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Ringo Starr: “los Beatles cambiamos la historia de la música”

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Ambulante 2024

Con los dedos apuntando al cielo, disparando balas de amor, Ringo Starr saluda desde la pantalla. El baterista se halla en casa, en su propia caverna, listo para hablar de su más reciente EP, Change the world. Y apenas abre la boca, se certifica que, a diferencia del otro beatle que queda vivo, la garganta de Starr luce en buenas condiciones. De hecho, si se cierran los ojos puede escucharse exactamente la misma voz que hace medio siglo hizo que un submarino amarillo cruzara siete mares con tal de despeinar la hierba del jardín del pulpo.

TXT:: Alejandro González Castillo

Sin jamás deshacerse de sus gafas, tan oscuras como su barba y cabellera, Ringo Starr continúa con la cruzada que su camarada John Lennon lideró a fines de los años sesenta. El hombre lleva tiempo solicitando amor y paz, y al referirse al titulo de su más reciente trabajo discográfico lo subraya, reflexionando respecto al futuro de los niños del mundo, comentando que el aire que inhalamos es tóxico y que el agua se extingue a trote veloz. “Puedes carecer de todo en este mundo, exceptuando al agua, esa que hoy bebemos, contaminada, mientras respiramos aire sucio. Los gobiernos deberían estar a cargo, muchos países están sufriendo”, suelta el músico, abriéndole campo a su nueva entrega en formato de EP. Y uno se pregunta: “You say you want a revolution?”.

Change the world contiene cuatro temas: “Let´s change the world”, “Just that way”, “Coming undone” y una versión de “Rock around the clock”. Del primero, resalta la colaboración autoral de Steve Lukather, un “gran músico y amigo”, refiere el propio Starr; el siguiente, un reggae en regla gracias al toque de Fully Fullwood al bajo, lleva a su autor a recordar que hace poco tocó el pandero en un disco de Toots & The Maytals, al lado de su hijo, Zak. Por su parte, “Coming undone” muestra el talento como compositora y multi intrumentista de Linda Perry; al tiempo que el clásico de Bill Haley & His Comets adquiere nuevo vigor gracias a Joe Walsh y su guitarra; “allí Joe hizo un solo diferente del original”, señala Ringo con orgullo.

Echando ocasionalmente el copete hacia atrás, Starr ríe con tiento, como si las dimensiones de su sonrisa no pudieran salirse de un marco ceñido por él mismo. De pronto extravía la pose y se inclina hacia la cámara, justo cuando los recuerdos lo asaltan: siendo adolescente, escapó del hospital porque no quería celebrar sus primeros quince veranos en una cama fría. A cambio, fue al cine a ver Rock around the clock para vivir la euforia provocada por un sonido que lo cimbraría; “la gente destrozó la sala, todos arrancaban las butacas del suelo y yo me dije, ¡wow, esto es genial!”. El rock and roll. Aprovechando, cuando se le formula si acaso The Beatles llegaron para modificar el futuro de dicho ritmo, el inglés lo piensa poco antes de contestar: “no cambiamos la historia del rock, sino la de la música”.

Pero así como el de los anillos tiene claros ciertos puntos respecto a su obra, se muestra incapaz para deshebrar los procesos creativos que significan su obrar. Cuando se le interroga al respecto, prefiere alzar los hombros y decir que las cosas sólo ocurren, que  se trata de divertirse y ya. Congruente, recurre a onomatopeyas cuando habla de redobles. Así, empuña unas baquetas imaginarias para aporrear el aire y a la hora de responder si prefiere tocar la batería eléctrica o la acústica, alza la voz diciendo “¡next!”, pidiendo otra pregunta. Luego, volteando a sus espaldas, recapacita: “allá solía estar mi habitación; ahora hay dos baterías, una eléctrica y otra acústica. Y cada una tiene su personalidad. Aunque yo prefiero lo orgánico”.

Marcando distancia de Change the world, sale al cuento Charlie Watts; en especial un encuentro que alguna vez hubo entre éste, el propio Starr y John Bonham; al recordarlo, el de “Boys” lamenta que entonces no existieran redes sociales, pues documentar aquella reunión hubiese sido sinónimo de virulencia digital. Conforme el final de la charla de acerca, reluce Get back y su resucitación gracias a la mano de Peter Jackson; “un héroe”, según el de los tambores, pues mostró el lado oculto de una historia que en un primer acercamiento, titulado Let it be, parecía agria, desangelada. “Había 56 horas de filme y Peter llegó para hacer la diferencia. Me mostró lo que tenía en una tableta y sí, ahí estamos los cuatro, riendo”.

La memoria de cuatro tipos pasándola bien. Haciendo música. Así se concreta todo. Es decir, cuando algún beatle ha sido entrevistado, éste invariablemente termina hablando de su juventud al lado de aquellos amigos con los que, efectivamente, además de pasarla genial, cambió la historia de la música. Después, como si los espíritus de los idos rondaran las palabras, suele llegar un suspiro, o un silencio sereno, o una breve sonrisa nostálgica. Esta vez no es la excepción. Ringo no olvida los días finales de los Beatles, cuando planeaban posar en un volcán, o en el desierto, y al final sólo cruzaron la calle entre flashazos para acabar tocando en una azotea, justo antes de que “la policía hiciera su parte”. “Fuimos una banda que trabajó duro. Con altibajos emocionales, pero al final eso nada más: cuatro tipos en un cuarto, haciendo buenas canciones. Una música que todavía aguanta”.

Alejandro González Castillo

Alejandro González Castillo

Periodista, y escritor también (porque parece que no es lo mismo). Cruza párrafos con compases. Le gustan las olas, leer y chelear chachareando; además de escuchar discos dejando salir el humo por los ojos.

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