A Jorge Fratta se le ubica como bajista. Detrás de ese instrumento se le ha visto en Ninot, Casino, La Milagrosa, Tonana, Sr. González y Los Cuates de la Chamba, Timbiriche, Julio Díaz (Santa Sabina, qepd) y Combo Movox. Sin embargo, ha sido con Romántico Desliz, su proyecto personal, con el cual ha legado al rock de este país clásicos como Romántico desliz (Culebra, 1993), Realidad (Intolerancia, 1999), Motel (202) o Nubosidad variable (2016).
FOT:: Pilar Campos
30 años han pasado desde que Romántico Desliz arribó a la escena con una placa debut cuyo brillo aún es intenso a pesar del tiempo, y el bajista lo celebra con un concierto el próximo 22 de julio a las 20:30 hrs (Foro el Tejedor, Álvaro Obregón 86, Col. Roma). Acá una charla que busca sintetizar tres décadas de trabajo en un puñado de caracteres.
¿Qué te llevó a la música?
En mi casa se escuchaba música todo el día, desde clásica hasta folklore latinoamericano, pasando por el pop del momento. Mi madre, al ver mi interés especial por toda la música y mi fascinación por los instrumentos, se preocupó por meterme a clases de órgano, que luego fue piano y finalmente guitarra clásica y contemporánea; ésta última fue la que me voló la cabeza, pues era el instrumento que podía tocar a cualquier hora y llevar a todas partes. Ser músico de lleno fue a finales de los ochenta, cuando tuve que decidir entre la Arquitectura, el Diseño Gráfico y la Música.
¿Cuál de tus grupos consideras que es el comienzo de tu carrera como profesional?
Fue en 1987, cuando Jarris Margalli me invita a integrarme a Ninot. Ya era un grupo con ensayos sistemáticos y con por lo menos cuatro conciertos al mes que tenía una estructura profesional en cuanto a staff y forma de moverse dentro del ámbito independiente. Ahí aprendí lo que era trabajar en la música de forma “seria” o profesional.
Tocas varios instrumentos, pero el bajo es el que mejor te define, ¿por qué ese instrumento que no termina de ser valorado del todo y quién fue tu inspiración?
No sé si fue por mi inclinación por la arquitectura, pero aunque fue el último instrumento que aprendí a tocar, siempre lo vi como el cimiento de todo lo que escuchaba junto con la batería; la base rítmica, el groove. Yes, King Crimson, Pink Floyd y ELP, fueron mis primeros ídolos y la constante era que no se extralimitaban con el virtuosismo de la rapidez y muchas notas. La base rítmica me volaba la cabeza y siempre la vi como el soporte de todo lo que ocurría encima. Crecí en los setenta, entonces el funk, el soul, los inicios del hip hop/rap y hasta la música disco, donde el groove y la base rítmica son fundamentales, me llevaron a las frecuencias bajas sin descuidar mis otras dos amadas pasiones que son la guitarra y el piano. Sobre todo me llamaban mucho la atención los bajistas que además cantaban, como John Wetton, Greg Lake, Roger Waters y posteriormente Sting, quien terminó por hacerme querer llevar una banda desde ese lugar.
Romántico Desliz está por cumplir 30 años, ¿recuerdas el momento en el que te decidiste a darle vida, cómo fue?
Romántico Desliz venía desde 1984, cuando mi banda de preparatoria se disuelve porque los tres integrantes entramos a la Universidad y me quedé solo. Entonces comienzo a componer con teclados y cajas de ritmos para seguir presentándome en solitario o apoyado por alguna voz. Seguí componiendo y presentándome esporádicamente en fiestas privadas, exposiciones, el Bar 9 y el LUCC, pero combinado con la Universidad y otros proyectos donde tocaba de manera regular hasta que Diego Herrera (Caifanes) escucha mi demo y me propone entrar a Discos Culebra en BMG (ahora Sony Music) siendo él el productor del disco, y pues de ahí pal real.
¿Cuándo fue tu primera presentación en vivo, con qué músicos tocaste, a quién le abriste?
Como Romántico Desliz fue abriéndole a Bon y los Enemigos del Silencio. Ahí me acompañó Enrique García en la voz; yo, en los teclados. Poco tiempo después, Los Amantes de Lola y Fobia me invitaron a abrir sus conciertos en el LUCC; yo solo en el escenario, haciendo unas cuatro-cinco canciones, utilizando efectos multimedia o lo que fuera.
¿Imaginaste en ese momento que 30 años después estarías aún sobre un escenario?
Siempre es difícil imaginar treinta años después, menos a esa edad, pero como me dijo mi maestra Jesusa Rodríguez cuando tuve la fortuna de hacer teatro con ella: “¿Hoy sentiste el duendecillo del teatro, verdad? Pues ya te chingaste”. Así me pasó desde la primera vez que me subí al primer recital de guitarra clásica a los nueve años de la mano de mi maestro e iniciador Ernesto García de León.
De los discos que has hecho como Romántico Desliz, ¿cuál es tu preferido y por qué?
Es como los hijos, ¿cuál es tu preferido? Pues todos. Por momentos los escucho y uno me habla más al oido que otro y te redescubres en lo que has hecho y por la temporalidad te regresan cosas. Como productor, Motel (2002) es al que casi nunca le pongo peros y que me sigue viajando por lo que pensé y acabó en el disco.
¿Qué podemos esperar de ese concierto de aniversario, quienes serán los invitados especiales?
Voy a sonar canciones de todos mis discos, poniendo más atención a los Deslices y algunas que no han sido editadas, más unas prestadas de quienes admiro y me han dado inspiración. Los invitados especiales serán, como siempre, el público que asista. Esta vez estaré solo, como comencé, con mi guitarra, mi piano y algunos truquitos escénicos para ser la alegría de chicos y grandes.
A 30 años ¿cuál es el balance?
A treinta años sigo pensando que sin la música la vida no tiene sentido, y ese es mi desbalance.