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La historia de la música electrónica en México, según el Prof. Juan Antonio (tercera parte)

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La historia de la música electrónica en México, según el Prof. Juan Antonio (tercera parte)
Ambulante 2024

Una conversación (tercera parte)

Los procesos socio-culturales son dinámicos y así lo ha entendido Juan Antonio Vargas, el Prof. Juan Antonio, ahora maestro en Etnomusicología por la Universidad de Guadalajara, al momento de llevar a cabo la tesis Sonidos Sintéticos en México -Hacía la búsqueda de una voz propia-. Cerramos la charla repasando otros aspectos del pasado para abordar también su visión del futuro y algunos  otros apuntes en cuanto a La historia de la música electrónica en México.

TXT: Juan Carlos Hidalgo

Recientemente falleció Mateo Lafontaine, ¿cómo valoras su legado para el desarrollo del movimiento nacional, dado que no sólo fue músico sino promotor de eventos, diseñador, etc.?

Estaba dentro de los que quería entrevistar para la tesis, pero pues desafortunadamente se adelanto. Aún así dejó material informativo en la red sobre lo que él vivió. Con Mateo llegué a platicar incluso antes de la tesis, precisamente por que me interesaba su música.

Él (y Carlos García), Década 2, son un ejemplo que lo que se estaba haciendo aquí, a pesar de las limitantes tecnológicas, sobre todo en los 80, estaba a la par de otras escenas, como la de Bélgica. Es un hecho que cuando Front 242 los escucharon se quedaron sorprendidos, no esperaban encontrarse con algo así aquí. La cosa es que Mateo tuvo otras prioridades y le gustaba hacer las cosas a su manera, por lo que era difícil conseguir su música. Aún así podemos ver que fue una influencia para las generaciones posteriores, incluso para Bostich.

Pienso en propuestas como la de Los macuanos y Los amparito que utilizan al folklore mexicano de un modo no sé si llamarlo más peculiar o abstracto, es decir, menos obvio. ¿Desde tu perspectiva, Prof. Juan Antonio, como ha sido la relación entre la electrónica y el folklore?

En la tesis hay una parte que habla precisamente de cómo se comienzan algunos grupos a aproximarse a la cumbia a partir del fenómeno de los sonideros, aunque se cuestiona mucho si lo hacen por una admiración a esa manifestación popular o si solo lo toman como forma lúdica.

Aun así, una de las características que le dan personalidad, por decirlo de alguna manera, a la música electrónica mexicana es que, te guste o no, esa música “popular” esta dentro de uno. Generaciones más jóvenes creo que lo han entendido más, quitándose un mucho de los prejuicios y atavismos que se tenían en los años 70 sobre lo que era “bueno” o “naco”. Con los años 80 esto ya comenzó a cambiar, y llegamos hoy a chavos (ni tan chavos) como la escena 3Ball de Monterrey, o Los Amparito.

Aún así, ya desde los años 70 comenzaban a ver los fenómenos populares e inspirarse de ello. Es algo que le sucedió a todos. Tito me contaba que trato de imitar los teponaztles con la caja de ritmos, y que era como él los entendía cuando veía a los concheros bailar en el Zócalo. Oxomaxoma, aunque sean tan abstractos, tan “noise” de repente, incluían ciertos elementos “mexicanos” porque es lo que les rodea, ya sea en forma de samples de discursos nacionalistas. Walter Schmidt, que le gustaba ser provocador, él mismo reconoce la influencia del folklor nacional en Decibel, ni que decir de Luis Pérez.

Ya en los 90, Nortec mismo, Pepe Mogt me contó que ibas a las fiestas de la familia y siempre había música norteña. Por más que te sintieras el “rockerito” de la casa, es un hecho que estar envuelto en la música que se escucha en el país. Por lo mismo, aunque sea “de broma”, es algo que vas a tomar tarde o temprano. Lo mismo sucedió en Colombia, con la champeta.

El interés hacia lo latino también se da en otros lados, desde el desarrollo mismo de las cajas de ritmos y sus presets de cha cha cha o mambo. Tenemos al Señor Coconut y sus versiones “latinas” de Kraftwerk. Como dice Ruisort, si ellos lo hacen ¿por qué nosotros no? Más cuando es algo “nuestro”. Emilio Acevedo cuenta como le fascina ese sonido “barato” de electrónica que encontró en los grupos de cumbia mexicana, y me ponía de ejemplo a “El paso del gigante”.

