remató con The Chemical Brothers; electrónica en plena efervescencia y crecimiento que terminó por fundirse con la cultura de masas. Quizá durante el final del siglo XX no nos preguntamos acerca de la duración y vigencia de una andanada que nos hacía sentir que danzábamos en el corazón del futuro.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Y hoy estamos en pleno siglo XXI –bien entrados-, escuchando For That Beautiful Thing y parece que apenas ha transcurrido un instante, pero la verdad es que ya superamos la doble década… aun así la música que crean Tom Rowlands y Ed Simons ha seguido mutando y con ello seguir sorprendiendo a sus seguidores –que se cuentan por miles-.
Debo señalar que al momento de aparecer “Goodbye” –el cuarto track- el momento se estira y se incendia; todo el poder del Big beat llega a nuestros oídos… una estampida de percusiones, efectos, parones súbitos y recomienzos; una erupción de lava digital que todo lo arrasa y que nos hace amar a los sintetizadores.
Pero “Goodbye” no está sola, llega acompañada de una pieza que exalta el coqueteo con el pop de parte de The Chemical Brothers y que una vez más los reúne con Beck; “Skipping Like The Stone” contiene una especie de coro angelical y un deseo irrefrenable de que la fiesta jamás termine. Hay que reconocer que además de esos grandes saberes para la maraña electrónica poseen un enorme sentido melódico.
Y ello enlaza a la perfección con “Live Again” y “For That Beautiful Feeling”, las dos canciones que hacen con la francesa Halo Maud (que pertenece del sello Heavenly), que tienen esa pátina totalmente de la casa, pero con el agregado de una sutil voz invitada; quien lo diría, esos brotes de hedonismo nos han durado casi tres décadas –aunque el cuerpo lo resienta, la mente lo celebra-.
Lo mejor de estar ante el décimo álbum de esta mancuerna química es que no se siente que hayan perdido actualidad e interés; cierto, poseen un sonido muy identificable y quizá sean el auténtico bastión del Big beat, pero basta con darle play a “The Weight” para sentir en cuerpo y alma la contundencia y un coro que arenga a la acción misma: “who’s gonna take the weight, who’s gonna take the blame”.
Esta fiesta se ha alargado y no tiene para cuando acabar.
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