La FIM (Feria Internacional de la Música) y Casa Portamérica unen esfuerzos para darle vida a Portamérica Latitudes, un cruce de mundos en los que la música y la gastronomía operan como protagonistas en una cita donde confluyen sabores y compases, todo en el Centro Cultural Universitario, de Guadalajara. La cita será el próximo 2 de marzo, y las voces de mando de la misma, Diego Arbeláez & Kin Martínez, cuentan en entrevista la importancia del asunto. “No tenemos tan frecuentemente cosas como ésta”, subrayan; “bueno, de hecho no las hay”.
El cartel de Portamérica Latitudes de 2024 luce espléndido. Por el lado musical, los temarios de Nidia Góngora feat Pahua (Colombia y México, respectivamente), Marilia Monzón (España), Jorge Drexler (Uruguay), Caloncho (México), Carlos Sadness (España) y Son Rompe Pera (México) serán proyectados en los altavoces del lugar; al tiempo, el toque culinario de Pía Salazar (Ecuador), Begoña Rodrigo (España), Catalina Vélez (Colombia), Edgar Núñez, Xrysw Ruelas, Fabián Delgado, Francisco Ruano e Iván Ibarra (México) visitará los paladares de los asistentes.
Se tratará pues de un encuentro único donde los sentidos se hallarán complacidos sin escatimar bondades. Y es que la música y la gastronomía se advierten como componentes esenciales a la hora de crear comunidad cuando de Iberoamérica se habla, algo que tienen bien presente tanto Martínez como Arbeláez, quienes en entrevista se asoman complacidos al invitar al público a acercarse a nuevas formas de encarar tanto aspectos musicales como culinarios, sin jamás hacer de lado las raíces que llevan a ambos mundos a lugares donde el límite bien podría ser el que la imaginación imponga.
“Es que la gastronomía tiene mucho por enseñarle a la música”, enfatiza Sergio Arbeláez al abrir la charla alrededor de Portamérica Latitudes. “Y hablo desde el punto de vista de la identidad así como desde el lugar de donde vienen los materiales con los que está hecha la comida”. Para Sergio, se trata de dos puntos que, tanto la música como la gastronomía, comparten ineludiblemente. “Estoy pensando en dos pilares fundamentales”, remata seguro.
Bajo esta perspectiva, Arbeláez considera que en el futuro podríamos considerar que “el factor identitario en los proyectos musicales adquiriera mucha mayor relevancia”. Esto, a lo que la cabeza de FIM apela, es posible palparlo con efectividad hoy día. Basta ver por encima las listas de éxitos que dominan el planeta para certificarlo. “Es que eso es justo lo está pasando ahora con Latinoamérica. Las puntas de lanza de los charts globales son exponentes cuya identidad cuenta con un valor importante”. Recordemos a Shakira y Juan Luis Guerra como antecedentes y lleguemos a J Balvin, Peso Pluma o Bad Bunny para cerrar la ecuación.
Desde la mirada de Kin Martínez, resulta básico hablar de las raíces, tener bien claro el sitio del cual provienen los insumos que terminan por dale vida a cierta canción o platillo, y para ejemplificarlo se refiere a “Mediterráneo”, de Joan Manuel Serrat. “Esa composición ha sonado en los coches de nuestros padres, y muchos crecimos con ella, pero, ahora, ¿de cuántas canciones como esa nos estamos perdiendo y de qué manera afecta esto a nuestra identidad y a su preservación?”. Kin prosigue desmenuzando su labor: “Con la FIM y el concepto de Portamérica estamos uniendo música con gastronomía. Nuestro compromiso social es trabajar comunitariamente, con igualdad, cuidando valores personales y teniendo en cuenta los tiempos que corren”.
Finalmente, Arbeláez cierra la plática refiriéndose a la velocidad con la cual algunos los músicos producen material que, sin remedio, termina acumulando streams por carretadas. Y lo hace creando una analogía entre música y gastronomía, subrayando así que la cita del próximo 2 de marzo, en el Centro Cultural Universitario, no puede dejarse pasar. “En realidad no es importante que haya tanta gente escuchando reggaetón, sino que únicamente se escuche eso. Comida rápida. Consideremos que hay otras músicas, que se toman su tiempo, que se cocinan lento, para saborearse. Ahí la importancia de la diversidad. En este sentido, no sería mala idea que, como ocurre con la comida, pronto comenzaran a colocarse sellos que certificasen que la que se escucha es música saludable”.
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