Nada mejor que una obra de arte que siembre interrogantes y poco a poco vaya desgranando sus secretos; de ahí el interés que desprende un álbum como Valkenburg, firmado por La Villana, el proyecto que Natalia Quintanal, que antaño estuviera en Nosoträsh y que ahora se acompaña de Pedro Vigil, con quien ya editará el debut de esta incursión en 2014.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Y arranca con el tema titular que nos hace creer que se trata de una especie de remanso pastoral a dos voces y con guitarras arpegiadas que nos acarician el alma… y por unos minutos es lo que es, pero hacia su parte final desata la tormenta eléctrica y la distorsión le da un giro de tuerca a Valkenburg.
La Villana gestionaron buenos comentarios de parte de David Gedge de Wedding Present y Alistair Macaulay de Tindersticks para sus canciones -lo que no es poca cosa-, pero hay que anotar también que ellos marchan en la misma senda que Elle Belga, Nacho Vegas y Pablo Und Destruktion, pero eso sí, con mucho de Vainica Doble revoloteando alrededor.
Al escucharlo hay que poner énfasis en “Las olas contra todos” -que es un gran sencillo- y sus guitarras surferas que se incrustan en un contexto folk que no pareciera ser el suyo. Valkenburg es un disco en el que el mar es una imagen predominante en el material que componen Natalia y su hermano, y que luego pasan a Vigil para ser detallado.
La Villana va desgajando un cancionero lleno de referencias culteranas; por ejemplo, la película El sur (1983), dirigida por Víctor Erice, es el punto de partida ‘A mi silencio’, que cierra el disco, mientras que “Un velero” surgió de un poema de Nené Losada.
Valkenburg es, junto a Au revoir les enfants de Uke, dos enormes y gratificantes sorpresas que 2022 nos dejó desde lo profundo de underground español. Quizá ambas sean propuestas para iniciados, pero quien lleguen a ellas tendrá una experiencia estética superlativa.
También te puede interesar: Uke: pop oscuro y country noir de gran belleza poética
