Tremendo acierto cuando la banda australiana de psicodelia King Gizzard & The Lizard Wizard decide retomar al metal que tanto les encantaba durante los ochenta; han dado con un álbum al que ellos mismos han descrito con el perfecto calificativo de “pesado como la mierda”.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Podríamos considerar a PetroDragonic apocalypse or Dawn of eternal night: An annihilation of planet earth and the beginning of merciless damnation como un divertimento y así puede que lo tome la banda, pero al momento de retomar dragones, brujos, mazmorras y demás elementos de fantasía van mucho más allá y ofrecen 48 minutos y 40 segundos de puro placer metalero.
Para el 24º álbum de King Gizzard & The Lizard Wizard regresaron a otro alucín, pasatiempo o disco de locura, como lo que fue Infest the Rat’s Nest (2019) y cuentan que llegaban al estudio sin ninguna parte previamente compuesta y sólo con la intención de dejarse llevar por los riffs que surgieran y jugar con cada uno de los subgéneros –del death al trash metal, sobre todo este último-.
Trabajaban al ritmo de una canción por día y es así como ahora tenemos en PetroDragonic Apocalypse… una andanada de 7 canciones y multitud de voces cavernosas, gritos estentóreos, baterías machacantes y guitarras que taladran como estiletes procedentes del mismísimo infierno.
Lo que ya existió al principio del proyecto era un párrafo acerca de lo que debía tratar cada tema y es así como ahora tenemos maquinarias tan brutales como “Gila Monster”, “Dragon” y “Converge”, entre un lote del que es difícil dejar de lado alguno de sus componentes.
En está ocasión el viaje no fue psicodélico sino que partió desde otro lado: “Queríamos que el punto de partida fuera el mundo real y luego lanzarnos a los infiernos… El disco habla de la humanidad y del planeta Tierra, pero también de brujas, dragones y cosas de esas”.
PetroDragonic Apocalypse or Dawn of eternal night: An annihilation of planet earth and the beginning of merciless damnation es un manual para el estruendo por el que desfilan referencias a Shakespeare y La Biblia, pero que embragan a la perfección en el impulso primigenio del metal… una emanación volcánica, maligna y candente.
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