La moda ha sido uno de mis principales medios de expresión desde que tengo memoria, y con mi tendencia a la teatralidad y al maximalismo, muchas veces me disfrazo más que vestirme, o uso cosas que no son prácticas o lógicas. Todos saben de qué hablo, todos lo hemos hecho por el ofni, y justo ahí es cuando la moda es primero; frase que he dicho miles de veces para reírme de mí y de mi juego. Porque al final es un juego, como todas las cosas importantes en la vida.
TXT: María Rébora
Pero, ¿realmente la moda es algo importante, no es una banalidad? Esta es una pregunta válida en un mundo que parece estar al borde el abismo. Es imposible dejar de preguntarse si reseñar unos tenis u opinar sobre el outfit de una celebridad en un evento no es una actividad completamente superficial y fuera de lugar en un momento en el que la crisis ambiental es inminente, la economía está colapsando y hay genocidios y guerras sucediendo.
Pero justamente el acto de vestirnos es algo que los humanos hacemos todos los días, aunque no queramos prestar atención a ello o pensemos que no es importante. Nuestras elecciones como consumidores sí tienen un impacto en el mundo, y siendo la moda una de las industrias que más dinero y contaminación generan, vale la pena prestarle atención; o, en palabras de Miranda Presley: tu crees que esto no tiene nada que ver contigo (…) pero ese suéter azul representa billones de dólares e innumerables empleos, y es curioso que pienses que hiciste una elección que te exenta de la industria de la moda.
Por otro lado, no debemos olvidar que la ropa ha sido parte de la humanidad desde prácticamente sus inicios, y a lo largo de la historia ha tenido gran importancia social, ritual y económica. Como dice la historiadora de la moda por excelencia, Valerie Steele, la moda es cultura y hay que observarla desde una perspectiva amplia y crítica que recupere su rol en la sociedad para comprender su significado cultural. Y esto abarca desde los vestidos pro Palestina en la alfombra roja de Cannes que usaron seperestrellas como Kate Blanchett.
Y es que la actriz tuvo la idea genial de utilizar el rojo de la alfombra en combinación con los colores de su vestido para hacer referencia a la bandera palestina. Pero, qué decir de la pieza de archivo de los diseñadores Michael and Hushi, el “Vestido Keffiyeh” que uso Bella Hadid. O de los vertederos de ropa fast fashion que ya significan una emergencia ambiental y social. Y qué hay de la teoría de que el largo de las faldas puede ser un parámetro económico. Vaya, este año he decidido cambiar mis Converse de toda la vida por unos Adidas Samba.
Hablar de moda no es un acto superficial ni anacrónico en nuestros tiempos de emergencia; la manera en que la gente se viste nos permite comprender más sobre nuestros tiempos, sobre nuestro mundo, y en últimas hasta de nosotros mismos. Por todas estas cosas, la moda es primero.
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