Si al rock puede comparársele y comportarse como si fuera una iglesia, ni duda cabe que Nick Cave es uno de los santos más poderosos y cercanos a la deidad. Su brillo es inmenso, pero a las sombras y el dolor que se vierten sobre su obra… sus canciones son absolutamente demoledoras.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
El australiano, afincado en Inglaterra, posee un ritmo demoledor de trabajo y alterna diversos tanto en solitario, como con Warren Ellis -su cómplice incondicional-, pero ahora toca volver junto a su banda de los últimos tiempos: The Bad Seeds.
Precisamente su tema más reciente lleva por título “Wild God”, regodeándose una vez más en esa imaginería religiosa que tanto le obsesiona, y con el que titula y anticipa el álbum 18, que está programado para el próximo 30 de agosto.
Se le escucha con el vozarrón grave que acostumbra, lleno de intensidad y con una gran influencia del gospel, que le lleva a recurrir, primero a una voz femenina, y luego a un coro, que engrandece la parte final de la canción hasta llevarla el paroxismo puro al que suele llevarnos.
Nick Cave ha soltado alguna opinión acerca de la obra por venir: “Es un disco complicado, pero también profundo y alegremente contagioso. Nunca hay un plan maestro cuando hacemos un disco. Los discos reflejan más bien el estado emocional de los escritores y músicos que los han interpretado. Escuchando esto, no sé, parece que somos felices“.
Por si no bastará la grandeza del acontecimiento, hay que mencionar que, nada menos, que Colin Greenwood de Radiohead se encuentra en el bajo de un tema producido por Warren Ellis y el propio Nick, al que luego encargaron la mezcla a ese productor tan tremendo como lo es Dave Fridmann, famoso por su trabajo junto a The Flaming Lips.
La tragedia se ha cernido sobre Nick Cave y él usa a la música como vía de redención y sanación… ello queda clarísimo en “Wild God”, cuyo efecto es elevar a las almas hasta lo más alto.
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