Música

Los Hermanos Cubero: errantes y telúricos

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Ambulante 2024

En su novela más reciente, El hombre mal vestido (Ed. Almadia), Guillermo Fadanelli presenta a dos personajes interesados en vivir a la vera del presente, en ser dos hombres desfasados de la modernidad a los que les viene bien el calificativo de demodés. El mundo va por un lado y aquella pareja de amigos ocasionales se instala en una dimensión alterna en la que fluye el conocimiento de la antigüedad, la obra de los filósofos y una gran cantidad de datos “raros” a todas luces inútiles para quienes marcan el pulso del presente.

TXT:: Juan Carlos Hidalgo

Algo parecido se siente al escuchar Errantes telúricos, el primero de dos discos nuevos de Los Hermanos Cubero, dos tipos que parecen cowboys -en algo semejan a Mark Lanegan o Nacho Vegas- y que tocan guitarra y mandolina. Ellos conocen a fondo los secretos del folk español -especialmente el de Castilla- con los que componen canciones que nos hacen creer que nos movemos varios siglos atrás.

Ahora han editado también Proyecto toribio, un trabajo instrumental para homenajear al violinista castellano Toribio del Olmo, pero también Errantes telúricos (ambos con El segell del Primavera Sound), que concentra una decena de colaboradores. Es así como una gozosa celebración de tintes históricos comienza sumando a Christina Rosenvinge en “La rama”, para luego juntarse con unos renacidos Grupo de Expertos Solynieve y contar “Así llegué a Granada”.

El conocimiento y capacidades de Quique y Roberto son tan amplias que logran encajar perfecto con ese heterodoxo del folk más raro, como lo es el gallego Rodrigo Cuevas. Aquí todo se remonta a antaño y a formas musicales casi en vías de extinción, como sucede en “Canción para un final, canción para un principio”, en la que la instrumentación se pone al servicio de la majestuosa voz de Rocío Márquez.

Los Hermanos Cubero han obtenido el cobijo y el reconocimiento tanto del mundo indie como del ambiente cultural con su “nueva música vieja”. Lo suyo tiene que ver con lo que se muestra en Tenderete, un programa de fin de semana de Televisión Española en el que se muestra el acervo más añejo de la música hispana y cuyos interpretes e invitados son casi todos ancianos. En América pasa muy de mañana y al sintonizarlo queda la sensación de extraviarse en el túnel del tiempo de la península ibérica.

Casi lo mismo ocurre (pero con cierto agregado country) al escuchar versos tales como: “Nunca ha sido fácil abrir la senda / deja que te diga cómo va el tema / Se ve claro desde fuera lo que se debe hacer / cuando estás en tu tormenta es más difícil ver…”, a través del registro de Josele Santiago (Los Enemigos) en “Problemas a los problemas”.

Nunca mejor aplicado aquello de “van a su aire” para Los Hermanos Cubero & Company que en “Matayeguas”, donde alternan con Ara Malikian, quien aporta su violín; y por supuesto que no podía faltar en el proyecto el asturiano Nacho Vegas en “La boda y el entierro”, que es una especie de crónica rural de una tragedia polvorienta.

Errantes telúricos es a la vez un manual de uso del folk tradicional, pero también un ejercicio de recreación (que no actualización) de parte de la fraternal pareja que lo ha concebido. La música puede convertirse en una incursión hacia ignotos páramos sonoros… este es un viaje de iniciación, sin duda; material para los exploradores más arriesgados y libres de prejuicios.

Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo

Embajador de Tuzolandia por el mundo. Su novela más reciente es 'Ya no más canciones de amor' (Ed. Gato Blanco). En Marvin, coordina las colecciones 'Rock para leer' y 'Tinta sonora'. Forma parte de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Su libro más reciente se titula 'Una ópera egipcia', poemario a partir de un álbum de Los Planetas.

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