Troker cumple 20 años de vida y lo celebra con una especie de best of titulado Tierra y libertad que recoge temas aparecidos previamente, pero con la sorpresa de que la banda trabajó acompañada por el Mariachi Troker.
Debo confesar que cuando el bajista del combo, Samo (Troker se complementa con Frankie Mares, batería; Christian González, teclados; DJ Zero, tornamesas; Christian García, trompeta; y Daniel Benítez, saxofón), me comentó esto, me invadió un frío pavor y temí lo peor. Sin embargo, la agrupación logra salir airosa del experimento.
En “Fíjate qué suave” el mariachi imprime un toque folk a la composición, pero cuando el grupo entra, sodomiza la versión y la lleva a un terreno asquerosa y deliciosamente funk. Las participaciones del mariachi son mesuradas, las más de las veces se utilizan las cuerdas, como en “Arsenic lips”, donde el sonido inicialmente nos remite más a una big band, después permite la entrada del groove y allí es donde aparecen las cuerdas.
“Ofelia”, “Tequila death” y “Mosquita muerta” presentan nuevos arreglos. La primera es más jazzística y las últimas se regodean en esos pasajes de cuerdas; en “Mosquita muerta” resalta la presencia sutil de un arpa. “Chapala” es un bocado exquisito en la versión que sea, aquí más cercana al folk. Mención aparte merece “Príncipe charro”, con su llamado-respuesta de las trompetas, una alfombra de cuerdas y la cita de “La bikina”, que entra y desaparece sedosa y armónicamente para luego toparse con las tornamesas de DJ Zero. Una versión menos frenética y tosca que la original, aunque ese toque más reposado le otorga un carácter elegante.
Cierra Tierra y libertad “El novio”, con un arreglo más mariachoso y varias citas, incluida una de “El mariachi loco”; pero no obstante esta aberración, el track es el cerrojazo idóneo para un trabajo más de Troker que, veinte años después, se confirma como una de las entidades sonoras más sólidas de la escena de la fusión de este país.
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