En la sinuosa e irregular historia del rock mexicano dos bandas estaban destinadas a tomar el relevo generacional y trepar hasta lo más alto: Austin TV y Porter, pero por diversas razones el proceso de los primeros se truncó, mientras que en sentido contrario, los tapatíos han decidido acelerar y convertirse en una banda de muy alta convocatoria -y ya tienen enfrente a un Auditorio Nacional (27 de mayo)-.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
En términos de nivel artístico, será difícil que logren igualar la profundidad e impacto de Moctezuma (2014) -una obra cumbre de la década-, pero desde entonces han seguido adelante con buenos resultados en los sucesores: Las batallas (2019) y este, La historia sin fin (2022), que sin perder su esencia registra algunos movimientos estilísticos que refrescan el sonido que han ido labrando.
Queda claro que en el ámbito musical hay que mostrar garra y deseos para consolidar y defender un concepto, y todo indica que David Velasco, Diego Bacter, Fernando de la Huerta y Víctor Valverde los tienen y de sobra; ellos han demostrado que se puede tirar de cierta mexicanidad y a la vez sonar universales.
Para su cuarto álbum dejan en claro que también pueden echar mano de un poco de electrónica en armonía con ciertos elementos pop que les brindan accesibilidad y facilidad de asimilación. Un grupo que busca dejar huella requiere de contar con un repertorio generoso y Porter ha trabajado con denuedo en ello.
“Ranchito”, con esos instrumentos de viento y su amor por la vida en el campo y romper con rutinas; “Mamita santa” con su fuerza de electrónica upbeat y “Sol@”, con gran amplitud de miras y recursos de rock electrónico, juntas confluyen en una narrativa más aterrizada y menos fantástica que en sus antecesores; se trata de 3 cartas muy fuertes en una entrega de 10 canciones.
Pero la jugada estratégica para ampliar su base de seguidores pasa por “Cachito de Galaxia”, a la que le veo gran potencial popero, pero que a mi parecer queda a deber en términos cualitativos; Porter nos tiene acostumbrados a grandes despliegues imaginativos, aunque el público masivo tiene otros gustos y este reseñista puede equivocarse. ¡Vaya sorpresa que la primera colaboración de la banda fuera con la ex Mecano! Quizá su voz aguda fuera el enganche.
Porter han dicho que ellos encuentran en La Historia sin fin una especie de viaje en el tiempo hacia los diferentes momentos en el pasado de la banda, y muy probablemente lo sea, pero también consigno que tomaron en cuenta al futuro -es decir hay flashback, pero también flashforward- y ello queda evidenciado en “Guirnalda”, uno de los temas que apenas vamos conociendo.
Ahora entregan una decena de temas que funcionan bien como conjunto, aunque no formen una entidad conceptual evidente -saltamos de “Ranchito” a “Roma”-; a la postre estas composiciones tienen menos carga de ese delirante universo letrístico que los acompañaba en los antecedentes; Porter enfrentan al porvenir con gallardía y deseos de no repetirse.
Hay que estar atentos al alcance del disco, pero a juzgar por los números de “Sonámbulo” -más parecida al Porter de antes- están conectando con gente nueva que se interesa por el grupo. Esperemos que si la apuesta es por mayor penetración, esta se logre, dado que en cuanto a ética y estética ya han aportado bastante.
También te puede interesar: Superchunk o de cuando el indie es una fiesta interminable (atascada de amigos)
