Música

Electric Shit cincela “El rag de los desamparados”

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Tenemos aquí a dos hermanos que sobreviven en la periferia de la Ciudad de México, por los rumbos del Gran Canal. Electric Shit llevan rato rajándosela en un ambiente agreste que a lo único que los empuja es a retratar en canciones lo que significa vivir a la orilla del caos. Para ello echan mano de los espíritus del blues y el punk, fantasmas que todavía les persiguen en su entrega más reciente: “El rag de los desamparados”.

Sí, a los hermanos Marco y Eduardo Hortiales todavía los corretean esas viejas ánimas que algunos creen desparecidas. Aunque esta vez los músicos también se dejan acosar por el country y la quebradita. Ellos mismos califican su nueva pieza con puntualidad: “bajo nuestra mirada es un country-tex-mex-rag. Algo totalmente diferente a lo que hemos venido haciendo. Cero distorsión. E instrumental, para acabarla de chingar”. Cierto. “El rag de los desamparados” es instrumental, asunto inédito en la carrera de Electric Shit.  

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Además de los carnales Hortiales, Walter Daniels, un viejo camarada de la dupla, arrima su armónica a la batería y el dobro que Eduardo y Marco, respectivamente, percuten y rasguñan. “Le mostré a Walter El rag de los desamparados” y el cabrón en una semana nos entregó una armónica preciosa que grabó de forma ambiental”, apunta el guitarrista. “Luego Eduardo puso la cereza en el pastel y en lugar de tocar un country tradicional hizo una batería grupera (él es fan del baterista de Intocable). Le dio la vuelta a la pieza, le puso un sabor que no tenía”, cierra Marco.

A nivel profundo, la inspiración para “El rag de los desamparados” vino de tres personajes de alma rugosa: Blind Blake, Charlie Patton y Rubén Bonifaz Nuño. Del último, el pulso verbal fue determinante para Electric Shit. Es Marco quien habla de un poema titulado “No es una desgracia abrir los ojos” como estro. Así, apunta que aquellas rimas de Bonifaz Nuño hablan “de los desposeídos, de los locos, de los desamparados. De la congoja. Para mí, el caso de la mayoría de los mexicanos que andamos a pie”. Sí. Justo lo que él y su hermano requerían para sentirse menos solos, para cincelar los compases que acá nos concentran.

Electric Shit, como las caudalosas aguas del Gran Canal, sostiene el trote. El mal temporal, lejos de amedrentarle, le incita a acelerar el paso. Acá lo escuchamos, la banda da brazadas con la urgencia de la corriente en una pieza temeraria, “una melodía bastante melancólica” que se fraguó en las cabezas de estos dos punketas con alma negra, disidentes que se aferran al quicio, necios a mostrarse indiferentes ante el conformismo. Con la música de Electric Shit, el cablerío de los postes al amanecer raya los cielos para desintegrar polución y animar cadáveres. Se trata del rock and roll que los desposeídos necesitan. Ojalá los Hortiales nos duren mucho.   

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Alejandro González Castillo

Alejandro González Castillo

Periodista, y escritor también (porque parece que no es lo mismo). Cruza párrafos con compases. Le gustan las olas, leer y chelear chachareando; además de escuchar discos dejando salir el humo por los ojos.

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