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Rogelio Garza: en bici y en drogas, el tiempo, la distancia y la velocidad son relativos

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Ambulante 2024

Pocos periodistas pueden decir que han vivido entre dos siglos, tal y como le sucede a Rogelio Garza, quien, además, también se desempeña como publicista y escritor, además de ser un cletómano y melómano de hueso colorado.

TXT y foto:: Lizbeth Gómora

El de Ciudad Satélite ha construido una comunidad sólida y fiel de lectores que sigue su trabajo hoy día en medios como Depósito Sonoro, Gunk y El Cultural, del diario La Razón. Además de ser un adicto a las bicicletas, a la música grabada en formato físico y a una que otra sustancia, este viajero en dos ruedas ha publicado Las bicicletas y sus dueños y Zig-Zag. Lecturas para fumar. Actualmente trabaja en dos nuevos libros.

Conversamos con él sobre su libro más reciente, Bicicletas y otras drogas. Rilas, roles y rolas, adicciones, temores y uno que otro pasaje personal.

En tu crónica “Memorias de un biciloco” hablas cuando tu mamá te regaló una bicicleta. ¿Qué significó para ti ese obsequio?

Soy quien soy por las bicicletas. La que mencionas, una BMX, me cambió la vida. Ha sido la decisión más inteligente que he tomado: tuve que elegir entre ella y un radio portátil. Me cambió la vida; era un niño muy gordo, ansioso y deprimido. Con ella me liberé de ello a punta de pedalazos, y hoy sigo en ello. La bicicleta me dio libertad y la sensación de seguridad, de que nada me puede pasar sobre ella, lo cual he pagado cara y dolorosamente.

¿Cómo es la sensación al estar rodando sobre una rila?

Subirme a una bicicleta es pura magia. Siento que camino en el aire y vuelo con los pies.

Para ti la bicicleta es una droga. ¿Qué motiva esta comparación?

Cuando pedaleas una bicicleta en el cerebro suceden una serie de conexiones y sinapsis neuronales que dan como resultado las endorfinas, neurotransmisores como la dopamina y la adrenalina que te dan euforia y placer. En bici y en drogas, por ejemplo, el tiempo, la distancia y la velocidad son relativos. En los dos casos te diviertes, aprendes y te caes; viajas física y metafísicamente. Al final terminas relajado, tranquilo, con hambre y sueño.

¿Por qué la rila es contracultura?

Porque atenta contra un mundo creado para el coche. Es una solución muy sencilla para los problemas que padecemos en la sociedad de consumo. Hay gente enriqueciéndose con esta situación, por eso no quiere cambiar. El narcotráfico y la despenalización de las drogas son un ejemplo. Hay intereses políticos y económicos que se resisten a la regulación y consumo de sustancias.

¿De qué manera habría que promover el uso de la bicicleta, sin caer en clichés ni hacerla un estandarte de alguna militancia?

Siempre me salgo del cuadro cuando me preguntan esto. Los activistas de la bicicleta pedalean por causas urbanas, ambientales, sociales; por movilidad, salud, género. Yo el único ismo que practico es el ciclismo y sólo tengo una causa: el placer. Todo lo demás llega por añadidura.

¿Qué bicicleta serías si pudieras convertirte en una?

Una BMX. Sus cuadros me embelesan. De la serie de Cobra Kai sólo rescato una secuencia: cuando Johnny adolescente mete un casete en su walkman y suena “Don’t look back” de Boston mientras pedalea por el suburbio. Así fue mi adolescencia y parte de mi juventud.

Tu investigación sobre bicicletas y drogas ha sido vasta, ¿de qué manera ha influenciado esta labor en tu manera de experimentar la bicla y las sustancias?

He vivido más de la mitad de mi vida con la teoría en la mano izquierda y la práctica en la derecha. Las bicicletas y las drogas me atraparon desde la adolescencia en esa búsqueda de algo que me ayudara a escapar de la ansiedad y la depresión. Unas y otras han sido como las dos ruedas sobre las que se mueve mi vida. Entre la preparatoria y la universidad se volvieron temas de estudio. Me gusta leer sobre las sustancias que consumo y las bicicletas que pedaleo. Es como si E.T. fuera guiando tu BMX mientras vuelas.

Si pudieras reencarnar en una droga, ¿cuál serías y por qué?

Sería un ácido. La primera experiencia con LSD es inolvidable porque te transforma. Basta un hit para no volver a ser el mismo. Es una experiencia sensorial y extrasensorial. Y su historia me enloquece porque está encadenada a la bicicleta. Su descubrimiento en 1943 sucedió mientras el bioquímico Albert Hofmann pedaleaba del laboratorio a su casa. El primer trip de ácido fue en bicicleta. Y los diseños de blotter art me enloquecen.

 

¿Cómo es el espacio en donde sueles escribir y cómo te preparas para hacerlo?

No tengo un horario fijo para escribir; sí un espacio acondicionado para ello. Ahí procuro contar con algo para beber, ya sea té, café o cerveza, y acostumbro fumar mariguana y tener mucha música.

¿Cómo hacer periodismo con rigor y de calidad, cuando el número de clics e inmediatez se imponen?

Eso no es periodismo, es contenido. En todo caso hay que tratar de guardar un equilibrio con el dichoso algoritmo para que no sea un contenido vacío o falso. Y para eso el periodismo sí es útil.

Algo que predomina en tu vida y trabajo, además de las biclas, es la música. ¿Qué banda fue la que te inició en ese viaje?

El primer disco que compramos mi hermano y yo fue uno de Kiss con cuatro canciones: “Radioactive”, “Love gun”, “New York groove” y “Beth”. También nos enganchamos muy duro con Queen, Ted Nugent y Ram Jam.

Para ti, ¿qué ritual debería seguirse para escuchar un disco?

El ritual arranca desde que cazas el disco en cuestión. Los lugares que visitas para, los grupos y la música que te encuentras durante la cacería (comprar en línea está bien, pero es como ir de cacería al zoológico). Una vez que tienes el disco, el ritual continua: quitarle el celofán como si pelaras una fruta jugosa, ponerlo en el equipo de sonido y  escucharlo mientras revisas la funda, el arte de la portada y la contraportada, las fotografías, las letras. Vueltas y vueltas, durante días, semanas y meses.

¿Qué te da escuchar música en un formato físico qué no te ofrece una plataforma digital?

Todo lo anterior y más. Grabar un mixtape es una afición que precedió a las listas de reproducción, aunque no puedes personalizar tu playlist como si fuera un casete que tú mismo rotulas. La playlist es como estar en un concierto en línea.

Nick Cave menciona que su mayor temor es olvidar. ¿Cuál es el tuyo?

Envejecer enfermo y sin dinero. No me gustaría vivir más allá de los 80 años, esa es la edad tope porque considero que dejas de ser autosuficiente. El día que yo deje de valerme por mí mismo, no me interesa seguir vivo. Espero que para esa época uno pueda ir a una clínica, firmar unos papeles y a dormir.

 

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