Eso se ha venido haciendo siempre, la música es promiscua. Bela Bartok ya incluía música gitana en la música clásica. Realmente se trata de explorar y aquí el interés hacia el folklore siempre va a estar en algunos músicos, y lo van a usar.

¿En términos generales, Porf. Juan Antonio, hacia dónde se encamina la electrónica nacional? ¿Cuáles son sus tendencias principales?

Hay dos escenas que noté, seguro hay más. Están los músicos más jóvenes volteando a ver lo que se hizo en los 80, no solo en el Reino Unido, sino también en México, esa escena llamada post-Punk y minimal que esta ahorita en algunas ciudades y no se cuanto dure, pero también hay una escena muy experimental que está hecha mucho por mujeres, lo que me parece muy interesante. Esta mi idea de seguir más adelante viendo que esta pasando por ahí.

También hay un interés por los sintes modulares, que se ha logrado por el abaratamiento de los instrumentos analógicos y el acceso al software pirata, que ha masificado la música electrónica. Hoy en día puede hacerla casi todo el mundo.

Y por último Prof. Juan Antonio, ¿cuál es el sitio que ocupa Murcof en el panorama nacional? Pareciera que es como uno de esos contados futbolistas mexicanos que encuentran lugar en los grandes equipos del mundo… un Hugo Sánchez, un Rafa Marquez.

Ya había terminado la tesis cuando salió su ultimo trabajo, pero su referencia es indiscutible. A Murcof lo mencioné cuando hablé de lo que pasaba en Baja California, Nortec y los sellos de Ejival: Nimbostatic y Static. Sus discos son reseñados en revistas especializadas por su calidad y creatividad.

Creo que además de su indiscutible calidad, le ayuda a estar expuesto a los oídos de Europa. A pesar de que con Internet se puede estar en todas partes, si existe aún bastante etnocentrismo, o eurocentrismo, donde si no estas ahí no existes, o tienes nula exposición. Supongo que eso fue parte de su idea de salir del país y ampliar horizontes. Desafortunadamente, parece que se sigue teniendo que salir de aquí para que te noten, posiblemente sea una dinámica más de mercado, pero espero que esto este cambiando.

Se ha demostrado, y hay ejemplos hay muchos, de cosas hechas aquí que son bien recibidas en otros lados, tanto en la critica como con los escuchas. Me tocó escuchar a Soulwax en su faceta de 2many DJs mezclar y de repente que saliera un tema de Titán, o Titán mismo que se aventaron casi dos años de gira por Europa en la primera parte de este siglo. Antiguo Autómata Mexicano ha tenido buenas reseñas en portales de música con sus trabajos. Mabe Fratti que, si bien es de Guatemala, ha hecho su trabajo aquí, y también ha recibido buenas criticas en Europa. Disqueras extranjeras tienen grupos mexicanos en su roster o han comenzado a interesarse por lo que sucede en México.

Creo que capital humano hay, pero lo que prevalece por parte de esos mercados sigue siendo que mirar a otros lados que no sea Europa sea más anecdótico. Ni hablar de los procesos de migración, los permisos, etc. Es más fácil para un músico Europeo moverse por Europa sin necesidad de permisos, o irse a EEUU. Posiblemente sea algo que tenga que ver con la economía. Hugo Quezada, de Robota y Exploded View, que es mi amigo, me platicaba hace tiempo, y no para esta tesis, de lo que conlleva sacar una visa de artista para dar giras, un proceso muy caro, sobre todo para EEUU.

La apuesta es brincarse las fronteras y ver como le hacen una vez que están allá, apelar a la solidaridad de otras bandas. Esa historia de irse ilegalmente a tocar me la han dicho varios, no solo de electrónica, sino también de rock. Ahora, si la idea es vivir en otro país, eso implica buscarse como mantenerse. Deberían existir mecanismos para facilitar la movilidad de los músicos, y su desarrollo. O que se quite el eurocentrismo musical. No es un tema sencillo.

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Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo

Embajador de Tuzolandia por el mundo. Su novela más reciente es 'Ya no más canciones de amor' (Ed. Gato Blanco). En Marvin, coordina las colecciones 'Rock para leer' y 'Tinta sonora'. Forma parte de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Su libro más reciente se titula 'Una ópera egipcia', poemario a partir de un álbum de Los Planetas.

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