La maquinaria de la industria musical anglosajona puede presumir que sigue teniendo músculo e influencia… jamás se detiene en busca del siguiente hype que ocupe los titulares y las portadas; y en esta ocasión han elegido a Sprints, un grupo irlandés al que le atrae el rock potente y combativo, pero no desde lo político sino desde las turbulencias del individuo.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Sprints está comandado por Karla Chubb y viene a tomar la estafeta que en algún momento portaron Fontaines DC y Gilla Band (que pasó por el Festiva Marvin); de su lado tienen a un álbum debut tan poderoso como oscuro llamado Letter To Self, editado por City Slang.
Karla ha decidido comentar públicamente que es queer, con el fin de ampliar las posibilidades de interpretación de sus canciones y enfatizar que cuando habla de relaciones no está del otro un hombre necesariamente… mientras ello sucede, lo que manda musicalmente aquí es una guitarra punzante, que aparece desde la inicial “Ticking”.
Los dublinenses reservaron el 5 de enero para levantar el vuelo y entregar 11 canciones en la que se abordan traumas y miedos muy profundos de la autora, a lo que se suma depresión, problemas paternales, misoginia generalizada y muchísima angustia; Karla comentó que compuso por mero egoísmo y la intención de purgar todo lo que se le acumulaba en el interior.
Y es así como consiguen con “Heavy” y “Cathedral” son andanadas explosivas muy potentes y que nos hacen acordar fuertemente de las grandiosas Savages -ahora en el dique seco- y también del legado de Sleater-Kinney -como diablos no-; vaya manera de engrandecer la herencia de las angry women.
En Sprints hay fiereza y un volcamiento total sobre unas canciones sustentadas por bases rítmicas atronadoras y que hacen espacio para que los riffs bien afilados conduzcan el resto y acompañen a un alegato que también le tunde a la religión.
2024 ya no entrega el primer disco de rock absolutamente destacable y al que me quedan dudas de meter en el cajón de sastre del post-punk , por lo que no incomoda coquetear con el post-grunge, que quizá les aplique mejor .
Letter To Self también tienen en “Adore Adore Adore”, otra de sus bazas más contundentes, una que transcurre con velocidad y rabia… una batería desbocada y una cantante imbuida por una urgencia incontenible de soltar sus verdades como escupitajos directos a la cara de sus enemigos.
Ya que uno ha decidido clavarse en el disco y escucharlo completo -como debe de ser- puede toparse con otro trallazo como “Up and Comer”, que encamina el final del disco exaltando la beligerancia de Karla Chubb y el estruendo que ha montado con Sprints como banda completa… cierto, aquí hay unos Fighting Irish, pero unos para el siglo XXI.
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