Música

Dry Cleaning: “¿Qué tipo de banda post-punk somos? ¡No lo sabemos!”

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Ambulante 2024

En el siglo XXI, la sobrecarga sensorial se ha convertido en una forma de vida. Entre la exposición constante de noticias, las notificaciones de redes sociales y la publicidad disfrazada de contenido, la información que recibimos a diario ha contribuido a la sensación de que algo es viejo apenas salido del cascarón. De alguna forma, Dry Cleaning ha sabido captar esa angustia existencial de nuestra conciencia colectiva digital. Florence Shaw narra todo tipo de actividades humanas: listas de pendientes, anuncios de tiendas, comentarios de redes sociales; se trata de una meditación irónica acerca del día a día y sus complicaciones. Letras abundantes en disociaciones, escapismo, ensoñaciones, desencuentros amorosos, ira. La vida en general. 

TXT:: Miguel Morales / @_moralesmiguel

Estos collages sonoros abordan temas varios como la realeza británica (“Meghan’s Magic“), la tecnología (“Good Night“) y la ansiedad social (“Conversation“), todo bajo un estilo post-punk a cargo del bajista Lewis Maynard, el baterista Nick Buxton y la instrumentación certera del guitarrista Tom Dowse. Su álbum debut New Long Leg (2021) fue abrazado por gente como Brett Anderson, de Suede, quien dijo que se trata de “la banda más excitante que ha escuchado en un buen rato”. Rough Trade le eligió como su artista del año, lo cual generó polémica al tiempo que le puso también en el mapa de las bandas a seguir. Por si fuera poco, el disco se colocó en el número 4 de las listas de ventas en su país natal, el Reino Unido

Muchos meses han pasado desde aquel lanzamiento en medio de la pandemia y también mucho ha sucedido: la banda inició una extensa gira por toda Europa y Estados Unidos. Interpol la arropó para ser abridora de sus conciertos, incluido México. Se presentó en diversos programas: el de Jimmy Fallon, los Tiny Desk Concerts de NPR y en KEXP. Nada mal si tomamos en cuenta un panorama donde el k-pop, raperos, tiktokers y estrellas salidas de programas infantiles tienen acaparado el mercado musical. 

Sus EP de 2019 Sweet Princess y Boundary Road Snacks and Drinks ya habían puesto en claro que el atractivo de Dry Cleaning radica en la perfecta simbiosis entre los riffs de guitarra de Tom Dowse y el lirismo lánguido, casi apático, de Florence Shaw en la voz. En New Long Leg, el cuarteto londinense explotó aún más esa tensión, enfocándose en guitarras directas (abundante en flangers y distorsiones), ásperos sonidos de batería y líneas de bajo memorables, con el célebre John Parish en la producción.

Desde luego, aquel disco tiene puntos criticables, pero las áreas débiles también guardan algunos de sus atributos: la homogeneidad tímbrica de Florence, la aspereza en las guitarras y cierta falta de cambios dentro de una misma composición pueden verse como la declaración de un estilo que rema en contra de las canciones convencionales de tres minutos. Por ejemplo, “Leafy” es producto de una improvisación instrumental a la que se le añadió un flujo de conciencia por parte de Shaw. Las figuras repetitivas y la descripción sencilla de las rutinas en la vida adulta (los do’s y los dont’s) generan un efecto ridículo que nos lleva a decirnos: la vida en realidad es así, absurda y trágica en ambas proporciones.

En tanto, el garage decadente de “Unsmart Lady” y “New Long Leg”, con sus arpegios a la Johnny Marr, sirven de base a las letras surrealistas de Shaw, quien a través de su poesía a menudo nos conduce a un sinsentido que se siente tan específico y parece encarnar los tiempos actuales. “Haz todo y siente absolutamente nada”, frase incluida en “Scratchcard Lanyard”, nos confronta porque sabemos la verdad de esta generación: multitasking, hiperconectada, irónica, nihilista, económicamente inestable. Shaw salpica las canciones con detalles sobre los supermercados, conversaciones random de redes sociales, productos de belleza y anuncios que juntos forman una especie de oda a la inmensa cantidad de contenidos a los que estamos expuestos diariamente. 

