#SangreDeMetal

Majestic Downfall desata demonios nocturnos con su nuevo álbum

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El único tipo de agua de origen mexicano famosa en todo el mundo es la de tlacote. Se supone que tiene propiedades curativas y brota de un pozo perteneciente a una hacienda cercana a la ciudad de Querétaro. Ciertamente algo debe tener esa agua, porque aquella tierra es cuna de algunas bandas de gran calibre, y de Majestic Downfall.

TXT:: Luis Jasso

El cuarteto se cuece aparte y no sólo de la escena queretana, sino de la nacional.  En #SangreDeMetal se difunde, apoya y disfruta el metal nacional, pero el caso de Majestic Downfall es otro pues no es una banda que le pertenezca a la escena mexicana, sino al mundo. ¿La oración anterior parece un sinsentido? Bueno, entonces vamos por partes: la calidad de Majestic Downfall es tal, que el hecho de que sus músicos sean mexicanos para el resto del mundo es una simple anécdota. Aquí lo importante es la música que, por cierto, proviene de una banda mexicana. 

Su disco más reciente, Aorta, tiene detalles interesantes aún antes de entrar de lleno a la música. Hay dos maneras de entender lo que es un EP (Extended Play): el número de canciones o la duración. Comúnmente se le llama así a un disco que cuenta con no más de cinco temas y suele durar menos de 30 minutos. Aorta, de Majestic Downfall sólo tiene cuatro canciones, ¡pero dura 78 minutos!

En su raíz se trata de un death/doom pesado, crudo y denso que sin embargo regala brotes de muchos otros sonidos. Hay momentos en los que Dahern y Ely (guitarristas) se regodean en construir riffs que, si fueran entregados a mayores revoluciones por minuto, serían de black metal. La obra presume varios pasajes que tienen un halo de goth rock, como si se tratara de espolvorear algo de pimienta en un platillo salado. Aunque también siembra en diversos momentos una trágica nostalgia, un aura de oscuridad melancólica que podría acompañar a un doliente sentado al pie del ataúd de un ser amado, como para hacerle compañía mientras se desconecta del mundo, navegando a gusto las aguas de su dolor. 

Pero lo realmente mágico es que todo eso está tejido como la estructura de seda de una araña que se toma su tiempo porque sabe que al final caerá algún insecto. Es decir, cuando parece que entiendes por dónde va un fragmento de alguna canción, el riff, el ambiente y el lenguaje sonoro cambian. Parte de la grandiosidad de esta banda es que logra que esas transiciones se sientan naturales. Es como mirar una telaraña que podría no ser del todo simétrica, pero que si se le pone atención, tiene lógica. Y Jacobo Córdoba en el bajo y Alfonso Sácnhez en la batería son los encargados de esa cohesión

Decir que se necesita disponer de poco más de 70 minutos libres para realmente zambullirse en el mundo sonoro de Aorta es un poco redundante porque, de entrada, se trata de un género en el cual se requiere de tiempo, paciencia y concentración. Además, es un disco al cual en cada escucha se le encuentran detalles nuevos, lo cual favorece la repetición. No es música desechable, es música apreciable. 

La calificación de “altamente recomendable” le queda chica a una banda que no repite  sonidos de discos anteriores, pero tampoco los deja totalmente de lado. Es como un árbol que evoluciona, se mueve con el viento, permite que le crezcan ramas y brotes pero no deja de tener un tronco grueso, firme y pesado. Aorta se puede escuchar en streaming, pero es de esas piezas que se deben tener en físico porque además de ayudar a la banda, se puede gozar y presumir el arte correspondiente ante los demonios y criaturas de la noche. El disco salió bajo las alas del sello Personal Records.

Auditorio BB