En Barbielandia, un mundo plastificado, surrealista y, literalmente color de rosa, Barbie Estereotípica tiene una vida perfecta. Ahí, ella pasea, baila y se divierte todos los días con las otras Barbies. Ah y con Ken, quien solamente “existe de verdad” cuando Estereotípica lo mira.
Un día, no obstante, Barbie comienza a tener graves problemas (se cuestiona sobre la muerte. Sus pies de bailarina no responden. Su habilidad de volar, a lo Mary Poppins, desaparece) por lo que se ve obligada a viajar al mundo real para tratar de arreglarlos. Sin embargo, la dureza de éste la hará cuestionarse todo lo que había creído hasta ese momento y la obligará a buscar su verdadera identidad mostrándole de paso el camino a su enamorado e incondicional Ken.
TXT:: Carlos A. Ramírez
Barbie (2023), el live action de la famosisima muñeca de Mattel, devenida icono de la cultura pop, es una desopilante y satírica comedia en donde Greta Gerwig, la autora de las brillantes Lady Bird (2017) y Mujercitas (2019), da cátedra de cómo transitar del cine de autor a una súper producción hollywoodense sin perder un ápice de autonomía e integridad artística en el camino. A pesar de ser su primera participación en una obra de esta naturaleza, Gerwig entiende que está ante la inmejorable oportunidad de dotar de intelecto y corazón a dos personajes tradicionalmente tachados de frívolos y cabeza hueca. Y apoyada por un guión escrito al lado de Noah Baumbach, un diseño de producción sobresaliente, una fotografía espléndida, realizada por el gran Rodrigo Prieto, y sobre todo las cautivadoras actuaciones de Margot Robbie y Ryan Gosling, lo logra ampliamente.
Más allá de la monstruosa campaña de publicidad que antecedió a su estreno, el éxito arrollador que Barbie está teniendo se debe sin duda a que el filme funciona a distintos niveles: desde aquel que apela a la nostalgia de quienes crecieron soñando con todas las barbies que aquí aparecen como un encantador corifeo de la maravillosa Robbie, hasta uno, sardónicamente intelectual, que desmenuza e ironiza sobre conceptos como patriarcado, mansplaining e incluso feminismo, al cual cuestiona, de manera sutil, en más de una ocasión. Eso sin mencionar lo deliciosas qué resultan las numerosas referencias cinematográficas con las que la directora adereza su obra; las cuales van desde Attack of the 50 ft. woman (1958), hasta 2001: A space odyssey (1968), The Matrix (1999), The wizard of Oz (1939) y Grease (1978).
En ese sentido, no deja de causar cierta hilaridad la peregrina miopía de quienes han visto en el filme una especie de monstruo “ideologizador” cuyo fin último es denigrar a los hombres y “destruir a la familia tradicional”, cualquier cosa que eso signifique. Algo que, sin duda, evidencia de manera grotesca a ciertos grupos de fanáticos, tanto machistas como feministas, quienes, en vez de analizar mínimamente un producto cultural, de manera frecuente utilizan sesgos de validación para confirmar lo que ellos creen verdades irrefutables.
Por supuesto, Barbieno pasará a la posteridad como una de las mejores películas de la historia, porque ciertamente por momentos parece perder coherencia y algunos gags no resultan tan efectivos, pero cumple sobradamente con su objetivo y demuestra que aún en un momento coyuntural como por el que estamos atravesando, se puede abordar cualquier tema con humor, inteligencia y desparpajo (¡rompiendo la cuarta pared, incluso!) para cuestionar e incluso burlarse de ciertos grupos empecinados en ver el mundo en blanco y negro sin aceptar que todos, hombres y mujeres, estamos permanentemente buscándole sentido a nuestras minúsculas existencias. Y en ese trayecto, muchas veces, somos tan patéticos como Ken cantándole a su amada en la playa durante horas, o como la misma Barbie desmadejándose, derrotada, en el piso.