La presencia hipnótica de Flo, como prefiere que la llamen, es, tal vez, lo que más llama la atención al tener a Dry Cleaning enfrente. Viste cómoda, de blanco.

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Debut y perseverancia 

Fortuna es debutar en los estudios Rockfield, en Gales, donde han grabado músicos como Rush, Oasis, Iggy Pop, Coldplay, Black Sabbath y Robert Plant, y que en 1975 fue la sede principal utilizada para la grabación de “Bohemian Rhapsody”. Fortuna es también que te guíe John Parish durante dos semanas de grabación. Al respecto, Tom recuerda: “Nunca había estado en un estudio de grabación demasiado profesional antes. Para los cuatro, grabar con alguien de tal nivel es importante. En el trayecto sentí que nos cambió la perspectiva en algo fundamental: vivir para la música”. Por su parte, Florence también se muestra cautivada por lo que implica trabajar al lado de Parish: “Nunca antes lo habíamos visto en persona. Uno a veces asume cosas por lo que ha leído, pero hasta que lo ves cara a cara es que empiezas a conocerlo. Fue algo muy intenso”. 

Célebre por su complicidad al lado de PJ Harvey, Parish es también uno de los confeccionadores del sonido indie: Goldfrapp, Aldous Harding, Jenny Hval, Perfume Genius son algunos de los nombres que han sido beneficiados por su toque maestro. Tom considera un acierto haberlo elegido entre la avalancha de productores que ofreció 4AD: “Una de las cosas buenas de John es que no está sobre ti todo el tiempo. Para mí eso fue grandioso porque me dejó ser y trabajar de manera muy libre con todos. Es curioso, ¿sabes? Porque mientras tratas de tocar la guitarra, volteas y dices ‘Ese es John Parish’”. Cabe decir que la mancuerna entre Parish y el ingeniero Joe Jones regresaría para concretar Stumpwork.

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El mismo productor de Bristol tiene conocimiento de su fama de dictador y más en sus proyectos tempranos, característica que contrasta con el perfil ameno al que la banda se refiere. Tom lo ve como alguien “impresionantemente humilde”: “No es alguien que te esté presionando y diciendo: ‘Vamos, intégrate al trabajo’; sino con cosas muy sutiles. Cuando le sugeríamos algo, decía simplemente ‘OK’. Eso era lo que obteníamos de él buena parte del tiempo”. Florence complementa: “Normalmente es del tipo de productor que cuando algo realmente suena bien dice, ‘eso funciona’, y sigue. Siempre muy suave, humano, no como el clásico tipo histérico que te ordena todo el tiempo qué hacer, lo cual fue muy bueno para nosotros en algo que desconocíamos por completo, como esa lógica de trabajar en un estudio”. 

Stumpwork y los retos del estudio

La de Dry Cleaning es una historia de perseverancia: tres músicos ingleses en sus treinta deciden formar una banda con sonido que mezclara noise, punk y hardcore, con reminiscencias a At The Drive-In, Deftones o bandas de metal. Antes de la llegada de Shaw, el trío conformado por Tom, Lewis y Nick armaba jams en un periodo en el que ninguno tenía una banda fija. Paralelamente, Tom y Florence trabajaban como profesores universitarios, mientras que Lewis diseñaba mobiliario. Los ensayos se volvieron más regulares. A veces los visitaba Florence, quien nunca había tenido contacto de manera directa con la música, pero sí poseía un peculiar sentido literario y artístico. Tras seis meses y ante las peticiones del trío, accedió a unirse al combo. Era 2018.

