Se trata de un guitarrista muy virtuoso y excéntrico a partes iguales que nació en Newark, New Jersey, durante 1954; Marc Ribot debe su fama inicialmente a la escena del jazz de vanguardia, que le llevó a colaborar con John Zorn y Tom Waits, pero es tal su eclecticismo que ha tocado con Andrés Calamaro, Marianne Faithfull, Caetano Veloso y Natalia Lafourcade.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Se ha ganado un lugar en la historia por su proyecto Los cubanos Postizos, que inyectó una increíble imaginación a la música popular caribeña, aunque su talento es tanto que ha montado otra agrupación para volcar sus ansías de ruido y experimentación. En Ceramic Dog se maneja en formato de trío junto Shahzad Ismaily al bajo y Ches Smith en la batería.
Ahora regresan con Connection, que es un quinto álbum detrás de YRU Still Here? (2018) y Hope (2021) y cuyo comienzo, con el tema que le da nombre, es tan ruidoso y áspero como cabría esperar –estructuras sinuosas e impredecibles y fondo de distorsión-, pero la verdadera sorpresa nos la llevamos con el último tema.
“Cumbria” es una belleza conducida por el clarinete de Oscar Noriega y al ser una cumbia distorsionada nos remite a Los Cubanos Postizos y a las incursiones que Marc ha realizado con su hermano Greg Ribot, que es un amante del género.
Connection está compuesto por 10 temas y la otra joyita que contiene es “Ecstasy”, otro ejercicio de torcer la tradición latina al estilo de los colombianos Meridian Brothers y en el que podemos dimensionar toda la capacidad instrumental de Marc Ribot y su despliegue estruendoso y sabroso.
En esta entrega de Ceramic Dog también hay que valorar que lo que suma Anthony Coleman al acometer sobre un órgano Farfisa tan delirante como el resto del conjunto musical al que se integra –disonante y rugoso-.
A la hora de ataviar a la vanguardia con ropajes punketos y mucha rabia, pocos como Marc Ribot, que en Connection da otro golpe redoblante de autoridad.
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