En una triste noticia, esta tarde se dio a conocer que el actor y cantante Benito Castro, recordado por su papel de ‘Papiringo’ en la serie La Güereja, nos ha dejado a la edad de 77 años. Su inesperada partida es producto de una caída en su hogar que le causó graves lesiones en la cabeza, el tórax y las costillas. La historia del actor está marcada por una gran trayectoria y un cambio de nombre que transformó su vida artística.
Benito, llamado originalmente Arturo, fue parte de la icónica banda musical “Los Hermanos Castro”, un cuarteto que alcanzó reconocimiento nacional e internacional en las décadas de 1960 y 1970. Su talento vocal fue heredado de su padre, Arturo Castro, conocido como “El Bigotón”, y de sus primos, quienes formaban la exitosa agrupación. Sin embargo, su propia incursión en la música y el entretenimiento comenzó de manera sorprendente.
A los 18 años, Benito sorprendió a su familia al ofrecerse como reemplazo de un miembro enfermo de “Los Hermanos Castro” en un evento importante. Su decisión de tomar el micrófono y cantar fue inesperada, pero su actuación resultó en un éxito rotundo y el comienzo de su carrera musical.
A pesar de su talento, su padre, Arturo Castro, le aconsejó sabiamente cambiar su nombre artístico. Su padre le explicó que mantener su nombre de pila, Arturo, lo dejaría constantemente asociado con él y con sus primos, y le sería difícil destacar por méritos propios. Así que, con la sabiduría de su padre, el actor eligió su propio apodo: Benito.
Pero el cambio de nombre no fue una simple elección. Benito significa “bendito de Dios” y lleva implícito un diminutivo, lo que en la práctica impediría que lo llamaran Arturito o Carlitos. Fue una decisión que marcó su carrera y le trajo bendiciones, al punto de que nombró a uno de sus propios hijos Benito, rindiendo homenaje a la elección que transformó su vida artística.
Benito Castro dejó una huella imborrable en la industria del entretenimiento mexicano, pasando de la música a la comedia y participando en innumerables producciones. Su partida deja un vacío en la escena artística, pero su legado perdurará a través de su música y actuaciones que tocaron el corazón de tantos. Su talento, versatilidad y la sabiduría de su padre lo convirtieron en un “bendito de Dios” que será recordado y extrañado por siempre.