Casi un lustro después, parte de esa magia de buscar cosas nuevas aún motiva el proceso de composición y grabación de Dry Cleaning. Desde luego: el cambio de auto grabarse a hacerlo de manera más profesional ha modificado la forma en cómo piensan la música. Dice Florence: “Es una experiencia extraña si pudiera describirla en una palabra. Veo el estudio como una ciencia: hacer arreglos para todo. Toma un largo tiempo capturar algo frágil”. Sobre todo, señala, el mayor reto consiste lidiar con las presiones que trae consigo el desempeño diario: “Empezar en un estudio es perturbador. Al final de cada sesión siempre será mejor, pero también es agradable aceptar cómo es trabajar en esos lugares”. 

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Tom coincide: “Hay un sentimiento muy natural de cuando estás haciendo tu primer álbum y quieres grabar cualquier cosa en el estudio. Puedes esperar cualquier cosa de tal evento y siempre será sorprendente. Uno tiene la idea de que debe sacar lo mejor de uno, las mejores ideas. Pasó con New Long Leg y ahora con el nuevo álbum. Buscamos cosas distintas, incluso opuestas a lo que usamos antes”.

En Stumpwork las letras guardan el espíritu beatnik cuasi nihilista de su debut. La banda ha descrito “Don’t Press Me” como una composición “sobre el placer de jugar y el disfrute de experiencias intensas y de corta duración sin culpa”. De ella dice Florence: “Estaba tratando de escribir una canción para cantársela a mi propia mente: ‘Siempre estás peleando conmigo / Siempre me estás estresando'”. Temas que son vigentes sin importar el cambio de generación. ¿Quién no se ha sentido saboteado por uno mismo al sentir el peso de las decisiones que deben tomarse a diario?”. El estilo desaliñado de las letras, muy de collage, embonan con la época confusa que vivimos. 

Inspirado en una plétora de eventos, conceptos y debacles políticas hilvanadas lo mismo por cierta desesperación existencial que por la celebración de la vida de aquellos seres queridos que murieron en el contexto de la pandemia, Stumpwork sigue explorando la vena surrealista pero con toques sutiles hacia temas familiares, utilitarios (como el dinero) y de temática sexual. Si “Don’t Press Me” —pese a su inédito coro con melodía en la voz— guarda aún resquicios de la estridencia de New Long Leg, “Anna Calls From The Arctic” apunta a una dirección más tersa, en donde una guitarra atmosférica se mezcla con un clarinete, los cuales se suman a una límpida sección rítmica. Las sorpresas aún son muchas. 

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La edad perfecta para crear

El mito del enfant terrible está indisolublemente asociado al rock desde sus inicios. Jóvenes que aspiran al Olimpo que le está vedado a casi cualquiera: excesos, celebridad, tragedia, glamur, apertura sexual, endiosamiento. Pero, ¿qué pasa cuando el/la artista llega a una edad en la que aquellos mitos ya no cuadran con su estilo de vida? ¿Y qué cuando el éxito llega en un momento en el que ya no se es un efebo ni un poeta maldito? 

¿Esa experiencia de ser propiamente un adulto cambia de alguna forma a la hora de elegir sonidos o aquello que no te gusta en el proceso de grabar y de crear? Tom considera no estar seguro, aunque “lo que sí sé es que sigue siendo grandioso hacerlo”. Florence, por su parte, se siente agradecida de hacer carrera en este momento y no en sus tempranos veinte: “No creo que a esa edad hubiera podido soportar algunas cosas. Considero que en este momento, después de tocar en vivo durante cierto tiempo, se vuelve más fácil navegar. No sé qué opinaré de mi escritura en diez años pero estoy completamente segura de que si hubiese grabado antes probablemente estaría muy avergonzada (risas). Así que a medida que envejezcamos algunas cosas de nuestra juventud nos harán morir de vergüenza y otras no tanto.  Lo gracioso de grabar es que realmente estás registrando cierto tiempo de vida y lo materializas. Eso no pasa usualmente en la vida. Es muy fácil sentirte avergonzada y ver el absurdo en ello”. 

Aunque Tom le concede valor al ímpetu característico que otorga la juventud y la inexperiencia, coincide en que la madurez ayuda a pulir ciertas cosas:“Hay algo curioso cuando eres adolescente: quieres que todo quepa en un mismo espacio. A medida que envejeces empiezas a valorar la simplicidad. La simplicidad es algo difícil de lograr”. 

