- Carlos Arellano, La Trola e Iván García y los yonkis en el Festival Internacional de Puebla 2021.
Soundcheck
Es tiempo de guardar las guitarras y destapar las cervezas, por lo menos durante unas horas. Con la satisfacción de un gran ensayo cumplido, los músicos enrollan religiosamente sus cables, guardan pedales, plumillas y baquetas, y solo resta relajarse, afinar detalles técnicos y decidir el código de etiqueta de lo que será una gran noche de rock and roll.
TXT:: Alejandro Carrillo
Me gustan esos momentos en los que sin ser músico me siento parte de la banda y aprovecho para tomar un par de fotos a discreción que seguramente no pasarán desapercibidas en las redes sociales. De fondo los acordes de alguno de nuestros referentes se mezclan con el sonido del televisor que sintoniza un partido de futbol.
Observo a la banda en ese ritual mediante el cual, papel y pluma en mano, se juegan el futuro del recital y de los fans para definir el setlist. Hablan de slides, delays y Rickenbakers; el trance y la jerga musical solo se ven interrumpidos por algún lapsus brutus que provoca la risa del resto de los presentes.Fuera de la sala de ensayo, Iván García y los yonkis siguen siendo tipos virtuosos en la amistad y más allá de la música. Por igual te recomiendan un disco de culto, un autor raro o el mejor lugar para comer cemitas o tacos árabes.
Tampoco me aventuraría a decir que fuera del estudio sean tipos normales, porque las cicatrices y las tablas que dan más de diez años de hacer música a contracorriente y desde la independencia son evidentes, principalmente cuando se exponen a la luz del sol.
Cita con San Pedro
La cancha de San Pedro, hoy conocida como San Pedro Museo de Arte, es una de las edificaciones más grandes y con mayor historia de la ciudad de Puebla. Sus muros siempre han estado ligados a la sociedad poblana de todas las épocas.
Hoy en día hay quienes aún la conocen como cancha de San Pedro con el afán de honrar los momentos de la infancia o adolescencia cuando el recinto albergaba a cientos de jugadores que practicaban algún deporte de conjunto. Sin embargo, durante más de tres siglos las puertas del edificio vieron desfilar miles de cadáveres que dejaron sucesos como el del 5 de mayo de 1862, pero sobre todo las epidemias que azotaron la ciudad en distintos momentos de la historia. Cuando lo piensas es simbólico estar bajo estos arcos, compartiendo junto a tantas almas la música y el arte, tratando de olvidar una pandemia.Hoy es viernes 12 de noviembre y poco a poco se empieza a llenar el recinto y figuran por igual los parches y herrajes, que las medias de red y las botas altas; los tatuajes y melenas oscuras, que las canas y los lentes de pasta. Por fin, mientras las paredes de piedra empiezan a tomar tonos púrpuras y cae la tarde sobre la cúpula invertida, una voz da la bienvenida al Festival Internacional de Puebla, dando así fin a la sequía cultural sobre el escenario de San Pedro.
Arturo Muñoz “Carcará” es el primero en saludar al respetable que desde las primeras notas de “Degeneración” empieza a agitar pies y cabeza. La propuesta urbana de La Trola encendió al espíritu más barrial del lugar con rolas como “Qué será de él”, “Grito del alacrán” o “Bailando”, todas composiciones que forman parte de Mortal/Inmortal (2020), producciones que en poco tiempo se han convertido en favoritas de la banda, solo para cerrar su participación con temas clásicos como “Alivio” y “El gas”.La adrenalina que inyectó La Trola permeó en una seguidilla de dimes y diretes y alguno que otro chiflido y mentada de madre , pero al final se fundió en una ola de aplausos para recibir a toda una institución de la música poblana y un referente de la composición en nuestro país.
La aparición de la mata plateada, los jeans, las gafas y la inconfundible voz del maestro Carlos Arellano fueron suficientes para limar asperezas en la flota que nació entre rocanroles y entre rocanroles ha de morir. ¡Si somos muy buenos muchachos, si acaso un poco borrachos! Y es que es impensable vivir una jornada musical de tales dimensiones sin rolar el trago clandestino de mano en mano, con perdón del majestuoso elefante institucional.
Lo que siguió pocos lo vimos venir, pero fue muy significativo para el público poblano: Carlos Arellano presentando íntegramente el octavo álbum de su carrera y el primero en más de una década. Recién salido del mismo horno en donde se fraguaron clásicos como “La jauría”, “Nada en su sitio” o “Canciones domésticas”; el disco Amor y daño era esa asignatura que el cantautor tenía pendiente consigo mismo.
Esta vez acompañado por un grupo de selectos músicos y voces, el trabajo letrístico de uno de los mejores compositores del país adquiere matices insospechados que el escucha reconoce y valora desde la primera vez. Así pues, con canciones nunca antes interpretadas en vivo como “La luna es un escorpión”, “Manos maravillas”, “Muchos no” o “Velas”; Carlos Arellano nos dice entre líneas que hoy es una noche histórica y especial, que hoy no harán falta los temas clásicos, que brindemos porque “No todo está tan mal”.
Sin poder asimilar todavía las novísimas letras de Carlos Arellano, nos toma por sorpresa el tercer acto de la noche acompañado del riff cuasi inédito, estrenado días atrás En vivo y muerto como parte de los festejos mortuorios en los que Iván García y los yonkis se pintan solos, entre gritos de terror y monstruos universales como cartas de presentación. Este ya debe ser el mejor concierto del año, valió la pena la espera. El Ciudad Soledad (2020) funge como el esqueleto de todo el recital, no podría ser de otra manera tras el confinamiento. “Cenicero”, “Estepicursor”, “Whisky y anfetas”, “Tiempo” y la canción que le da nombre al disco retumban en la cancha de San Pedro a todo pulmón.
A mi lado un grupo de chicas darks se saben todas las rolas. Y yo me pregunto: ¿Cómo es que estos tipos nos han llevado de querer desangrarnos en la bañera a simplemente pretender volarnos el sombrero con una Magnum.44? Al final es el mismo final, como dijo Richard Brautigan antes de darse un tiro. Es innegable la transformación de esta banda, pero la esencia es su principal virtud y lo que los mantiene a flote y en el gusto de la gente.
Encore
El yonki mayor hace una emotiva presentación de la agrupación con los últimos acordes de “Farlopa” y de inmediato una versión eléctrica de “Estertor” pone al público de pie para cerrar una velada memorable en la cancha de San Pedro, así como memorable fue el coro final en el que cientos de asistentes cantamos desgarrados y con dedicatoria especial para los que nos dejaron a merced de la puta soledad. Sin embargo, el momento más emocionante del concierto estaría por venir al ver de vuelta sobre el escenario a Arturo Muñoz “Carcará” y Carlos Arellano para cantar una inolvidable versión de “Panteón” junto a Iván García y los yonkis.
Sin duda un concierto histórico para Puebla en un marco irrepetible y con tres de los referentes que convergen lírica y musicalmente: la trinidad del rock and roll poblano. Si hay que resaltar algo es la respuesta y el hambre del público que demostró que “En casa” hay el ambiente y las condiciones necesarias para vivir un concierto de tal magnitud sin tener que viajar cien kilómetros para ver el mismo show. Ojalá los promotores lo entiendan también. En lo personal solo me quedo con ganas de “La cita” con Satán, pero por hoy puede esperar.