Si algo hay que reconocerle a Rafael Catana es el hecho de que no se puede vivir del pasado por más ilustre que se sea y que hay que saber utilizar las herramientas y las estéticas que cada momento preciso provee; eso es una de las primeras premisas tras revisar a detalle su séptimo disco Ruido en el corazón, que comenzó a rolar el año pasado en formato físico (a través de Grabaxiones Alixia) antes de llegar a plataformas -otro acierto-.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Otra idea alrededor de este músico, nacido en Veracruz en 1955, es que el rock mexicano le adeuda valorarlo en su justa medida más allá de haber sido uno de los protagonistas de los llamados Rupestres -junto a Rockdrigo– y ello se debe a que su letrística y sonido han ido evolucionando sin ser lastradas por el pasado.
Ahora nos encontramos ante un disco conformado por 13 canciones que abre con uno de los temas más sólidos y contundentes de su carrera; “Wadley” es una composición que traslada al chilango a una novela como “El hombre del salto” del gran Don DeLillo, mientras que explota un sonido de rock muy cohesionado y que tiene a un viejo teclado en el fondo que le aporta mucha textura.
Luego se pone bluesero en una “Coyoacana” en la que se mueve en un espacio sonoro que les es completamente propio. A lo largo de todo Ruido en el corazón se aprecia lo bien que le hace la colaboración con el guitarrista Federico Schmucler y que luce en una canción llena de una narrativa brillante como lo es “San Salvador”, que habla de un romance en Centroamérica.
Rafael Catana actualmente está más cerca de Iván García y los yonkis y Axel Catalán que de su estirpe folk, además de dar cátedra de que para ejercer el rock con maestría no hace falta tener una voz refinada ni afinar a la perfección… aquí todo es vitalista, real… sudoroso y callejero, como en “Pachuco Portola”, una historia de migrantes, detallada con una trompeta.
Tras el tema titular que se encuentra en el ecuador del álbum (“y en la diagonal del deseo”) en su segunda parte encontramos piezas que nos remontan hasta la vastedad de la geografía mexicana, como lo son “Sierra Madre” y “Tehuana”… es así como el rock nacional también se nutre de lo que ocurre allende la capital; mantenerse On the road siempre inflama.
Aquí hay veteranía y autenticidad… aferre y convicción… talento y perseverancia; Rafael Catana ha vivido mucho y bien; hoy día muestra sus hallazgos y cicatrices, ¿acaso no es eso lo que esperamos del arte verdadero?
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