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Más allá del post-punk

Diversas publicaciones a lo largo del orbe coinciden en que el estilo de Dry Cleaning se ubica en el post-punk. Tom ha respondido ante la que sea, tal vez, la pregunta más recurrente en torno al sonido de la banda: “Lo que yo entiendo por post-punk son dos olas: una surgida a finales de los años 70 como respuesta a lo limitado que resultaba el punk, es decir, una explosión de bandas y posibilidades. Por otro lado, la ola de post-punk que se dio a inicios de los dosmiles“.

Si seguimos lo dicho por Simon Reynolds en su libro Postpunk: romper con todo y empezar de nuevo, el post-punk consistía en “concretar la revolución inconclusa del punk” a partir de explorar “nuevas posibilidades al incorporar la electrónica, el noise, el jazz y la música contemporánea junto con las técnicas de producción del reggae, el dub y la música disco”. 

Dry Cleaning le debe mucho de ese sonido: está presente en sus primeras grabaciones de 2019 y en un tema como “Gary Ashby”. Dowse toma con humor la enésima pregunta que se les hace sobre su sonido: “El post-punk fue una respuesta al punk en el sentido de que aquel era estilísticamente limitado y cuando aparecen todas estas bandas realmente podías escuchar que podías incluir cualquier cosa: proto-hip hop, disco. Bandas como The Pop Group incluían funk. El post-punk para mí es incluir muchos géneros. Y después tienes una segunda ola en donde están Bloc Party o Franz Ferdinand, y vuelve a sonar limitado. Cuando la gente nos pregunta qué tipo de banda post-punk somos, no sé en cuál de estas dos vertientes estamos (risas)”.

Más allá de los encasillamientos, el grupo demuestra que no todo es post-punk. Flo, por ejemplo, prefiere la música electrónica al rock: “Me gusta mucho escuchar canciones instrumentales en donde se incluya a alguien que únicamente hable o tenga voces sampleadas. Cosas como Aphex Twin”. Lewis, por su parte, es un gran fanático de las canciones guitarreras, de heavy metal principalmente, al igual que Tom, quien acota, sin embargo: “No necesariamente me gusta alguna banda en específico de heavy metal, sino los sonidos que hacen sonar dramática una canción. Cuando hago riffs siempre busco imprimir algo teatral, emocional sin caer en lo serio”. 

Al leer algunas de las letras es imposible no advertir el tono sarcástico y cínico de Florence. Le pregunto si esa despreocupación es parte de la declaración de intenciones de la banda para desligarse de la seriedad de la escena, a lo que responde: “Me gusta adoptar la personalidad de un individuo gruñón, como si fuera un pequeño ratón criticando lo que sucede a mi alrededor. Aunque en realidad mi postura sea lánguida y reflejo de que todo es triste, también es divertido señalar esos estados en donde desde abajo puedes ver la realidad que nos sucede a muchas personas. Una amiga mía me dijo que tenía a menudo esos sentimientos de soledad. Ella vive en París, pero de hecho puede pasarle a cualquiera. Ese tipo de sensaciones estuvieron rodeando mi mente a la hora de escribir”. 

Pensar en los contrastes entre la suavidad y monotonía de la voz de Florence, la abrasividad de las guitarras de Tom y el humor puntillante de las letras, me invita a lanzar la cuestión de sus obsesiones y constantes.  De la estética ochentera y pop incluida en Stumpwork a los guiños de shoegaze, hay algo presente en Dry Cleaning llamado estilo. Si tuvieran una forma de describir su sonido, ¿cuál englobaría mejor el sello particular que tienen? “Es difícil pensarlo. Yo diría que grande”, responde Florence. Tom es quien remata: “No sé si podría definirlo en una palabra. Pensamos la banda como una serie de texturas, sensaciones, emociones. Personalmente trato de no encerrarme en una sola cosa. Siempre trato de buscar cosas que sean sencillas de describir, incómodas y complicadas”. 

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