Álbum de debut de la australiana Claire Deak titulado Sotto Voce. Neo clásico experimental por su valentía a la hora de interpretar legados y perspectivas.
La revisión del pasado lleva consigo una idealización que enturbia la vivencia del presente, en muchas ocasiones, incluso la estigmatiza sin remedio.
Sotto Voce, el primer larga duración Claire Deak, es un trabajo sobre las obras de dos mujeres. Francesca Caccini (1587-c.1645) y Barbara Strozzi (1619-1677). Sin caer en la fascinación folclórica por el ayer.
La australiana investigó en los vestigios de la obra de las dos mujeres. Instrumentación, escritura escrita por ellas o sobre ellas y sus contextos durante su tiempo de vida, así como interpretaciones más recientes y cualquier cosa intermedia.
Pero Deak había pasado una vida, propia, como multi instrumentista trabajando de encargo, lo más parecido a su yo musical absoluto fue su disco colaborativo con Tony Dupé titulado The Old Capital publicado con el label estadounidense Lost Tribe Sound.
Así que en Sotto Voce Deak explota de emociones que superan el legado de Caccini y Strozzi.
Emociones de contexto actual con una presencia inmensa del virtuosismo de Deak al servicio de la confusión doliente de todo tiempo.
Las trazas originales están marcadas por las autoras desaparecidas, sus obras prefiguran desde los mismo títulos de algunos tracks de Sotto Voce, pero el sendero se convierte en el devenir de Deak.
Deak se acompaña de Lizzy Welsh al violín barroco, viola d’amore y la viola da gamba aguda. Judith Hamman al violonchelo moderno. Su compinche Tony Dupé produce y toca el violín moderno, la viola, el violonchelo y el contrabajo. Edwina Cordingley el violonchelo barroco.
Lucy Adlington el laúd.
Claire canta y toca arpa, órgano, piano acordeón, piano, vibráfono, glockenspiel, mandolina, guitarra de salón, bandura, clarinete, flauta dulce, campanillas, platillos, orgánulo, transductores y la manipulación de cintas que hacen del álbum un disco de caminos perdidos.
El resultado es una obra de clásico moderno por momentos abstracta, siempre de sentir barroco por su grandilocuencia humana sin temer lo decadente, que fusiona magistralmente la música de cámara con la expresión drónica de una sociedad en pleno devenir sin guía.
