Jorge Martí, vocalista de La Habitación Roja, podría haberse ceñido a contar una historia acerca de cómo una banda procedente de la provincia escaló hasta convertirse en una insignia del indie español y ello tendría su mérito e interés, pero existe algo tremendo a lo que conocemos simplemente como: la vida.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
El nivel del éxito alcanzado con su banda le hubiera permitido llevar una rutina relativamente tranquila en Valencia y concentrarse en componer y planificar las giras, pero el destino sacó una tirada de dados muy diferente, y de ello da cuenta en su autobiografía, recién publicada por Plaza y Janés.
Entre lo más acertado en Canción de Amor Definitiva es la frase que acompaña al título y en donde se dice que la vida es como un disco y por ello tiene dos lados; ¡Y vaya que pueden ser muy distintos! Primeramente, porque Jorge Martí decidió mudarse a Noruega, país natal de su esposa, y allá sacar adelante a su familia (es padre de dos hijas).
A 10 años de residir en Molde, su mujer es diagnosticada con una grave enfermedad crónica y el músico debe tomar un empleo en un centro de atención para pacientes con Alzheimer y otras formas de demencia, y de esta manera contar con recursos para pagar el tratamiento de su esposa.
Resulta muy impactante la manera en que Jorge Martí da cuenta de la necesidad de que este libro existiera: “Cuando el mundo que nos rodea nos deja de lado y no nos tiene en cuenta, siempre nos queda la posibilidad de aferrarnos a la música. Las canciones que me han acompañado en este camino vital que se adentra en lo desconocido y lo incierto siempre estuvieron ahí para calmar el dolor, sublimar la alegría y celebrar la vida”.
En Canción de Amor Definitiva está la historia de La habitación roja, sus 25 años de carrera y 13 discos editados y un montón de anécdotas en giras y conciertos, alternando con esa otra faceta que lo pone delante del drama humano y que también se plasmó en el documental In the middle of Norway (2019).
Esta obra le da a Jorge Martí oportunidad de pensar y reflexionar acerca de todo por lo que ha pasado, y es por ello que resulta absolutamente conmovedora: “Un día estoy cantando sobre el escenario de un festival abarrotado de gente y al siguiente ejerciendo de enfermero en una residencia para pacientes con demencia y alzheimer en Noruega. Esta doble vida, entre la música y la enfermedad, me obliga a ir y venir constantemente. Vivo entre dos mundos, pero no encajo en ninguno, y todo parece estar siempre a punto de resquebrajarse. El escenario y el amor son una tregua, una burbuja a salvo de todo lo que me asfixia”.
