Berlín es considerada la capital mundial del techno, pero claro que alberga a otras expresiones de la electrónica, pero ello no obsta para que una artista desarrollé desde allí su carrera a partir de un dreampop trabajado desde su propia casa, como en el caso de Molly Nilsson.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Se trata de una artista sueca que lleva ya largo rato residiendo y trabajando en la ciudad que es escenario de Las alas del deseo, esa memorable película de Wim Wenders de 1987, y que tiene además firmes convicciones acerca de su forma de trabajo.
Molly Nilsson trabaja en un estudio casero, saca el mayor rédito posible a una estética sonora low-fi y se centra en la construcción y desarrollo de loops que son el basamento de estructuras muy sólidas que apenas y van variando conforme se suman melodía y voz. Y a juzgar por el resultado, el proceso le basta para provocar grandes emociones, tal como ocurre con “Absolut Power”, que abre el disco y es una de sus bazas más contundentes.
Molly Nilsson es una artista de fuerte personalidad y alguien que cree profundamente en la independencia, por lo que edita bajo su propio sello Dark Skies Association, aunque ahora en colaboración con otra pequeña disquera escocesa Night School y también se autoproduce.
Extreme (2022) es ya su décimo álbum en lo que es una carrera distendida y en él se da la oportunidad de abrir un impasse con “Intermezzo: the Wheel of fortune”, que está colocada en el quinto lugar de once y tiende mucho hacia la electrónica. Antes de que el disco siga planeando hasta encontrar “Obnoxiously Talended”, otro de sus puntos culminantes.
Para luego dar un toque de ciencia ficción a piezas como “Earth Girls”, que coloca a las mujeres fuera de este mundo y aludir a Mars Attack de Tim Burton en “Take Me To Your Leader” hasta cerrar con un baño de sofisticación y elegancia en “Pompeii”, que transcurre a media velocidad.
Ni duda cabe de que se trata de un disco que funciona perfectamente para no desesperarnos antes de que Beach House completen y entreguen el disco doble que ha ido soltando en partes. Acá hay también dreampop de altos vuelos confeccionado bajo la premisa de “menos es más” y dedicando el tiempo justo a la música; Molly asegura que no es obsesiva y no pretende clavarse de forma interminable en cada pieza.
Ella calcula muy bien cada uno de sus movimientos, es por ello que su portada conserva ese blanco y negro del resto de su obra.