“El arte tiene su propio lenguaje. Este puede ser antiestético o irracional, pero da lo mismo, es el lenguaje del arte”, esta frase puede leerse en 1000 años de alegrías y penas, el libro que el artista y activista chino Ai Wei Wei acaba de publicar en español a través de la Editorial Debate; en especial esta frase procede de 1987, cuando era un artista emergente abriéndose paso en Nueva York, donde hizo su primera exposición formal.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Este libro es un compendio acerca de su pensamiento socio-político, su entendimiento de la historia de China, así como su relación con la creatividad y el proceso que él maneja para ejercitarla.
1000 años de alegrías y penas es un libro con una enorme riqueza de planteamientos para reflexionar varias veces dado el calado de su trasfondo, tal como ocurre, por ejemplo, en la siguiente aseveración: “Cuando la gente habla de alguien con talento, suele decir: Hizo cosas importantes. En el futuro, cuando se hable de alguien con talento, se dirá: No hizo nada en absoluto”.
Las memorias vertidas por Ai Wei Wei en esta obra ponen especial énfasis en aquella etapa neoyorquina, el cumulo de experiencias callejeras, su amistad con el poeta beatnik Allen Ginsberg y, dada la época, el influjo de Andy Warhol de quien en su momento anotara: “Aunque Warhol y yo no teníamos nada que ver el uno con el otro, su muerte agudizó mi sensación de vacío”.
Admirador del legado de Marcl Duchamp, Ai Wei Wei es hoy por hoy uno de los artistas más influyentes a nivel planetario, no sólo por su parte estética sino también por su lucha política; sin duda este libro permitirá dimensionarlo mejor, dado que las frases memorables van apareciendo una tras otra: “Aun así, sabía que las posibilidades nunca se agotaban por completo y que la vida era una gran obra de arte donde también tenían cabida la desilusión y el desorden”.
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