“Desde que probé de tu boca la droga aquel día / yo sabía que era veneno y que me mataría”… así comienza “Morfina”, la canción número 5 de El agua y el rayo, el disco colaborativo que han fraguado La Prohibida y Algora y del que de entrada hay que subrayar su naturaleza subyugante y venenosa… profundamente española.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Este proyecto a 4 manos y varias gargantas entra en ese selecto club de obras de arte de las que uno no sabe si compartir por todos los vientos para que se esparza su perfume sonoro o bien resguardarla en la secrecía casi íntima y de un selecto grupo de iniciados en dicho culto. Pero heme aquí divulgando tremenda exquisitez.
Y es que nos podríamos regodear sólo con “Morfina”, porque también cuando entra La Prohibida suelta su dardo ponzoñoso: “Pero aunque me hieras de muerte, aunque fueras mi ruina / Yo te seguiría sin rumbo hasta el fin de mi vida”.
Y es que aunque El agua y el rayo se sustente en la copla, su aire es aflamencado por el sentido trágico que contiene –como muchos de los buenos cantes y la poesía de Lorca-. En esta entrega, Víctor Algora campea a sus anchas en cuanto al pop electrónico y tira de italodisco todo lo que requiere.
Luego viene La Prohibida para agregar toda esa elegancia travesti que le agrega oropel y misterio desde la inicial “El eclipse”, en la que se suma, nada menos, que Joe Crepúsculo -¡Vaya bacanal, vaya cabareteo!-. Pero no es el único invitado, está presente en “Jaula de flores” la maravillosa voz de Estrella Morente para hacer un tema que es todo un homenaje tanto como para Lola Flores como Sarita Montiel.
El agua y el rayo nos regala también “Alambre en tu rosario”, “La copla más bella” y “Pasodoble a Sócrates” y con ello evidencian que de tradición popular española ambos saben rato largo y que Algora es todo un talento para clavar la parte electrónica upbeat –lo que le da un rasgo absolutamente distintivo-.
Para presentarlo, La Prohibida y Algora han optado por “Pirámide de rocío”, que mucho nos hace acordar de Fangoria y Pet Shop Boys a partes iguales y donde Víctor también presume de su particular estilo que lo han afirmado como un artista de culto total en la misma línea que lo fue Carlos Berlanga.
Copla y electrónica, pecados y excesos… tradición judeocristiana y deseo sexual aflorando por doquier; El agua y el rayo es un disco tremendo… nos hace sentir como en las primera películas de Almodóvar con Matador por delante. Un licor noctámbulo al que no se puede uno resistir porque las historias trásfuga están por comenzar cada vez que se le deja correr.
También te puede interesar: Havalina: rencor y rock industrial contra la ‘Maquinaria’
