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Bret Easton Ellis presenta nuevo libro: ‘Blanco‘

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Ambulante 2024

Durante los noventa se convirtió en un escritor rockstar al que se le dio el epíteto de ser el vocero de la generación MTV; el hecho es que con Menos que cero y Las leyes de la atracción mostró a detalle la vida de los yuppies, sus interminables juergas, líneas de coca y tarjetas de crédito. Con ese par de novelas se convirtió en el enfant terrible de las letras norteamericanas y ya se daba la gran vida y alternaba con toda la bohemia neoyorquina, Warhol y Basquiat incluidos.

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Luego vino American psycho, un estallido de enormes proporciones culturales (incluso con intentos de censura); ahí liberó a Patrick Bateman, un tipo guapo, rico, poseedor de un empleo envidiable y una vida de sibarita al que se le antoja convertirse en un asesino serial que de manera muy sofisticada liquida lo mismo a mujeres exuberantes que a indigentes ciegos. Aquello puso a la moral conservadora contra la pared.

Luego vendría el público que lo habrá conocido debido a la película -tan típico de estos tiempos- (estrenada en el 2000) y que en los últimos años trajera de vuelta a la palestra mediática a Bateman, dado que como voraz financiero en ciernes era un admirador perdido de Donald Trump.

Hoy día Bret Easton Ellis es un adulto con una considerable cuenta bancaria, una figura de culto a cuestas; alguien que disfruta de la vida gay con una pareja más de 20 años menor y que se ocupa básicamente de conducir un podcast e ir preparando lentamente una nueva novela. Lo cierto es que además es una incendiaria figura de Twitter que se la pasa de diatriba en diatriba.

Sabiendo que es un gran polemista fue que concibió Blanco (Ed. Random House) un libro de ensayos que le permite desmarcarse de las típicas memorias de un famoso -aunque hay algo de eso-. Es así que podemos descubrir su pasión por el cine, su tirante relación con David Foster Wallace y la manera en que convive tanto con demócratas como republicanos. Desvela un gusto musical muy dudoso, una irritante amistad con Kanye West y una peculiar interpretación de la política, que le lleva a dudar de todo.

Pero lo más importante es que defiende el derecho de la gente a disentir siempre y cuando tengas argumentos. Uno de los legados de una obra dividida en 8 partes, de títulos tan sugerentes como “Imperio, tuitear y postsexo”, se concentra en la siguiente reflexión: “Hemos entrado en una peligrosa suerte de totalitarismo que en realidad aborrece la libertad de expresión y castiga a la gente por mostrarse tal cual es”.

Con tal aseveración como contexto, y sabiendo que Ellis odia lo políticamente correcto y el pensamiento único, es como encontramos un pasaje en que sin contemplaciones describe a los miembros de la llamada “generación de cristal”, para los que reserva un apodo mucho más canalla:

“En los últimos años había tuiteado mi diversión y frustración bajo la etiqueta “Generación Gallina”. Mis comentarios, muy generales, reflexionaban sobre la sensibilidad a flor de piel de los millennials, su sensación de tener derecho a todo, su insistencia en tener siempre la razón a pesar de las en ocasiones abrumadoras pruebas en contra, su incapacidad para considerar las cosas en su contexto, su tendencia general a la reacción excesiva y al optimismo pasivo-agresivo… Por cierto, todas esas faltas se cometían sólo a veces, no siempre, y posiblemente venían exacerbadas por los medicamentos que muchos de ellos llevaban tomando desde la infancia por iniciativa de unos papás y unas mamás hiper protectores que controlaban todos sus movimientos”.

Y aunque carga contra centennials, millennials y derivados, también crítica a sus progenitores boomers o generación X: “Y en consecuencia sofocaban a sus retoños y no les enseñaban a enfrentarse a las dificultades de la vida, esas que derivan de cómo funcionan las cosas en realidad: a lo mejor no le gustas a la gente, quizá esta persona no te corresponda, los niños son crueles, el trabajo es una mierda, cuesta destacar en algo, tus días se compondrán de fracasos y decepciones, no tienes talento, la gente sufre, la gente envejece, la gente muere. Y la respuesta de la Generación Gallina consistía en caer en el sentimentalismo y crear discursos victimistas en lugar de lidiar con la fría realidad peleando, asimilándola y superándola…”.

En los tiempos que corren, Blanco se convierte en una obra punzante a la que conviene acercarse por su carga crítica y la valentía para ejercer el análisis y la escritura. Clavado en la cincuentena, con una vida acomodada en Beverly Hills y siendo casi un anacoreta, Bret conserva esa capacidad para encender grandes hogueras mediáticas; en una entrevista reciente le preguntaron porqué detesta tanto a los millennials y no vaciló en responder: “Porque vivo con uno de ellos. Me irrita que los millennials tengan una obsesión constante con sentirse oprimidos, con que todo conspira contra ellos por su sexualidad, por su color de piel o por su cuerpo … Y como ser una víctima es muy triste, todo el mundo siente empatía y compasión por ellos. Es un círculo vicioso. La vida está en contra de ellos como está en contra de todos. ¡Lucha contra ella!”.

Bret Easton Ellis sigue entero… conserva su fiereza, pero tiene más experiencia y mañas acumuladas. Esperemos que en su siguiente novela conserve el mismo punch de sus declaraciones y ensayos. No en vano se sabe transgresor, hombre, privilegiado, hater y tuitero, como deja veladamente entrever en la tapa del libro.

 

 

Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo

Embajador de Tuzolandia por el mundo. Su novela más reciente es 'Ya no más canciones de amor' (Ed. Gato Blanco). En Marvin, coordina las colecciones 'Rock para leer' y 'Tinta sonora'. Forma parte de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Su libro más reciente se titula 'Una ópera egipcia', poemario a partir de un álbum de Los Planetas.

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