Música

CousteauX: canciones que transpiran tragos y pasiones quebradizas

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CousteauX: canciones que transpiran tragos  y pasiones quebradizas
Ambulante 2024

“Vuelvo la esquina de la plegaria y ardo

en una bendición del repentino sol

en nombre de los condenados”

Dylan Thomas

 

Cada tipo de música tiene su momento y su espacio; hay canciones superficiales que se deslizan como bronceador sobre la piel, pero hay otras que buscan colarse a las entrañas y que son propias de acompañarse de buenos tragos e historias de pasiones quebradizas y amantes furtivos. Hay bandas muy asociadas a gruesos cortinajes de terciopelo, bares de perdición y narraciones pecaminosas… CousteauX es una de ellas.

Y además consideremos que el irlandés Liam McKahey tiene un registro vocal que se mueve entre Iggy Pop -bastante- y en otro momento suena a David Bowie, pasando por Scott Matthew. Es decir, voces potentes y llenas de personalidad que son ideales para que se cuenten historias taberneras que se sirven en vaso old fashioned y en las rocas.

McKahey se reencontró con el australiano Davey Moor para revivir a su banda de finales de los noventa y reemprender una carrera que se quedó trunca. Decidieron agregarle una X -que para ellos es muda- al nombre y Stray Gods (editado por Silent X, precisamente) es ya el segundo álbum tras un regreso en 2017 con un disco homónimo.

CousteauX
CousteauX

Cierto, de lo que se trata es de rock clásico con letras elegantes y llenas de poesía cabaretera, pero con sorpresas que descolocan, pues le dieron una vuelta total a “Karen Don’t Be Sad”, que grabaran The Flaming Lips en compañía de Miley Cyrus; aquí suena como la pieza que pincharían para provocar que una pareja trásfuga se marche del antro para proseguir el romance viendo el amanecer en otro sitio.

A Moor y McKahey les interesa hacernos cómplices de canciones que se titulan “Cheap Perfume” y “Love the Sinner”; son obsesos de sucesos que ocurren durante una madrugada e impulsados por licores fuertes y un deseo desatado. En paisajes muy concretos de algunas de las 12 canciones uno no puede evitar acordarse de un Mike Patton ataviado de traje y haciendo de crooner elegante.

Aquí hay baterías cadenciosas, melodías de alto porte y teclados Rhodes distribuidos para exaltar las endorfinas y los anhelos, tal como ocurre en “When The Bloom Has Left The Rose” -que los define perfectamente y los coloca cercanos a los Tindersticks– o en la solvente versión que hicieron de uno de los clásicos de Leonard Cohen; “So Long Marianne” se escucha tan eterna como siempre y apta para el arte de la seducción, por mucho que estemos en pleno siglo XXI.

En CousteauX existe el oficio de un veterano para componer canciones y narrar acontecimientos que son cantados por un vozarrón que estremece. No le demos muchas vueltas, aquí hay rock clásico que combina la malignidad con la fineza. Y ello basta para hacernos sentir los protagonistas de capítulos musicalizados en los haya una sobredosis de amor, fuego y carne.

Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo

Embajador de Tuzolandia por el mundo. Su novela más reciente es 'Ya no más canciones de amor' (Ed. Gato Blanco). En Marvin, coordina las colecciones 'Rock para leer' y 'Tinta sonora'. Forma parte de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Su libro más reciente se titula 'Una ópera egipcia', poemario a partir de un álbum de Los Planetas.

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