Ya lo he escrito en ocasiones anteriores, pero no me cansaré de repetirlo: en un mundo distinto a este -uno con mejor gusto musical- el grupo español McEnroe sería una superestrella y encabezaría los festivales más importantes. Pero estamos en otra circunstancia, y la belleza de su bucólico y poético indie rock lento se queda como un tesoro para unos cuantos -¡lo que es una lástima!-.
Por lo tanto, habrá que decir que el halago y la recomendación hacia McEnroe vale porque se trata de la mancuerna entre el hombre fuerte del grupo y Jaime Arteche Limousin, quien militó en Joe La Reina y Tulsa, y ahora forma parte de la agrupación vasca; así que esta hermosa decena de canciones pareciera que emergen del repertorio creado ex profeso, pero no es así… surgieron para un álbum independiente y ser firmado como Lezón & Limousin.
Azkorri (autoeditado) fue trabajado a fuego lento desde el 2017 y ahora consiguen atraparnos desde los primeros instantes de “Ayer vi caer la hoja” -la canción de apertura-. En ella y a lo largo del disco, Ricardo Lezón canta con suavidad y tranquilamente -como siempre lo hace en McEnroe-, pero la diferencia principal está en los sutiles pespuntes electrónicos que le agregaron al trabajo y muy evidentes en “Antes que ayer”, por poner un ejemplo.
Los dos músicos han contado que son seguidores de lo que hacen Sufjan Stevens y Damon Albarn, y ellos también han buscado su propia combinación de folk con electrónica y es así como han incluido en “2500 pasos” un sampleo, nada menos, que del jazzista Chet Baker, que también hablaba italiano.
Además de tener su título en vasco, Azkorri incluye “Martxoko Argiak”, que comenzó siendo escrita en español y luego traducida para que fuera cantada por la artista Anari, quien domina ese idioma a la perfección.
Es así como transcurren las atmósferas brumosas, las melodías melancólicas y pequeños efectillos que van sazonando a un manjar auditivo compuesto por platillos tan exquisitos como “Agua fría” y “Ana y el Drago” (que de origen era un poema).
Azkorri es el testimonio de la conversación entre dos artistas a cabalidad –Lezón & Limousin-; un nuevo elogio de la lentitud… un aprecio por el lenguaje y la poesía, aunque más bien por la literatura entera, que aflora especialmente en “Como escribió Seifert”.
La melancolía puede ser extremadamente bella y conmovedora… este álbum es una enorme evidencia de ello.
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